Malestar avanzado
La econom¨ªa ha honrado en los ¨²ltimos cinco a?os su mote de ¡°ciencia l¨²gubre¡±. En 2014 seguir¨¢
La econom¨ªa recibe a menudo el mote de ¡°ciencia l¨²gubre¡±, y durante la ¨²ltima media d¨¦cada ha honrado firmemente su reputaci¨®n en las econom¨ªas avanzadas. Desafortunadamente, el a?o pr¨®ximo no traer¨¢ alivio.
El producto interior bruto (PIB) per capita real (ajustado por inflaci¨®n) en Francia, Grecia, Italia, Espa?a, Reino Unido y Estados Unidos es menor que antes de la gran recesi¨®n. De hecho, el PIB per capita griego cay¨® casi el 25% desde 2008.
Hay unas pocas excepciones: despu¨¦s de m¨¢s de dos d¨¦cadas, la econom¨ªa japonesa parece estar experimentando un giro bajo el Gobierno del primer ministro Shinzo Abe, pero, con la herencia de deflaci¨®n que se acumula desde la d¨¦cada de 1990, el camino de regreso ser¨¢ largo. El PIB real per capita alem¨¢n fue mayor en 2012 que en 2007, aunque un aumento del 3,9 % en cinco a?os no es algo de lo que se pueda alardear demasiado.
En otras partes, sin embargo, las cosas son verdaderamente l¨²gubres: el desempleo se mantiene testarudamente alto en la zona del euro, y la tasa de desempleo de largo plazo en EE UU a¨²n excede por mucho sus niveles previos a la recesi¨®n.
Parece que el crecimiento volver¨¢ este a?o a Europa, aunque con tasas verdaderamente an¨¦micas: el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta un aumento anual del producto del 1%. De hecho, los pron¨®sticos del FMI han resultado excesivamente optimistas una y otra vez: el Fondo predijo un crecimiento del 0,2% para la zona del euro en 2013, cuando, probablemente, el resultado sea una contracci¨®n del 0,4%; y un crecimiento del 2,1% para EE UU, que parece haber resultado m¨¢s pr¨®ximo al 1,6%.
El abandono de la fuerza laboral explica en parte la baja tasa de desempleo en Estados Unidos
Con los l¨ªderes europeos comprometidos con la austeridad y movi¨¦ndose a ritmo glacial para ocuparse de los problemas estructurales debidos a los errores de dise?o institucional de la zona del euro, no sorprende que las perspectivas sean tan l¨®bregas para el continente.
Pero al otro lado del Atl¨¢ntico hay motivos para un silencioso optimismo. Los datos revisados para EE UU indican que su PIB real creci¨® a una tasa anual del 4,1% durante el tercer trimestre de 2013, al tiempo que la tasa de inter¨¦s finalmente lleg¨® al 7% en noviembre, su menor nivel en cinco a?os. Media d¨¦cada de escasa construcci¨®n se ha ocupado en gran medida del exceso de edificaci¨®n que se produjo durante la burbuja inmobiliaria. El desarrollo de vastas reservas de energ¨ªa de pizarra (shale) dio a Estados Unidos un impulso en direcci¨®n a su tan ansiada meta de independencia energ¨¦tica y redujo los precios del gas a m¨ªnimos r¨¦cord, lo que permiti¨® un atisbo de reanimaci¨®n de la producci¨®n manufacturera. Y la bonanza del sector de alta tecnolog¨ªa se ha convertido en la envidia del resto del mundo.
A¨²n m¨¢s importante es que un m¨ªnimo de sanidad se ha incorporado al proceso pol¨ªtico estadounidense. Los recortes presupuestarios autom¨¢ticos ¡ªque redujeron el crecimiento de 2013 hasta en 1,75 puntos porcentuales respecto de lo que hubiera sido sin ellos¡ª contin¨²an, pero de manera mucho m¨¢s atenuada. Adem¨¢s, la curva de costes de atenci¨®n sanitaria ¡ªuna importante fuente de d¨¦ficits fiscales en el largo plazo¡ª ha cedido. Ya la Oficina de Presupuesto del Congreso proyecta que el gasto en Medicare y Medicaid (los programas gubernamentales de atenci¨®n sanitaria para ancianos y pobres, respectivamente) para 2020 estar¨¢, aproximadamente, el 15% por debajo del nivel proyectado en 2010.
Es posible, e incluso probable, que el crecimiento estadounidense en 2014 sea lo suficientemente r¨¢pido como para crear m¨¢s puestos de trabajo de los necesarios para los nuevos ingresantes a la fuerza laboral. Como m¨ªnimo, deber¨ªa caer la enorme cantidad (aproximadamente, 22 millones) de quienes desean un empleo de tiempo completo y no han podido encontrarlo.
Incluso antes de la recesi¨®n, el capitalismo de EE UU no funcionaba para una gran parte de la poblaci¨®n
Pero debemos poner freno a nuestra euforia. Una cantidad desproporcionada de los puestos de trabajo que est¨¢n siendo creados son de baja remuneraci¨®n, tal es as¨ª, que el ingreso mediano (el de quienes se encuentran en el medio) contin¨²a disminuyendo. Para la mayor¨ªa de los estadounidenses no hay recuperaci¨®n: el 95% de los beneficios va al 1% m¨¢s rico.
Incluso antes de la recesi¨®n, el capitalismo al estilo estadounidense no funcionaba para una gran parte de la poblaci¨®n. La recesi¨®n solo puso m¨¢s al descubierto sus asperezas. La mediana del ingreso (ajustada por inflaci¨®n) a¨²n es menor que en 1989, casi un cuarto de siglo antes; y la mediana del ingreso de los hombres es menor que hace cuatro d¨¦cadas.
El nuevo problema estadounidense es el desempleo de largo plazo, que afecta a casi el 40 % de los desempleados, sumado a uno de los sistemas de seguro contra el desempleo m¨¢s pobres entre los pa¨ªses avanzados, con beneficios que habitualmente finalizan a las 26 semanas. Durante las depresiones, el Congreso estadounidense extiende esos beneficios y reconoce que la situaci¨®n de los desempleados no es tal porque no buscan empleo, sino porque no hay empleos que encontrar. Pero ahora, los congresistas republicanos se resisten a adaptar el sistema de desempleo a esta realidad. Con el receso por los festivos, el Congreso entreg¨® al desempleo de largo plazo el equivalente a un telegrama de despido: a inicios de 2014, los casi 1,3 millones de estadounidenses que perdieron sus beneficios de desempleo en diciembre quedaron abandonados a su suerte. Feliz A?o Nuevo.
Mientras tanto, uno de los principales motivos por los que actualmente la tasa de desempleo estadounidense es tan baja es que muchas personas han abandonado la fuerza laboral. La participaci¨®n en la fuerza de trabajo se encuentra en niveles que no se ve¨ªan desde hace m¨¢s de tres d¨¦cadas. Algunos dicen que esto refleja en gran medida la demograf¨ªa: una mayor porci¨®n de la poblaci¨®n en edad laboral tiene m¨¢s de 50 a?os de edad, y la participaci¨®n en la fuerza de trabajo siempre ha sido menor entre este grupo que en cohortes m¨¢s j¨®venes.
Pero esto simplemente cambia el problema: la econom¨ªa estadounidense nunca fue buena para reentrenar a sus trabajadores. Los trabajadores estadounidenses son considerados productos b¨¢sicos descartables, se los deja de lado si no pueden mantenerse al d¨ªa con los cambios tecnol¨®gicos y el mercado. La diferencia ahora es que estos trabajadores ya no constituyen una peque?a fracci¨®n de la poblaci¨®n.
Nada de esto es inevitable. Es el resultado de malas pol¨ªticas econ¨®micas e, incluso, peores pol¨ªticas sociales, que desperdician el recurso m¨¢s valioso del pa¨ªs ¡ªsu talento humano¡ª y causan inmenso sufrimiento a las personas afectadas y a sus familias. Ellos desean trabajar, pero el sistema econ¨®mico de EE UU les ha fallado.
As¨ª que, con el gran malestar que continuar¨¢ en Europa en 2014 y la recuperaci¨®n en EE UU, que excluir¨¢ a todos excepto a los m¨¢s ricos, consid¨¦renme l¨²gubre. A ambos lados del Atl¨¢ntico, las econom¨ªas de mercado han fallado a la mayor¨ªa de sus ciudadanos. ?Cu¨¢nto tiempo m¨¢s se puede seguir as¨ª?
Joseph E. Stiglitz, premio Nobel de Econom¨ªa, es catedr¨¢tico en la Universidad de Columbia. Su ¨²ltimo libro es The price of inequality: how today¡¯s divided society endangers our future (El precio de la desigualdad: la sociedad dividida actual y su peligro para nuestro futuro).
? Project Syndicate, 2014.
www.project-syndicate.org
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