La industria nos salvar¨¢
Hay que articular una alianza entre producci¨®n, conocimiento y empleo que reduzca el paro y la desigualdad
Los retos a los que se enfrentar¨¢ la sociedad espa?ola son fenomenales. El principal es el desempleo. Otro, la desigualdad. Paralelamente, el desendeudamiento privado y p¨²blico. Y junto a estos, la adaptaci¨®n de nuestro sistema productivo a la nueva revoluci¨®n industrial del siglo XXI, la revoluci¨®n digital, cuyas consecuencias sobre el paro y la desigualdad pueden ser importantes. La respuesta requiere fortalecer la productividad y el crecimiento a largo plazo, y que este crecimiento sea inclusivo. De lo contrario, el paro, la desigualdad y el endeudamiento se har¨¢n cr¨®nicos.
Como he dicho en mi art¨ªculo anterior, no hay que esperar mucha ayuda de la UE, convertida hoy en una jaula de sadomasoquistas. Habr¨¢ que confiar en los recursos y capacidades propias. Si los hay, ?cu¨¢les son y c¨®mo activarlos? H¨¢ganse esta pregunta: ?qu¨¦ es lo que va bien en la econom¨ªa espa?ola? La respuesta es inmediata: las exportaciones de bienes y servicios y la sustituci¨®n de importaciones. La espa?ola es la econom¨ªa de la UE que mejor comportamiento exportador ha tenido desde inicios de este siglo, mejorando incluso el de Alemania en los ¨²ltimos a?os.
?Qu¨¦ es lo que explica este buen comportamiento? El tejido industrial existente. No todo fue una fiesta durante los a?os de la burbuja del cr¨¦dito. Una buena parte del endeudamiento se utiliz¨® para modernizar las empresas, industrializarlas y mejorar su productividad. Esa modernizaci¨®n explica el buen comportamiento exportador.
Pero hay que continuar. La industrializaci¨®n de muchos sectores es una reserva muy importante de empleo, productividad y crecimiento. El desarrollo espa?ol de los a?os sesenta y setenta del pasado siglo es un buen ejemplo de c¨®mo la industrializaci¨®n manufacturera expandi¨® el crecimiento y gener¨® ocupaci¨®n de calidad. Hoy, nuevas actividades, como, por ejemplo, las grandes cadenas de retail como Zara, Mango o Mercadona, tienen la capacidad para generar procesos de industrializaci¨®n y creaci¨®n de empleo similar a los de las manufacturas.
Sin embargo, la industria ha sido el patito feo de la pol¨ªtica econ¨®mica de todos los Gobiernos. La estrategia de apertura y liberalizaci¨®n para el ingreso de Espa?a en la Comunidad Econ¨®mica Europea penaliz¨® especialmente a la industria. Y lo mismo ocurri¨® con la paridad de la entrada de la peseta en el Sistema Monetario Europeo en los ochenta y en el euro en los noventa. Adem¨¢s, en esa ¨¦poca era frecuente escuchar, hasta en boca de ministros de Industria, que la mejor pol¨ªtica industrial era la que no exist¨ªa.
Pero quiz¨¢ lo m¨¢s significativo de la falta de inter¨¦s pol¨ªtico por la industria fue la decisi¨®n de suprimir el Ministerio de Industria en el a?o 2000. No hay ejemplo similar en ning¨²n otro pa¨ªs europeo.
Este desinter¨¦s y la falta de apoyo pol¨ªtico a la industria han tenido dos efectos negativos importantes. En primer lugar, sobre la formaci¨®n profesional. Ha sido tambi¨¦n el patito feo de nuestro sistema educativo. Era l¨®gico: donde no hay inter¨¦s por la industria no puede funcionar la FP. En muchos casos se ha convertido en una v¨ªa muerta donde arrinconar a estudiantes abocados al fracaso. Si no hay inter¨¦s pol¨ªtico por la industria, ?por qu¨¦ ha de sorprendernos que las familias no consideren la FP como una opci¨®n adecuada para sus hijos? En segundo lugar, sobre la baja capacidad de I+D+i y su escasa orientaci¨®n a la investigaci¨®n aplicada. Si no hay una industria potente, no habr¨¢ presi¨®n adecuada sobre los Gobiernos para aumentar este tipo de gasto p¨²blico productivo. Ni tampoco una elevada inversi¨®n privada.
Pero, como no hay mal que por bien no venga, la crisis abre una ventana de oportunidad para articular una santa alianza entre industria, conocimiento ¨²til y empleo. Esta sant¨ªsima trinidad es posible ahora por tres motivos.
Primero. La crisis ha creado una conciencia clara de la necesidad que tienen las empresas de tener capacidad de I+D y una cultura de innovaci¨®n permanente. Pero, por su escaso tama?o, muchas empresas no pueden desarrollar esa capacidad internamente. Han de buscar aliados.
Segundo. A diferencia de hace dos d¨¦cadas, hoy las universidades saben investigar y existen centros tecnol¨®gicos con capacidad de generaci¨®n de conocimiento. Pero este conocimiento est¨¢ m¨¢s orientado a la investigaci¨®n b¨¢sica que a la aplicada. La disminuci¨®n de fondos p¨²blicos para investigaci¨®n derivada de la crisis presupuestaria abre una oportunidad para que las universidades y los centros tecnol¨®gicos busquen la alianza con la industria, generando el tipo de conocimiento ¨²til que necesita la industrializaci¨®n de la econom¨ªa.
Tercero. La falta de trabajadores cualificados es un h¨¢ndicap para el crecimiento de muchas industrias manufactureras y de las nuevas industrias. A la vez, las personas con FP son las que tienen menor porcentaje de paro en Espa?a. Es la paradoja de la FP. Por tanto, es el momento de buscar tambi¨¦n una alianza a largo plazo entre industria y sistema educativo para generalizar y consolidar la formaci¨®n dual, la que se realiza en los centros y en las empresas. Esto har¨¢ de la FP una fuente importante de empleo de calidad y dar¨¢ legitimidad social a esta opci¨®n educativa.
El nuevo contrato social que necesita Espa?a requiere de esta alianza entre empresas, sector p¨²blico y sociedad. Es un instrumento b¨¢sico para desarrollar la pol¨ªtica industrial estrat¨¦gica imprescindible para lograr esa santa alianza entre industrializaci¨®n, conocimiento ¨²til y empleo.
Adem¨¢s de esta capacidad para lograr (esos) acuerdos pol¨ªticos y sociales favorables al crecimiento y al empleo, la industria genera virtudes c¨ªvicas ben¨¦ficas para la democracia. Por eso, los pa¨ªses desarrollados est¨¢n volcados de nuevo en favorecer la reindustrializaci¨®n. La industria nos salvar¨¢.
Ant¨®n Costas es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad de Barcelona.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.