Los multimillonarios controlan el espacio
Unas diez compa?¨ªas, propiedad de algunas de las mayores fortunas del planeta, pelean por hacerse con el pujante mercado de los viajes suborbitales
![Miguel ?ngel Garc¨ªa Vega](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbf6acdc4-b9bc-4483-9498-1fbb5980608d.png?auth=abb9d00bcfb20dcbf298889d374bda7753529b3005c89bef52af5ca7fae60a7e&width=100&height=100&smart=true)
![El avi¨®n SpaceShipTwo, de Virgin Galactic, durante unas pruebas](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/EWQVAGBJWU6INTHKHTBDZB4AGY.jpg?auth=6149f1e120135588cc5069a84f6bab6e4eff95058cd9708d8e1ed6cef8e5999b&width=414)
Arriba, en la estratosfera, hay un negocio gal¨¢ctico. Una nueva industria que permitir¨¢ a unos pocos privilegiados contemplar algo que, hasta ahora, solo han visto 500 seres humanos: la curvatura azul de la Tierra recort¨¢ndose contra la s¨®lida oscuridad del espacio. En estos momentos hay unas diez compa?¨ªas que pugnan por ser las primeras en transformar los vuelos suborbitales en un sistema habitual de transporte o de turismo. Lo singular es que la mayor¨ªa representa el empe?o personal de algunos de los hombres m¨¢s ricos del planeta. Elon Musk, multimillonario cofundador de PayPal, ha creado SpaceX; Jeff Bezos, fundador y director de Amazon, levant¨® Blue Origin; Jeff Greason, antiguo alto ejecutivo de Intel, capitanea XCOR Aerospace, y el hiperactivo sir Richard Branson lleva tiempo intentado que Virgin Galactic despegue con el primer grupo de turistas en ¨®rbita subespacial de la historia.
Todos compiten por un mercado que ¡ªseg¨²n la consultora estadounidense The Tauri Group¡ª en una d¨¦cada acumular¨¢ una inversi¨®n de 600 millones de d¨®lares (432 millones de euros) si se cumplen los c¨¢lculos y m¨¢s de 4.000 personas compran billetes. Mientras esto sucede, la industria tiene en Newton a un gran aliado.
Viajar fuera de la atm¨®sfera terrestre y lejos de su insobornable gravedad permitir¨¢ a estas aeronaves desplazarse a unos 6.400 kil¨®metros por hora. Entonces, las manecillas del reloj acortar¨¢n los tiempos. Solo se tardar¨¢ una hora entre Mosc¨² y Nueva York. Y el trayecto que une Londres con Singapur se recorrer¨¢ en dos. Por primera vez, el mundo semejar¨¢ una verdadera aldea global. ¡°No hace falta tener mucha imaginaci¨®n para darse cuenta del tremendo impacto que esto tendr¨¢ en el mercado inmobiliario de propiedades de lujo¡±, reflexiona en el estudio Wealth Report Liam Bailey, responsable de investigaci¨®n mundial de Knight Frank. Esta consultora, apunta Financial Times, ha identificado a unos 70 ultrarricos (personas que tienen m¨¢s de 30 millones de d¨®lares en activos l¨ªquidos) que invierten en viajes espaciales comerciales, 13 de los cuales son multimillonarios que suman una fortuna personal de 17.500 millones de d¨®lares (12.610 millones de euros).
Pero para que esta industria pueda aprovecharse de esos n¨²meros hay que superar dudas. Yolande Barnes, responsable de investigaci¨®n mundial de la consultora inmobiliaria Savills, sostiene que esta velocidad favorecer¨¢ los viajes de larga distancia ¡°entre ciudades y continentes y la posibilidad de comprar inmuebles de gran lujo en destinos remotos, como Micronesia, que hasta ahora no eran f¨¢cilmente accesibles desde Europa o Am¨¦rica. Sin embargo¡±, advierte, ¡°es improbable que genere nuevos destinos de masas, que tienen m¨¢s que ver con la existencia de vuelos nacionales cortos¡±. Y baratos, habr¨ªa que a?adir.
Tesla Motors conduce a Marte
¡°Estamos ante uno de los sectores m¨¢s incre¨ªbles donde se puede invertir en los pr¨®ximos 20 a?os¡±. Sir Richard Branson, fundador de Virgin Galactic, tiene claro el porvenir del negocio de los viajes suborbitales. Una fortaleza que suscribir¨ªa Elon Musk, de 42 a?os, creador de SpaceX y art¨ªfice del ¨¦xito del sistema de pago por Internet PayPal. El emprendedor se hizo rico al vender la compa?¨ªa por 1.500 millones de d¨®lares (1.078 millones de euros) en 2002 al portal eBay. Pero inquieto como pocos, al a?o siguiente ya lanzaba el fabricante de coches deportivos el¨¦ctricos Tesla Motors.
Ahora quiere llevar al hombre a Marte. Lo har¨¢ a trav¨¦s de su proyecto m¨¢s ambicioso: SpaceX. Fundada en 2002 y con sede en California, fue la primera compa?¨ªa privada en atracar (2012) en la Estaci¨®n Espacial Internacional. Su prop¨®sito es utilizar cohetes que regresen a la Tierra intactos, algo que reducir¨ªa mucho los costes de los viajes al planeta rojo, y a la vez vender los servicios tanto a la NASA como a clientes privados. ?Fecha? 2025 ?Ciencia ficci¨®n? Dec¨ªa el escritor Arthur C. Clarke que toda idea revolucionaria tiene tres fases de reacci¨®n. ¡°Es imposible. Es posible, pero no merece la pena hacerlo. Ya dije todo el tiempo que era una gran idea¡±.
Convertido el espacio en territorio de la ¨¦lite de la ¨¦lite, el negocio est¨¢, precisamente, en dejar de serlo. Virgin Galactic, y su modelo SpaceShipTwo, deber¨ªa despegar del Spaceport America, en Nuevo M¨¦xico (Estados Unidos), en la segunda mitad de este a?o. A bordo ir¨¢n seis pasajeros (entre ellos, el propio sir Richard Branson y su hijo) y dos pilotos. Durante 120 minutos, la nave saldr¨¢ al espacio suborbital, en la frontera entre aire y vac¨ªo, a unos cien kil¨®metros de la superficie terrestre, y los viajeros experimentar¨¢n cinco minutos de ingravidez antes de regresar al desierto. El plan de vuelo lo confirma un portavoz de Virgin, quien espera que, ¡°gracias a las econom¨ªas de escala y a las nuevas tecnolog¨ªas¡±, el precio del billete espacial (ahora en 250.000 d¨®lares, unos 170.900 euros) caiga ¡°en menos de una d¨¦cada por debajo de 100.000 d¨®lares¡±.
De momento, asegura la empresa, ya hay 680 personas (como Lady Gaga, Leonardo DiCaprio, Justin Bieber o Stephen Hawking) que han pagado y reservado un asiento espacial. Trazando una sencilla multiplicaci¨®n, supone que Virgin ha conseguido 170 millones de d¨®lares (122,4 millones de euros) en dep¨®sitos de sus futuros clientes. Sobre estos n¨²meros auguran que en la primera d¨¦cada de operaciones viajar¨¢n cientos de personas. Lo que no est¨¢ claro es en qu¨¦ condiciones lo har¨¢n.
¡°La mayor dificultad se halla en la seguridad¡±, observa Diego Rodr¨ªguez, director de espacio de Sener. ¡°Dudo mucho que los sistemas iniciales superen un 98% de fiabilidad. Alcanzar cifras propias de la aviaci¨®n civil actual es el aut¨¦ntico reto tecnol¨®gico de este nuevo sector, por lo que, inicialmente, los vuelos suborbitales ser¨¢n cosa no solo de adinerados, sino adem¨¢s de intr¨¦pidos. Pero no olvidemos que tambi¨¦n fue as¨ª cuando hace cien a?os naci¨® la aviaci¨®n¡±.
Ese es el razonamiento de todas las empresas del sector. Estamos ante la aviaci¨®n del siglo XXI y, como entonces, el negocio, y ¡°el futuro, reside en el transporte comercial, en este caso suborbital, que vivir¨¢ un notable auge en los pr¨®ximos 15 a?os¡±, prev¨¦ Rodr¨ªguez. Es una revoluci¨®n en la que Europa ¡ªa trav¨¦s de Airbus Defense and Space¡ª quiere participar. En mayo, la mayor empresa aeroespacial del Viejo Continente probar¨¢ su prototipo de avi¨®n suborbital, Spaceplane, a una altura de 3.048 metros sobre los cielos de Singapur. ¡°El programa¡±, sostiene un portavoz de Airbus, ¡°se ha construido con financiaci¨®n privada a fin de no afectar a los presupuestos p¨²blicos de la Agencia Espacial Europea¡±. De hecho, la dificultad para encontrar ese capital es la raz¨®n que ha ralentizado la aventura.
Pese a los contratiempos, el empuje de todos estos astroemprendedores deja el mensaje de que esta industria ¡ªen palabras del responsable de Sener¡ª ¡°ha llegado para quedarse¡±. XCOR Aerospace, que cuenta con inversores como Esther Dyson, business angel y fil¨¢ntropa, o Pete Ricketts, lo tiene claro: ¡°Nuestro objetivo es hacer los viajes espaciales asequibles a todo el mundo¡±, indica la firma. De momento, su modelo XCOR Lynex Mark I, con un precio de 95.000 d¨®lares (68.300 euros), tiene uno de los billetes m¨¢s competitivos del sector. Las pruebas de vuelo empezar¨¢n a finales de este a?o y, si todo va adelante, en un margen de entre seis y ocho meses saldr¨¢n hasta 200 vuelos antes de que se inicien los despegues comerciales. El espacio empieza a parecer la pen¨²ltima frontera.
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