La ca¨ªda de un banco que no sirvi¨® de escarmiento
Las lecciones sin aprender de la intervenci¨®n de Banesto, de la que se cumplen 20 a?os
No es la primera vez que los contribuyentes pagan por una crisis bancaria. Hace 20 a?os, el 28 de diciembre de 1993, cuando el Banco de Espa?a (BE) ech¨® a Mario Conde de la presidencia de Banesto y reflot¨® el banco, el Estado puso 600 millones de euros (100.000 millones de pesetas) que nunca se recuperaron. Los bancos privados aportaron otra cantidad similar. Emilio Bot¨ªn, presidente del Santander, se qued¨® con la entidad por 1.900 millones, pero no fue suficiente para tapar un agujero de 3.644 millones de euros (605.000 millones de pesetas) que cost¨® esta crisis. Los accionistas de Banesto pagaron el resto.
La experiencia internacional demuestra que todas las crisis bancarias las pagan los ciudadanos, pero esta se solucion¨® de una manera m¨¢s r¨¢pida (en cuatro meses), m¨¢s contundente y m¨¢s barata que la actual. Banesto cost¨® el 0,3% del PIB frente al 4% que se calcula que supondr¨¢ la actual y un 5%, la de los ochenta. El manual del supervisor dice que lo m¨¢s barato es atajar el problema cuanto antes, asumir p¨¦rdidas y recolocar el banco en el sistema. De lo contrario, cuesta m¨¢s el saneamiento y la entidad no presta, lo que provoca cierre de empresas y paro, que a su vez, hunden las cuentas del Estado.
Con la crisis de las cajas se sigui¨® el patr¨®n opuesto: no se reconoci¨® el problema, las medidas fueron lentas y el coste para los contribuyentes fue gigantesco.
El estallido de la crisis de Banesto se produjo a media ma?ana del 28 de diciembre de 1993. Era el d¨ªa de los Santos Inocentes. Pero iba en serio. El Banco de Espa?a (BE) acababa de ordenar la sustituci¨®n de los gestores de Banesto despu¨¦s de que la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores (CNMV) hubiera suspendido la cotizaci¨®n. El emblem¨¢tico Banco Espa?ol de Cr¨¦dito (Banesto), uno de los hist¨®ricos y m¨¢s grandes del sector, hab¨ªa entrado en ca¨ªda libre y la intervenci¨®n estaba cantada desde hac¨ªa semanas, salvo milagro de ¨²ltima hora. No lo hubo. La misma deriva que el banco hab¨ªa seguido su presidente, Mario Conde, un abogado del Estado que se hab¨ªa convertido en fiel exponente de la denominada cultura del pelotazo que domin¨® aquellos a?os de esplendor y, aunque ¨¦l siga insistiendo en que no era su intenci¨®n, era visto como la gran esperanza blanca de la derecha tras la incapacidad demostrada por Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar para desbancar a Felipe Gonz¨¢lez. Era un l¨ªder medi¨¢tico, que controlaba Antena 3 TV, tom¨® un paquete en El Mundo, entre otros medios, y un icono de la econom¨ªa por manejar una ingenier¨ªa financiera que luego se demostr¨® m¨¢s oscura que brillante y le llev¨® a la c¨¢rcel.
Lleg¨® al banco de la mano de Juan Abell¨®, empresario de estirpe con intereses en la industria farmac¨¦utica. Los dos dieron un pelotazo con la venta de Antibi¨®ticos al grupo italiano Montedison por 58.000 millones de pesetas en 1987. Con ese dinero saltaron al banco m¨¢s asequible, Banesto, regido entonces por Pablo Garnica, como presidente, y el exministro franquista Jos¨¦ Mar¨ªa L¨®pez de Letona. Abell¨® y Conde se consolidaron en Banesto con la opa fallida lanzada por el Banco de Bilbao. Hizo un consejo a su medida y se apoy¨® en su guardia pretoriana: Enrique Lasarte, Arturo Roman¨ª, Fernando Garro, Ramiro N¨²?ez, y fich¨® a profesionales pr¨®ximos al poder socialista, Juan Belloso, Paulina Beato y Antonio Torrero.
¡®Bankster¡¯
Parece que fue Ferdinand Pecora quien acu?¨® el americanismo bankster, un vocablo que recoge la palabra banker (banquero) y gangster (g¨¢nster). Pecora, nacido en Sicilia, termin¨® la carrera de abogado y trabaj¨® como adjunto en la Fiscal¨ªa de Nueva York. En 1933, el Senado buscaba un profesional insobornable y le nombr¨® abogado principal del comit¨¦ de Banca para interrogar a los principales banqueros. Se investigaba las causas del crash de 1929 en Wall Street, antesala de la Gran Depresi¨®n. A ra¨ªz de la gran crisis financiera o Gran Recesi¨®n de 2008, el t¨¦rmino banksters volvi¨® a las p¨¢ginas de diarios y revistas.
?Ad¨®nde nos lleva esta peque?a historia? A los veinte a?os de la destituci¨®n de Mario Conde, conviene recordar por qu¨¦ fue intervenido el Banco Espa?ol de Cr¨¦dito (Banesto). Y la raz¨®n que desencadena la intervenci¨®n no fue la hipot¨¦tica sospecha de que los administradores estaban perpetrando el robo del banco. Exist¨ªan indicios de operaciones irregulares, s¨ª, y as¨ª lo hizo constar la supervisi¨®n y el expediente disciplinario abierto por el entonces banco emisor. Pero estos indicios solo pudieron aflorar con mayor evidencia una vez que Conde y su equipo fueron expulsados de la entidad.
Lo que s¨ª determin¨® la intervenci¨®n fue el hecho de que tras una carrera alocada de competencia con el Banco Santander por ganar cuota del mercado, Banesto qued¨® exhausto. Un banco cae siempre por problemas de liquidez. Y el mercado interbancario que le daba liquidez a Banesto, para evocar un hecho que, como sabemos, es el inicio de la crisis actual, se endureci¨® y le castig¨® duramente. Sin liquidez y con sus tripas llenas de cr¨¦ditos malos, incobrables, por la mala gesti¨®n, Banesto se convirti¨® en un peligro para el sistema financiero espa?ol.
Como era too big to fail, otra similitud con los problemas actuales, es decir, demasiado grande para quebrar a su aire, estilo Lehman Brothers el 15 de septiembre de 2008, el Banco de Espa?a intervino con la intenci¨®n de sanearlo y venderlo m¨¢s tarde. Pero en el proceso de saneamiento, emergieron con mayor detalle datos sobre unas operaciones con indicios de delito. Y fueron puestos en conocimiento de la justicia. La fiscal¨ªa de la Audiencia Nacional present¨® una querella por apropiaciones indebidas, estafas y artificios contables. En total, unos 7.200 millones de pesetas o 43,2 millones de euros.
Salvo en un caso, la llamada operaci¨®n de los warrants de la sociedad Carburos Met¨¢licos, donde se evaporaron 1.344 millones de pesetas (8,4 millones de euros), Mario Conde y Arturo Roman¨ª no se revelaron como avezados banqueros de rapi?a. Fue, m¨¢s bien, un abuso de poder, un robo de la caja. Eso se deduce de operaciones como el pago de 600 millones de pesetas (m¨¢s de 3,7 millones de euros) a Argentia Trust, domiciliada en las islas Saint Vincent, en el Caribe, por motivos inconfesables (aunque no se los quedara Conde en su bolsillo, como puso de relieve la sentencia del Tribunal Supremo), o la extracci¨®n de 300 millones de pesetas (1,87 millones de euros) en dos tacadas que, seg¨²n instrucciones de Conde, fueron entregados en bolsas de deporte a Adolfo Su¨¢rez, hecho que el expresidente neg¨® en el juicio oral. Una parte del dinero robado se pudo recuperar y compensar.
Pero donde Conde exhibi¨® de manera m¨¢s espectacular su pr¨¢ctica de bankster fue en su operaci¨®n de chantaje en toda regla sobre el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez en 1995. El exbanquero consigui¨® tener bajo control las 1.200 microfichas del entonces CESID (Centro Superior de la Informaci¨®n de la Defensa) sobre temas de la guerra sucia contra ETA, robadas por el coronel Juan Alberto Perote. Gonz¨¢lez recibi¨® al abogado de Conde y de Perote, Jes¨²s Santaella, en La Moncloa. Pero la operaci¨®n fracas¨®. Ni el juez Manuel Garc¨ªa-Castell¨®n fue apartado de la investigaci¨®n ni Conde obtuvo los 14.000 millones de pesetas que ped¨ªa por silenciar el asunto. Una historia de banksters.
La ma?ana del 28 de diciembre, la acci¨®n de Banesto estaba cayendo m¨¢s de un 10% ante el fuerte rumor de intervenci¨®n. El presidente de la CNMV, Luis Carlos Croissier, llam¨® al gobernador del Banco de Espa?a, Luis ?ngel Rojo, con el que no pudo hablar porque estaba en Consejo Ejecutivo. Le devolvi¨® la llamada el subgobernador, Miguel Mart¨ªn, quien le inform¨® de la existencia de una inspecci¨®n que hab¨ªa detectado una fuerte necesidad de recapitalizaci¨®n de la entidad por la enorme morosidad encubierta en el balance. Croissier subray¨® entonces que, como el mercado ya estaba contaminado, el manual le obligaba llamar a Banesto. Mario Conde le neg¨® lo que el BE le hab¨ªa confirmado, que hubiera inspecci¨®n y que se hubieran detectado problemas de capital.
El siguiente paso de la autoridad burs¨¢til fue personarse en Cibeles, sede del supervisor. All¨ª se reuni¨® con Rojo y Mart¨ªn, que no estaban muy convencidos de intervenir para respetar el plazo que ese mismo d¨ªa, a primera hora, hab¨ªan dado a Conde y que se cumpl¨ªa el 31 de diciembre, tres d¨ªas despu¨¦s. Quiz¨¢ les convencieron las palabras de Croissier de que ten¨ªa que pedir explicaciones por escrito a Banesto y que el BE ten¨ªa que refrendarlas, lo que sin duda implicaba y arrastraba a la instituci¨®n. Desde el tel¨¦fono del despacho de Rojo, Croissier llam¨® a la CNMV para dar orden de la suspensi¨®n. Posteriormente, tras otra reuni¨®n urgente del Consejo Ejecutivo, el Banco de Espa?a ordenaba la sustituci¨®n de los administradores, lo que supon¨ªa de hecho la intervenci¨®n de Banesto.
Tanto Croissier como, en su momento, Rojo, informaron al ministro de Econom¨ªa, Pedro Solbes. El gobernador tambi¨¦n llam¨® al presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez. Solbes y Gonz¨¢lez estaban informados de la situaci¨®n paso a paso. ¡°En septiembre de 1993, Luis ?ngel Rojo, cada vez m¨¢s inquieto por las noticias que le llegaban de la inspecci¨®n, me coment¨® que ten¨ªamos que hablar de Banesto¡±, cuenta Solbes en sus memorias. ¡°Durante octubre y noviembre, en las reuniones peri¨®dicas que manten¨ªa con el gobernador me manten¨ªa informado. Obviamente yo informaba al presidente del Gobierno¡±, que, seg¨²n Solbes, ¡°mostr¨® su inquietud por las consecuencias y las implicaciones pol¨ªticas de la intervenci¨®n, dadas las peculiaridades del presidente de Banesto; pero vistas las razones t¨¦cnicas apoy¨®, como yo, la propuesta del banco¡±.
Aunque no lo cuenta en sus Recuerdos, el ministro se convenci¨® de la insolvencia de Banesto en la reuni¨®n celebrada, ya entrado diciembre, en su despacho de la calle de Alcal¨¢. A ella asistieron, adem¨¢s de Rojo y Mart¨ªn, el director general de Inspecci¨®n del BE, Jos¨¦ P¨¦rez, y el secretario de Estado de Econom¨ªa, Alfredo Pastor. La ma?ana del 28 le pill¨® a Solbes en el Congreso, donde hab¨ªa acudido para votar los Presupuestos del a?o siguiente y donde su antecesor, Carlos Solchaga, le pregunt¨® sobre los rumores existentes a su llegada al hemiciclo. ¡°Estamos siguiendo el tema¡±, le tranquiliz¨®.
La intervenci¨®n de Banesto abr¨ªa paso a un annus horribilis, con una huelga general convocada para enero de 1994, la huida del ex director general de la Guardia Civil, Luis Rold¨¢n, tras las acusaciones de uso fraudulento de los fondos reservados; la detenci¨®n del exgobernador Mariano Rubio por fraude fiscal y la dimisi¨®n de dos ministros (Vicente Albero, tambi¨¦n por fraude fiscal en el despacho de Manuel de la Concha, como Rubio, y Antoni Asunci¨®n, de Interior, por la fuga de Rold¨¢n). Adem¨¢s de la tensi¨®n pol¨ªtica, Espa?a viv¨ªa una depresi¨®n econ¨®mica que elev¨® el paro hasta el 24,1% de la poblaci¨®n activa, con m¨¢s de 3,5 millones de desempleados. La tasa de morosidad de la banca estaba en el 9%. En la crisis actual, la tasa ha llegado al 13%. La crisis y la mala gesti¨®n hab¨ªan empujado a Banesto a una situaci¨®n insostenible.
A solo tres d¨ªas de terminar el ejercicio, presentaba un cuadro cl¨ªnico terminal. Las cifras solo las conoc¨ªa el Banco de Espa?a, y no con exactitud, por las dificultades que encontraron los inspectores. A 15 de diciembre, los servicios de Inspecci¨®n hab¨ªan cuantificado en 503.415 millones de pesetas (unos 3.200 millones de euros) el agujero patrimonial documentado en m¨¢s de 4.000 folios. Posteriormente, y una vez intervenido el banco, el agujero se elev¨® a 605.000 millones (casi 3.800 millones de euros), aunque la nueva administraci¨®n de la entidad, encomendada a Alfredo S¨¢enz, entonces vicepresidente del BBV, por la autoridad monetaria, la cifr¨® en 680.000 millones de pesetas (4.096 millones de euros). Las cifras son claramente menores que los 22.424 millones de euros del agujero de Bankia, pero es imposible abordar este cap¨ªtulo clave en la econom¨ªa espa?ola sin encontrar similitudes y diferencias con la crisis actual. Aunque no hubo p¨¢nico bancario, algunos clientes hicieron colas en las oficinas de Banesto.
La r¨¢pida intervenci¨®n televisiva del gobernador Rojo, con gran credibilidad social, y la ausencia de problemas en otras crisis bancarias de la ¨¦poca (en entidades de mucho menor tama?o) contuvieron a los depositantes. Banesto no fue el primer caso ni el ¨²nico en la crisis de los noventa: entre 1986 y 1999 se cerraron 25 bancos, 27 cajas, 51 cooperativas y 222 entidades financieras. No obstante, el miedo pas¨® factura a Banesto porque entre la retirada de dep¨®sitos de los clientes y la de los bancos competidores que no le prestaban en el mercado interbancario, la entidad necesit¨® que el Banco de Espa?a le inyectara 900.000 millones de pesetas (5.420 millones de euros), seg¨²n fuentes del equipo gestor que sustituy¨® a Conde. Pasados los meses convulsos, los dep¨®sitos de Banesto hab¨ªa ca¨ªdo un 30%, un disparo en su l¨ªnea de flotaci¨®n.
Mario Conde asegura que la decisi¨®n del Banco de Espa?a fue una gran sorpresa, pero lo cierto es que la tensi¨®n que viv¨ªa con el supervisor se arrastraba desde principios de 1992. De hecho, en mayo de ese a?o ya sufri¨® un problema de liquidez porque se rumore¨® que ten¨ªa problemas de insolvencia. Aquel mes hubo una inspecci¨®n ¡°en la que se vio que la cuenta de resultados no generaba suficiente margen para las necesidades de provisi¨®n que ten¨ªa el banco¡±. Entonces, como al final del 1993, Banesto reflejaba sus principales problemas: mala gesti¨®n, conflicto de intereses, ocultaci¨®n y falta de cumplimiento de la regulaci¨®n contable, concentraci¨®n de poder en el principal ejecutivo, que no ten¨ªa experiencia bancaria, y al mismo tiempo no contaba con gestores profesionales. ¡°Con estos mimbres se lanz¨® a una alocada expansi¨®n del cr¨¦dito con nulo control de la morosidad y de los riesgos en su Corporaci¨®n Industrial¡±, cuentan los que analizaron sus balances.
La siguiente inspecci¨®n de calado fue en enero de 1993. Volvi¨® a tener problemas de liquidez y el supervisor le ayud¨®. ?Se pod¨ªa haber intervenido entonces y evitar tanto desastre? Los antiguos responsables de la inspecci¨®n lo niegan ¡°porque no se hab¨ªa puesto de manifiesto la insolvencia de la entidad. Hab¨ªa que esperar hasta que incumpliera los ratios de solvencia, como dice la ley. Se redoblaron los equipos de inspecci¨®n para seguir de cerca todo lo que pasaba. Incluso se le prohibi¨® dar m¨¢s cr¨¦dito a la corporaci¨®n sin permiso previo del Banco de Espa?a, entre otras medidas¡±. Entonces lleg¨® una de las jugadas de Conde: en mayo de 1993 lanz¨® una ampliaci¨®n de 130.000 millones de pesetas, la mayor que hab¨ªa hecho nunca una empresa espa?ola, y la coloc¨® en el mercado, ya con la ayuda de JP Morgan, clave en esta historia. El exbanquero, que pas¨® en prisi¨®n 10 de los 20 a?os a los que fue condenado, se dedica ahora a escribir y a la asesor¨ªa jur¨ªdica. Afirma que no tiene ninguna actividad empresarial y pasa la mayor parte del tiempo en Chaguazoso (Orense), aunque mantiene su chalet en la madrile?a calle Triana. ?l cuestiona ahora: ¡°Tuve todos los permisos oficiales del Banco de Espa?a, la CNMV, los auditores de PriceWaterhouse, que ratificaban la salud de Banesto. ?Estaba la entidad bien en mayo y quebrada en diciembre?¡±.
Eran unos p¨¦simos gestores que falsearon documentos¡±, dijo el jefe de Supervisi¨®n del Banco de Espa?a
Desde la inspecci¨®n se responde a Conde que se aprobaron las cuentas de mayo con los datos que se ten¨ªan entonces. La ampliaci¨®n fue una medida dr¨¢stica para intentar reflotar un barco que se hund¨ªa, pero, con el paso del tiempo se demostr¨® que no fue suficiente para tapar todos los agujeros. Como denunciaron los inspectores entonces y ahora, cada mes que pasaba se conoc¨ªan m¨¢s morosos en sus cuentas y aumentaban las necesidades de provisiones. Por ejemplo, fue imposible conocer la morosidad de los cr¨¦ditos inferiores a 150 millones de pesetas hasta junio de 1993. ¡°El banco nos dec¨ªa que no ten¨ªan sistemas inform¨¢ticos, pero era la entidad con m¨¢s moderna tecnolog¨ªa. Al final, logramos hacer un muestreo de los peque?os cr¨¦ditos, que eran much¨ªsimos, y saltaron todas las alarmas: se dispar¨® la morosidad¡±, cuentan veteranos de la inspecci¨®n. El entonces presidente niega que se ocultaran cr¨¦ditos.
¡°El Banco de Espa?a ten¨ªa acceso a lo mismo que yo. Est¨¢bamos en una inspecci¨®n permanente¡±. El hecho cierto es que la ampliaci¨®n fue una trampa para los peque?os accionistas y empleados que compraron aquellos t¨ªtulos a 1.200 pesetas y meses despu¨¦s val¨ªan la mitad. Algunos exdirectivos del BE creen que fue un error autorizar la ampliaci¨®n por los da?os a terceros. Preguntado Conde si se siente responsable de haber causado aquellas p¨¦rdidas a los peque?os accionistas, responde que ¨¦l fue el m¨¢s perjudicado. ¡°Perd¨ª el equivalente a 220 millones de euros. Es cierto que se provoc¨® un da?o a accionistas que vendieron, aunque fue menor para los que aguantaron porque se recuper¨®¡¡±. Pasados los a?os, Bankia vivi¨® una situaci¨®n similar con la salida a Bolsa en julio de 2012 y su posterior hundimiento 10 meses despu¨¦s con la crisis de la entidad, como se recuerda desde el Banco de Espa?a.
La moraleja, explican, es que de nada sirven medidas dr¨¢sticas que implican a los peque?os accionistas cuando una entidad arrastra graves problemas de insolvencia. Lo cierto es que pese a la ampliaci¨®n, en diciembre la entidad viv¨ªa una situaci¨®n de insolvencia que pon¨ªa en peligro los ahorros de cuatro millones de depositantes, habr¨ªa llevado al banco a la quiebra de haberse conocido en los mercados y, al mismo tiempo, arrastrado a todo el sistema financiero, seg¨²n el supervisor. El banco central hab¨ªa requerido el d¨ªa 21 a los gestores de Banesto un plan de saneamiento, que oblig¨® a ampliar el 22. Enrique Lasarte, consejero delegado, lo present¨® ante Jos¨¦ P¨¦rez, director general de Supervisi¨®n, con un reconocimiento de necesidades de provisiones por 265.000 millones de pesetas (1.600 millones de euros), una cantidad a la que Banesto no pod¨ªa hacer frente. El plan de Lasarte era el parte de defunci¨®n de Banesto, salvo que, como propuso, se le concedieran una serie de ayudas fiscales que el supervisor consider¨® imposibles porque no se confiaba en la gesti¨®n de Conde y su equipo y menos que la cuenta de resultados generara suficientes beneficios. Conde admite que se pidi¨® un plan con ayudas, pero matiza: ¡°No eran imposibles, y nos las hubieran dado si no hubi¨¦ramos sido Banesto. Tambi¨¦n se ayud¨® al Banco Central y posteriormente al BCH, que estaban en una situaci¨®n parecida¡±, afirma.
El hecho es que Lasarte pidi¨® tapar los agujeros con 85.000 millones en un cr¨¦dito fiscal y dejar los 238.000 millones restantes para dotaciones de ejercicios posteriores. ¡°Solicitaban un c¨²mulo de exenciones que supon¨ªan una falta de transparencia absoluta¡±, seg¨²n explicar¨ªa Jos¨¦ P¨¦rez en la comisi¨®n de investigaci¨®n del Congreso. Para el Banco de Espa?a, aceptar ese plan solo habr¨ªa conducido a prolongar la agon¨ªa con peligro de contagio para todo el sistema. ¡°Eran no solo unos p¨¦simos gestores capaces de consumir todo el capital y reservas de sus accionistas y de poner en peligro los ahorros, sino que tambi¨¦n hab¨ªan ido acumulando un historial de elusi¨®n a la normativa vigente, de ocultaci¨®n y de falseamiento de los documentos contables que impidi¨® adoptar medidas correctoras¡±, seg¨²n la dura aseveraci¨®n de P¨¦rez en el Congreso. Llegados a este punto, la ¨²nica salvaci¨®n era ¡°ayuda externa para salvarse, dada la magnitud del d¨¦ficit patrimonial", como subrayaron Rojo y Mart¨ªn en el Congreso. Mart¨ªn, al que Conde le hab¨ªa ofrecido ser consejero delegado y se hab¨ªa convertido despu¨¦s en su bestia negra ¡ª¡°cre¨ªa que yo ten¨ªa animadversi¨®n hacia ¨¦l, que le persegu¨ªa¡±, dijo el hoy presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Banca en el Congreso¡ª cit¨® a este el 27 de diciembre para subrayarle que el banco necesitaba ayuda externa de forma irremisible y que ¡°solo no pod¨ªa sobrevivir¡±.
El equipo de Conde la busc¨® en el banco de inversi¨®n estadounidense JP Morgan para respaldar un nuevo tramo de la ampliaci¨®n de capital que nunca se llev¨® a cabo. La carta del compromiso de JP Morgan habla del aseguramiento de una emisi¨®n de convertibles de 400 millones de d¨®lares para el primer cuatrimestre de 1994. El supervisor quer¨ªa que el banco invirtiera directamente en Banesto y se comprometiera antes del 31 de diciembre. En la ma?ana del 27 de diciembre JP Morgan envi¨® la carta a Conde desde Nueva York y en la madrugada del 28 de madrugada se hizo llegar al Banco de Espa?a. A Rojo no le pareci¨® un compromiso suficiente ni firme, aunque algunos protagonistas admiten que si JP Morgan hubiera puesto dinero fresco encima de la mesa se ¡°hubiera frenado la intervenci¨®n¡±.
La rapidez con la que se resolvi¨® la ca¨ªda de Banesto contrasta con la lentitud y carest¨ªa de la crisis actual
La versi¨®n de Mario Conde es diferente. Asegura que aquella ma?ana fr¨ªa y gris del 28 de diciembre, cuando acudi¨® a primera hora al despacho de Rojo por requerimiento de este, se le propuso que vendiera su paquete en Banesto, el 7% del capital y dimitiera con todo su equipo para as¨ª propiciar una fusi¨®n con el BBV. Esta versi¨®n siempre ha sido desmentida desde instancias oficiales, si bien algunas fuentes admiten que se le ofreci¨® una salida voluntaria para hacer m¨¢s f¨¢cil todo el proceso. El hecho es que Conde sali¨® de all¨ª con un plazo de tres d¨ªas m¨¢s para lograr m¨¢s capital de JP Morgan. Horas despu¨¦s lleg¨® la ca¨ªda de Banesto en Bolsa, la suspensi¨®n de la cotizaci¨®n y su salida. Entre los protagonistas se admite que Banesto no era el ¨²nico banco con problemas en aquella crisis econ¨®mica, si bien matizan que a alg¨²n otro, como el BCH, se flexibilizaron los calendarios de provisiones porque colaboraba con la inspecci¨®n y cumpl¨ªan las normas, algo que no hac¨ªa Conde.
?Por qu¨¦ cay¨® ¨¦l y no otro? Ante la inspecci¨®n del Banco de Espa?a, Conde era el banquero m¨¢s indisciplinado y, por lo tanto, m¨¢s peligroso para la estabilidad del sistema. En numerosas ocasiones se hab¨ªa enfrentado y ocultado datos clave a los inspectores y, algo importante, se hab¨ªan descubierto las ¡°operaciones especiales¡±, aquellas por las que fue acusado de apropiaci¨®n indebida, estafa y falsedad y condenado a 20 a?os de prisi¨®n. Conde achaca su intervenci¨®n a la persecuci¨®n pol¨ªtica urdida por Aznar y el ministro socialista Narc¨ªs Serra, que Felipe Gonz¨¢lez no evit¨®. Pero, el BE siempre ha rechazado la teor¨ªa de la conspiraci¨®n pol¨ªtica, bas¨¢ndose en las cifras y en el tiempo que le dieron para arreglarlo.
D¨ªas antes de la ca¨ªda, Rojo se hab¨ªa reunido con los tres grandes banqueros, Luis Valls (Popular), Emilio Ybarra (BBV) y Emilio Bot¨ªn (Santander) por separado. El domingo 26 reuni¨® en su domicilio a los dos Emilios (Ybarra y Bot¨ªn) y a los vicepresidentes del BBV, Alfredo S¨¢enz y Javier G¨²rpide, adem¨¢s de Mart¨ªn. El gestor escogido fue S¨¢enz, que no dud¨® en irse a Banesto porque tras la fusi¨®n del Bilbao y el Vizcaya hab¨ªa quedado marginado. Junto a ¨¦l se incorporaron 17 ejecutivos (16 del banco vasco, la mayor¨ªa exvizcayas, y uno del Santander, David Arce, responsable de un puesto clave como auditor¨ªa). Precisamente, tras la intervenci¨®n, la CNMV investig¨® a Emilio Ybarra por haber operado su gestor con la acci¨®n de Banesto en los d¨ªas previos, pero no encontr¨® ninguna evidencia de informaci¨®n privilegiada. Una de las primeras actuaciones de S¨¢enz, a petici¨®n de Rojo, fue hablar con Conde y Lasarte. Hab¨ªa una preocupaci¨®n l¨®gica de que se llevaran papeles y archivos. S¨¢enz, que fue solo a la reuni¨®n, hab¨ªa sido informado de que en la noche del 28 al 29 hab¨ªa habido mucho movimiento de cajas en la sede central. De todos modos, el propio S¨¢enz reconoce que es dif¨ªcil que hubiera fuga porque la inspecci¨®n del BE llevaba tiempo buceando en los papeles de la entidad y que sus servicios no encontraron ninguna anomal¨ªa.
El fallo del Supremo del ¡®caso Banesto¡¯
Mario Conde,presidente del Banco Espa?ol de Cr¨¦dito, condenado a 20 a?os y 2 meses por apropiaci¨®n indebida, estafa y falsedad.
Arturo Roman¨ª, vicepresidente, condenado a 13 a?os y 8 meses por apropiaci¨®n indebida, estafa y falsedad.
Fernando Garro, director general, condenado a 6 a?os por estafa y apropiaci¨®n indebida.
Enrique Lasarte, consejero delegado, condenado a 4 a?os por falsedad.
Rafael P¨¦rez-Escolar, consejero, condenado a 9 a?os y 8 meses por apropiaci¨®n indebida, estafa y falsedad.
Jacques Hachuel, socio de Mario Conde, condenado a 4 a?os por apropiaci¨®n indebida.
La leyenda de la existencia de papeles creci¨® con el tiempo, hasta el punto que a S¨¢enz lo fueron a ver inspectores del Cesid, sobre todo tras la aparici¨®n de documentos comprometedores cuya filtraci¨®n se atribuy¨® a Conde y cuya divulgaci¨®n provoc¨® una crisis pol¨ªtica por la presunta participaci¨®n de altos cargos en la guerra sucia contra ETA. Fueron los llamados papeles del Cesid. S¨¢enz se encontr¨® con un problema adicional cuando la Reserva Federal de EE UU anunci¨® que iba a intervenir la filial Banesto Banking Corporation, lo que hubiera supuesto el derrumbe y la liquidaci¨®n de la matriz, ya que era la que financiaba Banesto al haber gripado el interbancario. ¡°Afortunadamente, conoc¨ªa a Ray Back, el encargado de la supervisi¨®n, de mi etapa en el BBV y, gracias la confianza que ten¨ªa conmigo, me concedi¨® tres meses de gracia para arreglar la situaci¨®n. Eso nos supuso salvar la entidad¡±, relata S¨¢enz. De no haberse arreglado este asunto, Banesto pod¨ªa haberse liquidado.
Tras la junta y el saneamiento, se subast¨® y gan¨® el Santander, pese a que Bot¨ªn no firm¨® la p¨¢gina 52 del documento de compra, donde pon¨ªa la cantidad. 762 pesetas por acci¨®n (313.476 millones en total) frente a las 667 de Ybarra y 566 de Francisco Luz¨®n, presidente de Argentaria. El 25 de abril de 1994 estaba adjudicado.En las tripas del Santander, Banesto se mantuvo hasta el 17 de diciembre de 2012, cuando desapareci¨® tras 110 a?os de historia. La p¨¦rdida de Banesto, que se uni¨® a la derrota de la subasta por el operador de telecomunicaciones Airtel, marc¨® el declive de Ybarra e, indirectamente, del BBV, que perdi¨® fuerza. En paralelo, Bot¨ªn lanz¨® su liderazgo ya iniciado con las supercuentas de 1989 y que, precisamente, fue el comienzo de la ca¨ªda de Conde al querer seguirle y no tener capacidad. La puntilla fue el fracaso de la salida a Bosla de la Corporaci¨®n Industrial, frustrada por la guerra de Kuwait. Aquello habr¨ªa podido cambiar el rumbo.
Visto con perspectiva, Banesto fue un modelo de una intervenci¨®n que no se ha seguido con Bankia ni el resto de cajas quebradas. Como explic¨® P¨¦rez en el Congreso, que tras el BE trabaj¨® en el BBVA, ¡°el supervisor no puede evitar que el banquero se arruine, pero debe evitar que arruine a los dem¨¢s¡±. La intervenci¨®n r¨¢pida, con el reconocimiento realista de p¨¦rdidas es clave en las crisis bancarias. Tambi¨¦n se debe evitar caer en la creencia de que las entidades con problemas de solvencia se van a arreglar por la llegada de los ciclos alcistas que siempre llegan tras las recesiones. Este planteamiento, como se ha visto estos a?os, produce entidades zombis que no dan cr¨¦dito, hunden la econom¨ªa y generan m¨¢s morosidad. Este planteamiento, que marc¨® la actuaci¨®n del Banco de Espa?a bajo el control de Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, ha favorecido que cinco a?os despu¨¦s del inicio de la crisis todav¨ªa haya entidades nacionalizadas y con dudas sobre su futuro. Los problemas de Banesto, como los de Bankia y el resto, no llegaron por su actuaci¨®n en la crisis, sino en los a?os de bonanza. No hay que olvidar que las consecuencias de una mala gesti¨®n tardan en manifestarse y que los administradores ocultan, al principio, la mala situaci¨®n de su entidad. Por ¨²ltimo, no se debe olvidar que el gobierno corporativo de las entidades es clave para determinar su futuro. Eso es lo que perdi¨® a Conde y a muchos gestores de cajas de ahorros: la banca es un negocio aburrido, con mucho brillo social, pero m¨¢s dif¨ªcil y arriesgado de lo que parece. El problema es que los platos rotos no los pagan los banqueros, sino los ciudadanos.
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