Una profunda descarbonizaci¨®n
La Humanidad avanza por una v¨ªa de ruina, movida por la avaricia y la ignorancia a corto plazo
Echemos un vistazo a lo que ha ocurrido en todo el mundo este mes pasado. La ola de calor en Australia llen¨® los titulares cuando las temperaturas alcanzaron los 45¡ã cent¨ªgrados y entorpecieron el torneo de tenis Abierto de Australia. La extremada sequ¨ªa de California oblig¨® al gobernador a declarar el estado de emergencia. Unas graves inundaciones en Indonesia causaron la muerte a docenas de personas y desplazaron a decenas de miles de ellas. La contaminaci¨®n mezclada con la niebla e inducida por el uso del carb¨®n en Pek¨ªn oblig¨® a sus habitantes a permanecer en sus casas, cerrar las autopistas y desviar los vuelos. Semejantes sucesos son advertencias diarias al mundo: despierta antes de que sea demasiado tarde.
Hemos entrado en la era del desarrollo sostenible. O hacemos las paces con el planeta o destruimos nuestra prosperidad, tan costosamente obtenida. La opci¨®n parece evidente, pero nuestras acciones resultan m¨¢s expresivas que nuestras palabras. La Humanidad sigue avanzando por una v¨ªa de ruina, movida por la avaricia y la ignorancia a corto plazo.
Gran parte de la crisis medioambiental mundial (aunque no toda) se debe al sistema energ¨¦tico basado en los combustibles f¨®siles del mundo. M¨¢s del 80% de toda la energ¨ªa primaria del mundo procede del carb¨®n, del petr¨®leo y del gas. Cuando se queman esos combustibles f¨®siles, emiten di¨®xido de carbono, que, a su vez, cambia el clima de la Tierra. Los datos f¨ªsicos b¨¢sicos se conocen desde hace m¨¢s de un siglo.
Lamentablemente, unas pocas compa?¨ªas petroleras (ExxonMobil y Koch Industries son las m¨¢s destacadas) han dedicado recursos enormes a sembrar la confusi¨®n aun en los casos en que existe un claro consenso cient¨ªfico, pero, para salvar el planeta tal como lo conocemos y preservar el abastecimiento del mundo en alimentos y el bienestar de las generaciones futuras, no hay otra opci¨®n que pasar a un nuevo sistema energ¨¦tico con un nivel escaso de emisiones de carbono.
Los pol¨ªticos temen decir la verdad all¨ª donde hay ¡®lobbys¡¯ poderosos en pro del carb¨®n y el petr¨®leo
Esa transici¨®n tiene tres partes. La primera es una mayor eficiencia energ¨¦tica, lo que significa que debemos utilizar mucha menos energ¨ªa para lograr el mismo nivel de bienestar. Por ejemplo, podemos dise?ar nuestros edificios de modo que aprovechen la luz solar y la circulaci¨®n del aire natural, con lo que requerir¨¢n mucha menos energ¨ªa comercial para calentarlos, refrescarlos y ventilarlos.
En segundo lugar, debemos pasarnos a las energ¨ªas solar, e¨®lica, h¨ªdrica, nuclear, geot¨¦rmica y de otra ¨ªndole, que no se basan en los combustibles f¨®siles. Ya existe la tecnolog¨ªa para recurrir a esas opciones sustitutivas de forma segura y asequible, y en una escala lo suficientemente grande para reemplazar casi todo el carb¨®n y gran parte del petr¨®leo que utilizamos actualmente. A mediados de este siglo solo el gas natural (el combustible f¨®sil m¨¢s limpio) seguir¨ªa siendo una importante fuente de energ¨ªa.
Por ¨²ltimo, en la medida en que sigamos dependiendo de los combustibles f¨®siles, debemos capturar las emisiones de CO2 resultantes en las centrales el¨¦ctricas antes de que escapen a la atm¨®sfera. Despu¨¦s se inyectar¨ªa bajo tierra o bajo el suelo del oc¨¦ano el CO2 capturado para su almacenamiento a largo plazo. Ya se est¨¢ usando con ¨¦xito y en muy peque?a escala la captura y el secuestro del carbono (principalmente para aumentar la recuperaci¨®n del petr¨®leo en los pozos agotados). Si (y solo si) resultaran id¨®neos para su uso a gran escala, los pa¨ªses dependientes del carb¨®n, como China, India y Estados Unidos, podr¨ªan seguir utilizando sus reservas.
Los pol¨ªticos americanos han demostrado ser incapaces de formular pol¨ªticas para que Estados Unidos utilice en peque?a escala la energ¨ªa del carbono. Esas pol¨ªticas entra?ar¨ªan un mayor impuesto aplicado a las emisiones de CO2, un aumento de las actividades de investigaci¨®n e innovaci¨®n en materia de tecnolog¨ªas con un bajo nivel de emisiones de carbono, el paso a los veh¨ªculos el¨¦ctricos y reglamentos para la eliminaci¨®n progresiva de todas las centrales el¨¦ctricas alimentadas con carb¨®n, excepto las que instalen la captura y el secuestro del carbono.
Sin embargo, los pol¨ªticos no est¨¢n aplicando ninguna de esas pol¨ªticas adecuadamente. Los enemigos de la teor¨ªa del cambio clim¨¢tico han gastado miles de millones de d¨®lares para influir en las autoridades, apoyar las campa?as electorales de los defensores de los combustibles f¨®siles y derrotar a los candidatos que se atreven a fomentar la energ¨ªa limpia. El Partido Republicano en conjunto obtiene un apoyo financiero en gran escala de los oponentes de la descarbonizaci¨®n y esos donantes luchan agresivamente contra la menor medida en pro de la energ¨ªa renovable. Por su parte, muchos miembros dem¨®cratas del Congreso de Estados Unidos forman parte tambi¨¦n del bando defensor de los combustibles f¨®siles.
Algunas grandes figuras de la industria energ¨¦tica, demostrando el mayor desinter¨¦s por la verdad (y mayor a¨²n por nuestros hijos, que padecer¨¢n las consecuencias de nuestra locura actual), se han unido a Rupert Murdoch. De hecho, Murdoch, los hermanos Koch y sus aliados se comportan exactamente como las grandes empresas tabaqueras al negar las verdades cient¨ªficas e incluso contratan a los mismos expertos.
La situaci¨®n es en general la misma en todo el mundo. All¨ª donde unos grupos de presi¨®n poderosos defienden los intereses actuales del carb¨®n y del petr¨®leo, los pol¨ªticos suelen temer decir la verdad sobre la necesidad de una energ¨ªa con un nivel bajo de emisiones de carbono. Los pol¨ªticos valientes que s¨ª que dicen la verdad sobre el cambio clim¨¢tico se encuentran principalmente en pa¨ªses que no tienen un grupo de presi¨®n poderoso pro combustibles f¨®siles.
Pensemos en la suerte de quien ha sido una valerosa excepci¨®n a esa regla. Kevin Rudd, ex primer ministro de Australia, intent¨® aplicar una pol¨ªtica de energ¨ªa limpia en su pa¨ªs, productor de carb¨®n. Rudd no consigui¨® la reelecci¨®n, sino que fue derrotado por un candidato que, por contar con el respaldo de una alianza de Murdoch y empresas productoras de carb¨®n, pudo gastar much¨ªsimo m¨¢s que Rudd. Los peri¨®dicos sensacionalistas de Murdoch publican propaganda anticient¨ªfica opuesta a las pol¨ªticas contra el cambio clim¨¢tico no solo en Australia, sino tambi¨¦n en Estados Unidos y en otros pa¨ªses.
La raz¨®n por la que todo esto tiene importancia es la de que tenemos abierta ante nosotros la v¨ªa para una profunda descarbonizaci¨®n. Sin embargo, disponemos de muy poco tiempo. El mundo debe dejar de construir nuevas centrales el¨¦ctricas alimentadas con carb¨®n (excepto las que apliquen la captura y el secuestro del carbono) y substituirlas por una electricidad con un bajo nivel de emisiones de carbono. Debe eliminar progresivamente el motor de combusti¨®n interna en casi todos los nuevos veh¨ªculos de pasajeros de aqu¨ª a 2030, aproximadamente, y reemplazarlos por otros propulsados por electricidad y adoptar tecnolog¨ªas que ahorren energ¨ªa y consuman menos energ¨ªa comercial. Ya se dispone de dichas tecnolog¨ªas, que ir¨¢n mejorando y abarat¨¢ndose con su uso, siempre que se pueda mantener a raya a los grupos de presi¨®n pro combustibles f¨®siles.
Si es as¨ª, los habitantes de todo el mundo descubrir¨¢n algo maravilloso. No solo habr¨¢n salvado el planeta para la pr¨®xima generaci¨®n, sino que, adem¨¢s, disfrutar¨¢n de los rayos del sol y de un aire limpio y sano, y se preguntar¨¢n por qu¨¦ se tard¨® tanto cuando la propia Tierra corr¨ªa un grav¨ªsimo riesgo.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Desarrollo Sostenible y de Pol¨ªtica y Gesti¨®n de la Salud, y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. Tambi¨¦n es asesor especial del secretario general de Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
(c) Project Syndicate, 2014.
Traducido por Carlos Manzano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.