El coraz¨®n de Panam¨¢ no se toca
Las pretensiones de Sacyr de recibir m¨¢s dinero por la ampliaci¨®n del Canal chocan contra el orgullo de un pa¨ªs que ha convertido la obra en su s¨ªmbolo
Hay un Panam¨¢ de luces centelleantes y sabor caribe?o. Coches que cruzan la cinta costera con la m¨²sica a todo volumen. ¡°?D¨®nde t¨² v¨¢? Te consigo mujeres, fiestas. Lo que quieras, pana¡±, se ofrece un joven a pie de costa. Luego coexiste, en el mismo territorio, esa otra naci¨®n que es el canal de Panam¨¢, el orgullo patrio gestionado por ingenieros licenciados en las mejores universidades del mundo. De mentalidad r¨ªgida y espartana. Duros negociadores.
Sacyr, la empresa espa?ola que lidera el consorcio (GUPC) al que fue adjudicado la ampliaci¨®n de la v¨ªa interoce¨¢nica, ha chocado con el segundo Panam¨¢.
Las obras de mejora de la autopista acu¨¢tica que une el mar Caribe y el oc¨¦ano Pac¨ªfico en su punto m¨¢s estrecho est¨¢n casi paradas. Terminadas en un 65%, el consorcio exige 1.600 millones de d¨®lares (unos 1.200 millones de euros) por sobrecostes para rematar la construcci¨®n, prevista para mediados de 2015. Achacan los problemas a la dificultad del terreno y errores de c¨¢lculo en el pliego de condiciones. Las autoridades paname?as consideran que esos gastos no est¨¢n justificados y se niegan a poner m¨¢s dinero.
Los t¨¦cnicos extranjeros que deber¨ªan estar trabajando pasan las ma?anas corriendo por veredas y las tardes paseando por la ciudad mientras se llega a una soluci¨®n. Las gr¨²as y los sacos de cemento parecen abandonados a un lado de los canales. ¡°Est¨¢n acostumbrados a tratar con Gobiernos latinoamericanos derrochadores y corruptos que no tienen tanto respeto por lo p¨²blico¡±, conviene un Ejecutivo que ha estado sentado en la mesa de negociaci¨®n. Un miembro del conglomerado de empresas (a la espa?ola Sacyr se suma la italiana Impregilo, la belga Jan de Nul y la paname?a Cusa) da r¨¦plica: ¡°Son unos maestros transportando buques de un lado a otro, pero sobre la construcci¨®n de una gran infraestructura no tienen ni idea. Las reclamaciones son justas y una postura tan poco dialogante es inusual a este nivel¡±, opina.
El edificio de la Autoridad del Canal de Panam¨¢ (ACP) se asienta en lo alto de una colina. Jorge Quijano es su m¨¢xima autoridad. Sus empleados propagan la leyenda de que conoce cada tuerca del Canal, donde lleva trabajando desde los setenta. Perteneci¨® a un grupo de trabajadores, conocidos como La Matraca, que hac¨ªan oposici¨®n a la direcci¨®n norteamericana en los noventa, cuando se formalizaba el traspaso de la v¨ªa a los paname?os. ¡°Est¨¢bamos haciendo patria y con la ampliaci¨®n tambi¨¦n¡±, sostiene Quijano. Panam¨¢ se separ¨® de Colombia en 1903, pero cedi¨® parte de su tierra a Estados Unidos para construir la v¨ªa mar¨ªtima. Quijano recuerda lo humillante que le resultaba tener que cruzar territorio extranjero para llegar a su oficina.
El Canal report¨® al pa¨ªs unas ganancias de 1.600 millones de d¨®lares durante 85 a?os de gesti¨®n estadounidense. En 14, son ya 8.600 los millones de d¨®lares (6.300 millones de euros, al cambio actual) lo que ha ingresado a las arcas del Estado. ¡°Hemos tenido muy buenos ingresos y muy buenos resultados, pero eso no quiere decir que vayamos a pactar fuera del contrato. ?Esa plata no es de nadie, es de los paname?os!¡±, contin¨²a Quijano. ?Una posici¨®n tan nacionalista no puede estar dificultando el entendimiento? ¡°No me nublo, no se crea¡±. Antes de dar por terminada la entrevista recuerda una escena que cree significativa: ¡°Les insist¨ª en que no iba a moverme de lo que estipulaba el contrato y Paolo Moder (l¨ªder de Impregilo) me dijo que cambiara la ley. Le dije: usted me est¨¢ insultando¡±.
Por ahora no hay un paso atr¨¢s. La semana pasada se estuvo cerca de un acuerdo gracias a la mediaci¨®n de la aseguradora Zurich, que propon¨ªa convertir en cr¨¦dito los 400 millones de d¨®lares de fianza. Cada una de las partes deb¨ªa aportar 100 millones m¨¢s. Cash flow para acabar la obra. Finalmente, no se lleg¨® a cerrar el trato y las partes se han dado hasta el 1 de febrero.
Los paname?os saben lo que es besar la lona y sienten que ceder a las peticiones de las constructoras extranjeras ser¨ªa volver a hacerlo. Roberto Manos de piedra Dur¨¢n era en 1980 el h¨¦roe nacional. En junio de ese a?o hab¨ªa vencido en una pelea memorable a Sugar Ray Leonard, entonces invicto campe¨®n de peso w¨¦lter. En noviembre le dio la revancha al norteamericano e, inexplicablemente, en el s¨¦ptimo asalto se rindi¨®. "Eso lo tenemos aqu¨ª y no olvidamos", dice mientras se toca la sien un obrero paname?o subcontratado. Est¨¢ de brazos cruzados hasta que arranque de nuevo la obra.
Del hotel Intercontinental entran y salen durante el d¨ªa hombres de negocios que parecen tener mucha prisa. Pero ya ha ca¨ªdo la noche y en el bar del lobby suena jazz en vivo. Jos¨¦ Manuel Loureda, presidente del consorcio, parece algo cansado despu¨¦s de interminables negociaciones que lo mantienen activo casi las 24 horas del d¨ªa. El contratista enumera un rosario de problemas con el hormig¨®n, el basalto y el drenaje de una de las presas. ¡°A medida que nos hemos ido enfrentando a la naturaleza hemos ido encontrando estas dificultades. Presentamos nuestras reclamaciones, lo normal en el sector, pero todos los procesos de disputa el Canal los lleva a una tercera instancia. No es comprensible esa forma de gestionar¡±, lamenta. El Canal ha echado para atr¨¢s las 90 reclamaciones que ha presentado, a pesar de que cree que est¨¢n debidamente justificadas. Dice buscar una soluci¨®n al problema de liquidez que mantiene paradas las obras desde noviembre. Loureda, como muchos otros consultados, considera que el peso simb¨®lico del Canal y su importancia en la econom¨ªa mundial pesan a la hora de desenmara?ar el problema.
La paralizaci¨®n de las obras tiene en vilo al comercio mar¨ªtimo mundial. Ha sido el tema de conversaci¨®n recurrente con sus colegas del presidente paname?o, Ricardo Martinelli, en el foro de Davos. La ruptura entre las partes demorar¨ªa la obra hasta 2018 o 2020, seg¨²n la junta de disputas. La ministra espa?ola de Fomento, Ana Pastor, se ofreci¨® a mediar en busca de una soluci¨®n. ¡°No debe haber ninguna negociaci¨®n por fuera del contrato¡±, ataja el excanciller paname?o Jorge Eduardo Ritter. ¡°Esto no es un conflicto diplom¨¢tico. Cualquiera de esas mediaciones no contribuye en nada¡±, avisa.
En la construcci¨®n del canal de Panam¨¢ (1904-1914) participaron m¨¢s de 8.000 espa?oles. Solo los originarios de Barbados eran m¨¢s numerosos. Las generaciones posteriores se dedicaron a abrir hoteles para turistas y a vender muebles a plazos a los m¨¢s pobres, a los que nadie les daba un cr¨¦dito. Unas cuantas familias ampliaron ese negocio y acabaron dedic¨¢ndose de lleno a los pr¨¦stamos. En ocasiones se relaciona a los espa?oles con la usura. El futbolista Julio C¨¦sar Dely Vald¨¦s fue delantero del M¨¢laga y del Oviedo y hasta ahora era seleccionador paname?o. Viaja asiduamente a Espa?a, por lo que ha vivido el conflicto del Canal desde las dos perspectivas. ¡°Se ha politizado mucho el problema. Al final se debe solucionar. Son naciones que se tienen que entender¡±, a?ade para destacar que el asunto es m¨¢s que un pleito entre particulares.
En la Taberna 21, en pleno centro comercial de la ciudad, suena m¨²sica en directo para todos los gustos (rock, funk, banda). El orgulloso propietario del local, un asturiano orondo y campechano llamado Hilario Su¨¢rez, bebe vino mientras recuerda c¨®mo se le ocurri¨® el a?o pasado presentar la candidatura del canal de Panam¨¢ al Premio Pr¨ªncipe de Asturias en la categor¨ªa de cooperaci¨®n internacional: ¡°Une a todo el mundo. Jud¨ªos y ¨¢rabes. Espa?oles y paname?os. Si eso no es concordia que venga Dios y lo vea¡±. Definitivamente, eran otros tiempos.
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