Y as¨ª el kilovatio se hizo de oro
Una d¨¦cada de fallos regulatorios y empresariales lleva la electricidad a un precio inasumible Las pujas de br¨®kers y fondos de inversi¨®n marcan el recibo
El radiador el¨¦ctrico pas¨® el invierno agazapado, espi¨¢ndolos como un enemigo. A pesar de los seis grados de media a los que hiberna Madrid, en el apartamento de Juan Presa no quisieron ni olerlo. El fr¨ªo lo taparon con mantas, y el calentador se reserv¨® para un par de noches muy duras. Con Juan, de 62 a?os, viven su esposa y sus tres hijos. Ninguno tiene trabajo. Juan, que era cerrajero, lo perdi¨® hace dos a?os. Sus ¨²nicos ingresos son 426 euros de la renta m¨ªnima. Los entre 60 y 80 euros mensuales de la factura el¨¦ctrica se comen una quinta parte del presupuesto.
El concepto de pobreza energ¨¦tica resume la situaci¨®n de cuatro millones de espa?oles que sufren para pagar la electricidad, seg¨²n el recientemente desaparecido Observatorio de la Sostenibilidad. Cruz Roja ya ha avisado de que el 40% de las familias que recurren a su ayuda, ciudadanos hasta hace poco con renta media, no puede mantener la casa a una temperatura adecuada. La preocupaci¨®n crece. Las el¨¦ctricas cortaron la luz de 1,4 millones de viviendas en 2012 y el PP ha vetado esta semana en el Congreso una iniciativa de ICV para que en invierno no haya cortes por impago.
La familia Presa es una m¨¢s de las que no entiende por qu¨¦ Espa?a tiene la tercera luz m¨¢s cara de Europa (seg¨²n Eurostat, tras una subida del 60% entre 2006 y 2012, solo Chipre e Irlanda, dos islas, pagan m¨¢s) mientras que los consumidores acumulan una deuda de 30.000 millones con las el¨¦ctricas.
El estupor ciudadano creci¨® con las subidas de tarifa en agosto y octubre, y rebos¨® con la subasta del jueves que concluy¨® con el incremento del 11% previsto para enero en el recibo y que el Gobierno anul¨® horas despu¨¦s. La pregunta que recorre el pa¨ªs parece sencilla: ?en qu¨¦ punto de su cadena de producci¨®n el kilovatio se convirti¨® en oro?
La electricidad se genera en una central, salta a la red de alta tensi¨®n, de ah¨ª pasa a las de media y baja, y termina su ciclo en casas que pueden estar en una gran ciudad, en el campo o una isla. Todos esos pasos cuestan dinero. Pero la cadena de gastos tiene m¨¢s eslabones: impuestos, deudas, especuladores, intereses empresariales, primas a sistemas de producci¨®n de energ¨ªa que son m¨¢s limpias (renovables) o imprescindibles para garantizar el sistema (los ciclos combinados de gas).
A ojos del Gobierno est¨¢ claro d¨®nde se encuentra la fuga que hay que taponar: en esa deuda millonaria con las el¨¦ctricas, equivalente al 8% del recibo de la luz, y que representa los gastos que se les han reconocido a las compa?¨ªas pero que no se les han abonado. Para enjugarla dise?¨® la gran reforma el¨¦ctrica de la legislatura: un paquete de 15 normas con medidas tan pol¨¦micas como gravar m¨¢s al consumidor en los costes fijos de la luz (los que se pagan por tener suministro, independientemente de lo que se consuma) o la cruzada contra el autoconsumo. La reforma fracas¨® antes de nacer. Iba a acabar con el d¨¦ficit de tarifa este a?o pero a ¨²ltima hora Hacienda retir¨® los 3.600 millones que hab¨ªa comprometido para abonar su parte del d¨¦ficit.
La del d¨¦ficit es una historia poco edificante. La figura la cre¨® en 2002 Rodrigo Rato, entonces ministro de Econom¨ªa del PP, cuando estableci¨® que la luz nunca subir¨ªa m¨¢s del 2% al a?o. Como los costes de producir la electricidad eran mayores, opt¨® por embalsar esa diferencia emulando al tendero que apunta las latas de at¨²n fiadas. Las razones para mantener el precio artificialmente bajo eran diversas: desde el controlar la inflaci¨®n, al electoralismo y la mejora de la competitividad industrial.
La soluci¨®n naci¨® como temporal, pero luego ning¨²n Gobierno se vio con fuerza para explicarle al votante que deb¨ªa pagar m¨¢s. Durante una d¨¦cada los espa?oles han vivido en una ilusi¨®n. La industria y los ciudadanos consum¨ªan satisfechos mientras las el¨¦ctricas facturaban como nunca.
Este d¨¦ficit fue asumible hasta que en 2005 los costes se dispararon por la subida del petr¨®leo que arranc¨® con la inestabilidad en Irak. La tendencia se agrav¨® en 2008 con las nuevas primas a las las renovables, y la crisis hizo que la componenda terminara de estallar.
Para pagar se han ido probando sistemas. El ¨²ltimo consist¨ªa en emitir lo debido en paquetes y colocarlos en el mercado de valores (la llamada titulizaci¨®n). Las el¨¦ctricas ya han cobrado ese d¨¦ficit y ahora los espa?oles se lo deben a bancos de inversi¨®n en buena parte extranjeros.
Espa?a tiene 25.000 megavatios de potencia, pero 6.000 no son necesarios
Los m¨¢s cr¨ªticos con esta estrategia de dilaci¨®n de los problemas aseguran que esa deuda nunca se ha auditado p¨²blicamente. Y algunos, como Jorge Fabra, llegan m¨¢s lejos. Fabra es un economista con aire de profesor tiernogalvanesco, jersey de pico sobre la corbata y pelo peinado hacia atr¨¢s. Ha sido consejero de la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa (CNE) y ahora una de sus preocupaciones es convencer a la opini¨®n p¨²blica de que no hay un d¨¦ficit acumulado de tarifa, sino super¨¢vit en las retribuciones. Es decir, que no es que las el¨¦ctricas cobren de menos, sino que los consumidores les pagan de m¨¢s.
No todos los kilovatios son iguales aunque al encender la l¨¢mpara lo parezcan. Cada part¨ªcula lum¨ªnica se produce de una forma diferente y a un precio diferente. Al pulsar el interruptor, todas se materializan despu¨¦s de haber viajado a la velocidad de la luz desde su central de generaci¨®n pero, mientras una unidad el¨¦ctrica procede del viento, otra lo hace de una presa construida hace 70 a?os, y una tercera de una central que funciona con un gas cuyo precio depende de mil conflictos internacionales. Y, sin embargo, toda esa energ¨ªa la paga el ciudadano al mismo precio. Esta disfunci¨®n es consecuencia de un sistema de venta peculiar. Fabra la explica delante de una pantalla con un Power Point. ¡°Atento a la exposici¨®n, que no es f¨¢cil¡±, avisa.
En un operador de mercado electr¨®nico llamado OMIE, las generadoras van ofertando cada ma?ana la energ¨ªa que producir¨¢n cada una de las horas del d¨ªa al precio que les parece m¨¢s cercano a sus costes. Primero se venden las que tienen los costos variables m¨¢s bajos (renovables ¡ªsu fuente es gratuita¡ª, hidroel¨¦ctricas y nucleares ¡ªel coste de construcci¨®n de las centrales ya se recuper¨®¡ª) y, cuando estas se acaban, se venden las que los tiene m¨¢s altos (carb¨®n y gas, por el precio del combustible). Para que a todos los actores les interese participar, al final se les abona el mismo precio: el de la producci¨®n m¨¢s cara del d¨ªa.
Los kilovatios se producen a precios diversos, pero todos se pagan igual: al m¨¢s alto
La paradoja de este mercado, creado en 1997 con la liberalizaci¨®n del sistema el¨¦ctrico, es que pagar¨ªamos lo mismo en nuestra factura si, en lugar de mezclar fuentes baratas y caras, toda la energ¨ªa se produjera al precio de las costos¨ªsimas centrales de gas. ¡°Es como si en una lonja pagas la merluza al mismo precio que la sardina¡±, explica Fabra. S¨¦ que resulta contraintuitivo decir que la culpa del alto precio de la energ¨ªa la tienen las m¨¢s baratas; pero es as¨ª, porque lo que las el¨¦ctricas ahorran en producci¨®n no repercute en precios bajos, sino en que sus ganancias sean mayores. La hidroel¨¦ctrica tiene beneficios del 700%, y la nuclear del 200%¡±, calcula. ¡°Si se les pagara lo que les cuesta la energ¨ªa, el sistema se equilibrar¨ªa. El d¨¦ficit es en realidad esa ganancia excesiva que se embolsan¡±.
?Y por qu¨¦ se dise?¨® este mercado as¨ª? Fabra considera que por un componente ideol¨®gico a finales de los noventa, cuando comenz¨® la liberalizaci¨®n de un sector que hasta entonces estaba controlado por el Estado. Otros entrevistados apuntan que fue para favorecer la diversificaci¨®n de fuentes de potencia y reducir la dependencia de las energ¨ªas f¨®siles. En cualquier caso, Fabra insiste, ¡°parece evidente que un sistema creado en 1997, cuando las tecnolog¨ªas eran muy distintas, no tiene sentido ahora¡±.
Pero esto es solo la teor¨ªa. Comprender c¨®mo funciona el mercado precisa de una visita a los encargados de vender y comprar el pescado. Axpo es una filial de una compa?¨ªa suiza que opera en Espa?a con una facturaci¨®n anual de 600 millones. Su sala de control la preside un mapa inform¨¢tico de la Pen¨ªnsula sembrado de puntos y cifras con sus clientes: parques e¨®licos en Galicia, fotovoltaicas en Murcia...
Las renovables dicen que sus primas son solo responsables del 22% del agujero
Los t¨¦cnicos est¨¢n conectados 24 horas con Red El¨¦ctrica de Espa?a (REE, la compa?¨ªa encargada del transporte por alta tensi¨®n y del equilibrio del suministro), pendientes de las necesidades del sistema. Ante las fluctuaciones en la demanda, responden regulando la producci¨®n de sus clientes y enviando a la red la energ¨ªa necesaria. La sincron¨ªa tiene que ser perfecta porque si la electricidad no entrara y saliera al mismo tiempo de las centrales de REE las turbinas se ralentizar¨ªan y podr¨ªa ocasionarse un apag¨®n.
Los 50 empleados de Axpo regulan la producci¨®n de muchos clientes y la venden en los mercados. Unos traders operan con seis pantallas a la vez; tambi¨¦n hay inform¨¢ticos, comerciales... todos j¨®venes. ¡°Yo soy el mayor de aqu¨ª¡±, bromea el presidente de la firma, Ignacio Soneira, un hombre con cuerpo peque?o y empacado de triatleta, como promociona en su perfil de Twitter.
Vender en el OMIE es muy complejo. Aparte del mercado diario ¡ªal que acuden los productores, intermediarios y grandes consumidores¡ª, existe la subasta trimestral del CESUR ¡ªa partir de la que se fija el precio para el cliente dom¨¦stico que se beneficia de la TUR, la tarifa protegida¡ª. Luego est¨¢n los mercados intradiarios y de servicios complementarios, en los que se efect¨²an operaciones a velocidad vertiginosa para ajustarse a la demanda al segundo.
La CESUR suscita recelos. La CNE lo ha investigado ante la sospecha de que los precios se calienten a prop¨®sito, y en la madrugada del viernes pasado la Comisi¨®n Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que ha engullido a la CNE, suspendi¨® por primera vez una subasta. El precio de la energ¨ªa vendida hab¨ªa subido el 26,5% respecto a la subasta de octubre, y la CNMC detect¨® ¡°la ocurrencia de circunstancias at¨ªpicas¡±. Desde que hace dos semanas el Gobierno retir¨® sus 3.600 millones de la reforma el¨¦ctrica, el mercado estaba disparado. Aunque hay un 20% m¨¢s agua en los embalses que hace un a?o, las el¨¦ctricas apenas ofertaban electricidad de origen hidr¨¢ulico (la m¨¢s barata). Dos apagones en nucleares terminaron de elevar el precio.
En la CESUR participan las cinco grandes el¨¦ctricas y agentes financieros (bancos de inversi¨®n y comerciales) que realmente no negocian con la electricidad, sino con el precio que creen que tendr¨¢ el trimestre que viene. Estos intermediarios aportan un componente especulativo, pero tambi¨¦n ofrecen estabilidad al sistema. Si la energ¨ªa se vende a 100 y en el mercado internacional sube de repente a 110, o si en un d¨ªa muy fr¨ªo se dispara el precio, el cliente dom¨¦stico mantiene la tarifa inicial.
Cualquier br¨®ker puede comprar y vender en este mercado, confiando en que el viento o el precio del carb¨®n le concedan un peque?o beneficio. Ofrecen un precio a las comercializadoras por un paquete de energ¨ªa y, una vez que ganan la puja, van comprando hora a hora la energ¨ªa en el mercado diario. Para un extra?o al sistema, el sobrecoste que introduce esta intermediaci¨®n parece aberrante, pero Alberto Carbajo explica que es solo ¡°grasilla¡±: ¡°Puede tratarse de 1.000 millones de beneficios¡±.
Alberto Carbajo es ingeniero, ejerci¨® de director general de Operaci¨®n de REE y considera que los problemas m¨¢s urgentes del sistema son la mala planificaci¨®n y la sobreproducci¨®n. En un d¨ªa de lluvia espera en la puerta de una cafeter¨ªa madrile?a. Con los ojos muy celestes y una gabardina se asemeja a un esp¨ªa de Le Carr¨¦. Su diagn¨®stico es rotundo: ¡°Faltan ingresos en el sector, por la ca¨ªda de la demanda, para el volumen de las inversiones que se han efectuado¡±.
Espa?a acumula 25.000 megavatios de potencia, pero unos 6.000 no son necesarios. Algunas centrales de ciclo combinado se usan solo cuatro horas al d¨ªa. ¡°Tenemos un exceso de capacidad de generaci¨®n de m¨¢s del 30% con costes muy elevados y estancamiento econ¨®mico¡±, resume Carbajo. ¡°Y ese exceso, junto a la penetraci¨®n de renovables con subvenciones muy generosas, ha provocado una p¨¦rdida de competitividad¡±.
Cuando el ladrillo marcaba el paso y la demanda el¨¦ctrica crec¨ªa desbocada al 3%, el Gobierno y las el¨¦ctricas se lanzaron a aumentar el parque energ¨¦tico. ¡°Ha habido cierta miop¨ªa acerca de la duraci¨®n del ciclo econ¨®mico y de los escenarios financieros que facilitaban el endeudamiento. Se ha metido mucha potencia cara, como las renovables, que habr¨ªa que haber incorporado solo a medida que fuera madurando. Al mismo tiempo, las empresas han construido demasiados ciclos combinados para hacerse la competencia, y esas centrales enormes est¨¢n infrautilizadas¡±.
El problema se podr¨ªa resumir en un s¨ªmbolo, la nueva central de gas en ciclo combinado en San Roque (C¨¢diz). Con una potencia de 800 megavatios, cost¨® 400 millones y se inaugur¨® en 2011, cuando el consumo ya desplomado. Ahora la demanda est¨¢ en niveles de 2005 por el par¨®n de la industria.
En un panorama en el que han fallado las planificaciones de las empresas y del Estado, parece dif¨ªcil se?alar a un solo culpable. Sin embargo, en la guerra el¨¦ctrica todos sus actores son especialistas en acusarse unos a otros. Las grandes el¨¦ctricas achacan el boquete a las renovables. Estas sostienen que las primas que reciben son ¨²nicamente responsable del 22% del agujero y que las el¨¦ctricas quieren distraer de que sus ganancias son excesivas.
La opacidad legislativa impide que los consumidores entiendan c¨®mo funciona el sistema, y esta falta de claridad llega a la propia factura de la luz, imposible de descifrar. Fuentes de las grandes el¨¦ctricas, las principales acusadas de este r¨¦gimen de oscuridad, comparten que se han ido poniendo demasiados parches: ¡°En lugar de una reforma integral hay 300 normas que nadie comprende. Eso tampoco nos interesa¡±.
Las el¨¦ctricas han cobrado el d¨¦ficit de tarifa gracias a la ¡®titulizaci¨®n¡¯
El caso de las renovables es paradigm¨¢tico. El Gobierno de Zapatero cre¨® una serie de primas reguladas para ayudar a estas tecnolog¨ªas en sus inicios. Pero incluso los productores reconocen que el sistema ha terminado suponiendo una piedra en el cuello del sector el¨¦ctrico. ¡°Estoy de acuerdo en que se fue la mano con la fotovoltaica¡±, asume Jorge Morales, experto en energ¨ªa y empresario fotovoltaico, ¡°pero eso es solo una l¨ªnea en un libro lleno de torpezas y esc¨¢ndalos¡±.
Instituciones cient¨ªficas fijaron las remuneraciones razonables (CNE, IDAE, Ciemat¡) pero la redacci¨®n de la ley fue tan deficiente que permiti¨® que se establecieran en Espa?a 2.900 megavatios de potencia fotovoltaica en lugar de los 400 a los que el pa¨ªs aspiraba. El texto dejaba rendijas para la picaresca que permitieron que, adem¨¢s de miles de inversores honrados, en la aventura se implicaran especuladores que escapaban del ladrillo. El resultado fue sobrepotencia de una tecnolog¨ªa cara.
Y para culminar la falta de planificaci¨®n regulatoria, ahora llega una reacci¨®n dr¨¢stica: un frenazo total a un sector que ha costado miles de millones al contribuyente. ¡°Lo que plantea la reforma es esquizofr¨¦nico¡±, se indigna Morales: ¡°Por una falta de planificaci¨®n regulatoria se permiti¨® una inversi¨®n descontrolada en tecnolog¨ªas como las fotovoltaicas en un momento en que a¨²n estaban inmaduras, y ahora que est¨¢n listas para competir con las energ¨ªas tradicionales se las deja caer¡±. En su opini¨®n el problema se podr¨ªa resolver con negociaci¨®n y una planificaci¨®n m¨¢s razonable.¡°A veces el fotovoltaico ha sido muy talib¨¢n pidiendo que no hubiera ninguna modificaci¨®n de la norma que lo amparaba, pero se podr¨ªa arreglar el bloqueo con di¨¢logo, comenzando a aplicar las rebajas a las instalaciones a medida que vayan amortizando inversiones¡±.
La bola de la energ¨ªa ha llegado demasiado lejos sin que ning¨²n Gobierno pusiera algo m¨¢s que parches. El sistema est¨¢ lleno de flecos que suponen millones perdidos en ineficiencias, como los 2.000 de ayudas al carb¨®n o los Costes de Transici¨®n a la Competencia (CTC), unas compensaciones que se otorgaron a las el¨¦ctricas al liberalizar el sector. Seg¨²n Fabra, por errores de c¨¢lculo se retribuyeron 3.000 millones extra a las compa?¨ªas por este concepto.
Los inversores defienden que sus pujas aportan estabilidad al sistema
Para salir de este callej¨®n sin salida los expertos aseguran que hay soluciones, todas tan ambiciosas como merece un sector que se vanagloria de su complejidad. De ellas, la m¨¢s lejana parece un pacto de Estado para fijar una pol¨ªtica energ¨¦tica a medio plazo. Las regulaciones m¨¢s ambiciosas tambi¨¦n chocan con la puerta giratoria a trav¨¦s de la que decenas de exministros, secretarios de Estado y altos funcionarios de la Administraci¨®n de todos los colores han entrado en los consejos de las cinco grandes el¨¦ctricas y de compa?¨ªas con gran peso en las renovables. ¡°Las ganancias son multimillonarias, y las presiones que ejercen los actores m¨¢s poderosos resultan insoportables: verdaderos chantajes¡±, explica un ex alto cargo que no quiere dar su nombre. Las el¨¦ctricas siempre han jugado fuerte. Hace unas semanas una delegaci¨®n de las 10 m¨¢s importantes en Europa visit¨® al comisario de Energ¨ªa, G¨¹nther Oettinger. Los invitados no pudieron resistirse a deslizar frente a su anfitri¨®n que el continente podr¨ªa sufrir apagones si sus retribuciones siguen cayendo.
Algunos analistas, como Fabra, sugieren la necesidad de fragmentar los mercados seg¨²n tecnolog¨ªa para fomentar la pugna t¨¦cnica y recompensar a los productores m¨¢s competitivos. Alberto Carbajo considera que, a corto plazo, lo ¨²nico posible es apretar los dientes y esperar que aumente la demanda para que el sistema deje de ser un pesado reloj al que mover las manecillas le cuesta miles de millones; y por ello es imprescindible acometeruna reforma que vaya m¨¢s all¨¢ de combatir el d¨¦ficit, consecuencia y no causa del problema.
La patronal el¨¦ctrica, Unesa, insiste mientras tanto en que la soluci¨®n pasa por desregular completamente un mercado que considera que est¨¢ demasiado intervenido, y eliminar campanas protectoras como la tarifa TUR (llamada Precio Voluntario al Peque?o Consumidor desde la modificaci¨®n legislativa), en funci¨®n de la cual el Gobierno fija las cantidades que deben pagar los consumidores que tiene contratada una potencia por debajo de los 10 kilovatios. Que estos consumidores salieran al mercado libre lo har¨ªa mucho m¨¢s atractivo, asegura la patronal.
El debate se perpet¨²a en los despachos. Mientras, el invierno regresa a la calle. La factura de la luz continuar¨¢ siendo un jerogl¨ªfico este a?o. Uno cada vez m¨¢s dif¨ªcil de resolver para muchas familias.
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