Fiat redobla su apuesta global al culminar la absorci¨®n de Chrysler
Marchionne liga el futuro de la compa?¨ªa italiana al mercado de Estados Unidos
Sergio Marchionne ya tiene el acuerdo que necesitaba para integrar plenamente a Chrysler en Fiat. Con la llegada del A?o Nuevo, el consejero delegado del grupo de Tur¨ªn anunciaba el pacto por el que se har¨¢ con control total del tercer fabricante de coches de EE UU, al adquirir el 41,5% del capital que estaba en manos de sus empleados. Un paso que va a transformar la estructura del gigante industrial.
El acuerdo est¨¢ valorado en 3.200 millones de euros. La primera consecuencia es que se abandona la intenci¨®n de colocar parte del capital de Chrysler en Wall Street, seis a?os despu¨¦s de que la compa?¨ªa se declarara en bancarrota. El Tesoro de EE UU se puso al mando en la primavera de 2009 al inyectar dinero en masa para reestructurarla. Marchionne ya dej¨® claro entonces su inter¨¦s por entrar en el accionariado de la compa?¨ªa tan pronto como superara la suspensi¨®n de pagos.
Fiat empez¨® controlando un 20% del capital ese mismo verano mientras que el 55% quedaba en manos de los empleados de Chrysler. Lo vendi¨® como una alianza que le iba a dar la oportunidad de usar la estructura de concesionarios para distribuir modelos de la marca italiana en EE UU. Poco a poco, Marchionne ampli¨® el control. La Administraci¨®n Obama decidi¨® saldar cuentas en julio de 2011, cuando el negocio ya estaba en positivo. Chrysler volv¨ªa a quedar en manos extranjeras.
Con el precio que paga al sindicato del autom¨®vil por su parte del capital, Chrysler tendr¨ªa una valoraci¨®n cercana a los 7.350 millones de euros, a medio camino de lo que se calculaba que podr¨ªa haber conseguido con la salida a Bolsa. Pero Marchionne no quer¨ªa dar el salto al parqu¨¦, porque podr¨ªa haber entorpecido la integraci¨®n que ten¨ªa en mente. Por eso el pacto se interpreta como una victoria para el m¨¢ximo ejecutivo de las dos compa?¨ªas.
Los sindicatos temen una menor presencia industrial en Italia tras la adquisici¨®n de Chrysler
¡°La estructura de propiedad unificada nos permitir¨¢ ejecutar plenamente la visi¨®n para crear un fabricante de coches global¡±, valor¨® Marchionne. Es decir, a partir de ahora tendr¨¢ la libertad que necesita para consolidar todas sus operaciones y dotarse as¨ª de la escala necesaria para competir a nivel global con General Motors, Ford Motors, Toyota o Volkswagen. Adem¨¢s la consolidaci¨®n crear¨¢ una rivalidad interna en el seno del mismo grupo Fiat.
Desde hace tiempo se especula con que Marchionne podr¨ªa exportar desde Europa hacia EE UU algunas de las operaciones de Fiat. Incluso se habl¨® el pasado mayo de que el nuevo grupo que emerja de la integraci¨®n podr¨ªa tener su cuartel general en Auburn Hills o en otra regi¨®n del pa¨ªs. El gobernador del Estado de Tennessee, Bill Haslam, ya se postul¨® en junio para acoger a la nueva Fiat. All¨ª tiene una planta su filial de componentes de Magneti Marelli, que acaba de ampliar el pasado verano.
El cambio de sede es, evidentemente, una maniobra para presionar al Gobierno italiano y a sus empleados en Europa. Pero no es una idea descabellada si se piensa que el grueso de las ventas y del beneficio operativo de la firma turinesa se generan en Norteam¨¦rica. EE UU est¨¢ viviendo, en paralelo, una nueva revoluci¨®n energ¨¦tica que beneficia a las grandes firmas industriales con costes de producci¨®n mucho m¨¢s bajos.
Los movimientos de sede tampoco son nuevos. Chrysler ya tuvo que desplazar su equipo ejecutivo hace 15 a?os a Stuttgart, cuando fue adquirida por Mercedes-Benz. Fue un duro rev¨¦s para Detroit, que aceler¨® un declive que llevaba d¨¦cadas en marcha. Volvi¨® a su sede original cuando el fondo Cerberus tom¨® el control. Pero con el desembarco de Fiat surgieron de nuevo las dudas sobre su continuidad en Michigan.
Los menores costes energ¨¦ticos juegan a favor de producir en Norteam¨¦rica
No solo Chrysler mantendr¨¢ el mando en suelo estadounidense, sino que por la estructura del pacto va a convertirse en la fuente financiera que permitir¨¢ a Fiat recuperar su rentabilidad. De hecho, la transacci¨®n con el sindicato se paga plenamente con el efectivo que acumula en caja la automovil¨ªstica de Detroit. Marchionne, por tanto, apuntala su reputaci¨®n como negociador y garantiza de paso el futuro operativo y financiero de Fiat.
El acuerdo es muy oportuno. Los gigantes de Detroit vuelven a tener cifras de ventas en el mercado norteamericano como hace siete a?os, a un ritmo de 15,6 millones de unidades anuales, y est¨¢n presentando nuevos modelos que nada tienen que envidiar a las marcas asi¨¢ticas y europeas. General Motors, que tambi¨¦n fue rescatada, ya camina completamente por libre y el pr¨®ximo 15 de enero tendr¨¢ a Mary Barra como consejera delegada.
Si Marchionne diera curso al controvertido cambio de domicilio y apostara por operar todo el grupo desde los suburbios de Detroit, ser¨¢ un verdadero espaldarazo para la tocada imagen de Motown. Adem¨¢s, podr¨¢ apostar por la vuelta de Alfa Romeo al mercado estadounidense. Pero a la vez supondr¨ªa un serio rev¨¦s para Europa, que es cada vez m¨¢s irrelevante para un EE UU que mira hacia las oportunidades de negocio en Asia y Am¨¦rica Latina.
Fiat insiste, en la informaci¨®n remitida a los reguladores, que el cambio de cuartel general no est¨¢ sobre la mesa ni decidido. Sin embargo, el propio ejecutivo italiano admiti¨® en alguna ocasi¨®n ante los analistas de Wall Street que Europa se queda atr¨¢s y que hay una reflexi¨®n en curso sobre hacia donde la casa de Lingotto debe destinar los recursos en t¨¦rminos de inversi¨®n y de retornos.
Es una realidad que tampoco niegan los sindicatos en Italia, conscientes de que la estrategia cambi¨® desde la compra de Chrysler y por eso no descartan una menor presencia industrial de Fiat en el pa¨ªs. Lo que est¨¢ tambi¨¦n por ver es si este cambio estructural del grupo Fiat provocar¨¢ que su cotizaci¨®n burs¨¢til se transfiera a Nueva York, una opci¨®n que s¨ª est¨¢ en los planes de Marchionne.
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