La quiebra millonaria de OGX proyecta sombras en la econom¨ªa de Brasil
La cat¨¢strofe financiera del magnate Eike Batista, hasta hace poco aspirante a hombre m¨¢s rico del mundo, pesa sobre la pol¨ªtica, las finanzas y los ciudadanos del pa¨ªs como una advertencia
Eike Batista era m¨¢s que un empresario, a pesar de ser el s¨¦ptimo m¨¢s rico del planeta y de albergar el sue?o de llegar a ser el n¨²mero uno, era tambi¨¦n un s¨ªmbolo, el hombre de los mil proyectos siempre realizados con ¨¦xito. Su marca empresarial era el optimismo. Y ante el mundo, era la cara risue?a del ¡°Brasil de esperanza". Llevaba en su ADN las huellas del triunfo.
Todo lo que le rodeaba en su Grupo EBX dividido en cientos de empresas en las que, el envidiado empresario y mecenas de causas culturales y sociales, quiso abarcarlo todo: petr¨®leo, industria naval, minerales, incluso oro y diamantes. Y todo era calculado en cientos y miles de millones de d¨®lares.
Hasta que de repente, todo aquel castillo se desmoron¨®. La quiebra de su petrolera OGX, la mayor de una empresa de Am¨¦rica Latina, que le ronda a las espaldas, le ha llegado, cruel, en v¨ªsperas de este domingo 3 de noviembre, en que Batista celebrar¨¢ un cumplea?os descrito como ¡°melanc¨®lico¡± por la prensa.
Tambi¨¦n melanc¨®lica fue su despedida primero de su Twitter siempre triunfador y exaltado, hace unos meses, hasta su reciente salida de la Bolsa de S?o Paulo donde las acciones de algunas de sus empresas, hasta ayer victoriosas y codiciadas, cayeron en la miseria de siete centavos de d¨®lar, ¡°el precio de un caramelo¡±, escribi¨® la prensa econ¨®mica sin piedad.
Todo podr¨ªa quedar ah¨ª si se tratara s¨®lo de una quiebra m¨¢s de un empresario que se equivoc¨® en sus ambiciones. Sin embargo, para Brasil, la cat¨¢strofe financiera de Batista es algo m¨¢s: pesa como una sombra siniestra sobre el pa¨ªs, tanto sobre la pol¨ªtica como de las finanzas, y hasta sobre el hombre de la calle.
Su derrota cogi¨® de sorpresa a todos. Desde el popular expresidente, Lula da Silva para qui¨¦n el empresario de grito era una especie de tarjeta de visita del pa¨ªs que estaba conquistando el mundo con su creatividad empresarial y optimismo brasile?o, al mundo de los bancos, de las dem¨¢s empresas, del petr¨®leo y de la Bolsa.
Al empresario que convert¨ªa en oro todo lo que tocaba con sus malabarismos de capitalismo moderno y arriesgado, le abrieron las puertas todos: gobierno, pol¨ªticos, banqueros, lobistas. Todos dispuestos a ser coprotagonistas de aquella Fiesta de Babette.
Nadie quer¨ªa quedarse fuera. A sus pies cayeron desde Petrobr¨¢s, uno de sus mayores sostenedores y acreedores, que le entreg¨® una pieza del fest¨ªn de la explotaci¨®n de petr¨®leo en aguas profundas, el Tibur¨®n Azul, a los grandes bancos p¨²blicos que le inyectaron hasta miles de millones de reales, como el BNDES (Banco Nacional de Desarrollo Econ¨®mico y Social) a la Caja Econ¨®mica.
Todos cre¨ªan en la magia de su triunfo imparable.
El empresario millonario les ha dejado a todos, sin embargo, desnudos y perplejos, y los ciudadanos se preguntan quienes pagar¨¢n ahora los platos rotos. Por lo pronto parece que no ser¨¢ ni el gobierno ni los bancos, sino sobretodo los accionistas minoritarios, como siempre. Y en ¨²ltimo t¨¦rmino todos los brasile?os.
Perpleja est¨¢ Petrobr¨¢s, ya que Batista apunta como una de las causas de su quiebra al hecho de que el campo petrol¨ªfero Tibur¨®n Azul, no ten¨ªa ni una tercera parte del crudo que se hab¨ªa anunciado. M¨¢s a¨²n, la tecnolog¨ªa para poder extraerlo a siete kil¨®metros debajo del mar se habr¨ªa demostrado dif¨ªcil y cara. Esta confesi¨®n lanza una sombra peligrosa sobre el presal brasile?o considerado como el man¨¢ del futuro que podr¨ªa hacer de Brasil uno de los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo.
Cuando Batista dice que si de algo se arrepiente es de no haberse ¡°alejado de los mercados¡±, vuelve a lanzar nuevas sombras sobre ellos y sobre el capitalismo f¨¢cil que se arrodilla ante las m¨¢s arriesgadas operaciones financieras inventadas por los grandes bancos y los especuladores de turno. Y al quedar de manifiesto que fueron los grandes bancos p¨²blicos, apoyados por los pol¨ªticos de peso, los que se volcaron con el millonario abri¨¦ndole sus puertas y entreg¨¢ndole un dinero que era de los ciudadanos. Esto puede crear ahora un problema a la hora de financiar a otras empresas.
Todo ello sin contar que, por ejemplo, en R¨ªo de Janeiro se han quedado hu¨¦rfanos una serie de proyectos ya en curso que deber¨ªa haber financiado el magnate Batista, que van desde la reestructuraci¨®n de zonas enteras de la ciudad, en vistas a los Juegos Ol¨ªmpicos del 2016, a proyectos sociales de envergadura en las favelas ¡°pacificadas¡±.
Todo se ha deshecho de repente como una pompa de jab¨®n, empezando por el astillero monumental de S?o Jo?o de Barro, tambi¨¦n en el Estado de R¨ªo, que iba a ocupar m¨¢s de tres millones de metros cuadrados .
Hoy los brasile?os se preguntan si el de Batista debe ser el modelo de esa pl¨¦yade de j¨®venes emprendedores cada vez m¨¢s numerosos y con ganas de triunfar. Una sombra que tardar¨¢ en despejarse y que como escrib¨ªa un economista obligar¨¢ a todos: "pol¨ªticos, empresarios, banqueros y simples ciudadanos a repensar ciertos entusiasmos demasiado f¨¢ciles de un capitalismo tantas veces sin l¨ªmites y sin frenos".
Aquel millonario, cuyo modelo que hab¨ªa entrado en los sue?os de un Brasil triunfador, el hombre m¨¢s buscado desde Brasilia a Wall Street, se ha convertido en un pu?ado de ceniza. Brasil necesita ahora mirar hacia otro lado, hacia otros modelos empresariales, quiz¨¢s m¨¢s alejados de los rankings planetarios y de las revistas del coraz¨®n, pero con menos riesgos de quiebras desalentadoras.
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