La mala reputaci¨®n
El fraude cometido por los bancos con el euribor y el libor distorsiona la econom¨ªa de mercado y socava la democracia
La crisis se ha llevado por delante la reputaci¨®n de instituciones, colectivos, profesiones enteras. Este es un problema no precisamente menor: tras la crisis queda un desierto. El fraude, tan generalizado en este tiempo, distorsiona los mecanismos de la econom¨ªa y socava la confianza en la democracia. Aquel "sentimiento de prestigio" que Max Weber atribu¨ªa al anhelo profundo de los que quer¨ªan dedicarse a la cosa p¨²blica, est¨¢ lamentablemente desvaneci¨¦ndose por la sencilla raz¨®n de la sospecha sobre casi todo. Ocurre lo que cantaba Brassens en La mala reputaci¨®n: "Todos me miran mal/salvo los ciegos es natural".
En los ¨²ltimos d¨ªas ha habido dos ejemplos de derrumbe reputacional. Por una parte, la autoridad supervisora burs¨¢til europea (ESMA, en sus siglas inglesas) daba carta de naturaleza a la opini¨®n generalizada sobre las agencias de calificaci¨®n de riesgos, un sector que concentra desde hace mucho todas las antipat¨ªas: que hay dudas sobre su independencia y los conflictos de intereses, que su confidencialidad deja mucho que desear, que son lentas a la hora de detectar los cambios, y sobre la profesionalidad de sus recursos humanos y t¨¦cnicos. Y sin embargo, sus dict¨¢menes (sobre la deuda soberana, sobre empresas y bancos, sobre comunidades aut¨®nomas y ayuntamientos¡) siguen teniendo influencia.
El segundo ejemplo es m¨¢s pr¨¢ctico: la Comisi¨®n Europea (CE) ha puesto la mayor multa conocida nunca sobre un c¨¢rtel de bancos (buena parte de la aristocracia mundial del sector) que se pon¨ªan de acuerdo para manipular los tipos de inter¨¦s en detrimento de las empresas y ciudadanos que acud¨ªan a ellos en busca de un pr¨¦stamo. Entre esas entidades estaban el Deutsche Bank, Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale, Royal Bank of Scotland, J. P. Morgan, Citigroup, el broker RP Mart¨ªn, Barclays y UBS (aunque estos dos ¨²ltimos no han sido multados por colaborar en la investigaci¨®n). Lo que hac¨ªan cuestiona su naturaleza como entidad financiera: "Los afectados son miles y miles de clientes, millones y millones de personas cuyo cr¨¦dito e hipoteca est¨¢ vinculado a estos ¨ªndices", declaraba el vicepresidente de la Comisi¨®n Europea, Joaqu¨ªn Almunia. Probablemente, alg¨²n lector de este art¨ªculo y su autor son v¨ªctimas del fraude, sin saberlo.
La Comisi¨®n Europea se une a otras investigaciones sobre este u otros abusos financieros que est¨¢n abiertas en la City de Londres y en EEUU. Hace escasos d¨ªas el programa En portada de TVE (donde se ha refugiado parte de los buenos periodistas que huyen de la inanidad actual de Informe Semanal) proyect¨® un excelente reportaje, firmado por Alicia G. Montano y titulado El latido del dinero, en el que se muestra la heterodoxia con la que trabajan muchos de los bancos instalados en ese Estado dentro del Estado (como el Vaticano), que es la City. La revista The Economist ha publicado recientemente un estudio sobre la integridad y el conocimiento en los servicios financieros, con resultados nada estimulantes: el 53% de los encuestados afirma que el estricto cumplimiento de los c¨®digos de conducta de las empresas y del sector les har¨ªa muy dif¨ªcil su carrera o progresi¨®n dentro de las mismas. Entonces, ?para qu¨¦ sirve la autorregulaci¨®n?
La multa de la CE es de distinta naturaleza que los muchos acuerdos extrajudiciales a los que se est¨¢n llegando en EEUU. Stiglitz manifiesta muchas dudas sobre ellos. El economista dice que ante pr¨¢cticas fraudulentas end¨¦micas se siguen cuatro pasos: 1) los bancos acusados amenazan con una batalla jur¨ªdica interminable con sus batallones de abogados; 2) a continuaci¨®n se llega a un compromiso: los bancos pagan una fuerte multa, sin admitir ni negar su responsabilidad (para que no litiguen contra ellos los afectados); 3) los bancos prometen no volver a hacer nada parecido, pero nada m¨¢s prometerlo vuelven a dedicarse a conductas similares porque su coste es reducido en relaci¨®n a los beneficios que cosechan con sus conductas fraudulentas; 4) entonces vuelven a llevarse otra rega?ina y otra multa que pueden pagar con facilidad (los bancos saben que las v¨ªctimas no tienen los recursos legales suficientes como para enfrentarse a ellos).
El reportaje de En portada termina con una canci¨®n que dice: "Bueno, tal vez esta recesi¨®n/ sea una bendici¨®n disfrazada/ la pr¨®xima vez/ podremos montar una burbuja m¨¢s grande/ y dejar que los dem¨¢s limpien nuestro desorden".
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