El peligroso rumbo de Putin
No se pueden exagerar los peligros de la crisis en Ucrania. El presidente de Rusia, Vlad¨ªmir Putin, est¨¢ incitando abierta y encubiertamente al separatismo en la Ucrania oriental y ha declarado el derecho unilateral de Rusia a intervenir all¨ª, en total contravenci¨®n del derecho internacional. Las provocativas pol¨ªticas de Rusia lo est¨¢n haciendo internarse por un rumbo encaminado a la colisi¨®n con Occidente.
Putin explic¨® su punto de vista en una reciente aparici¨®n televisiva: las actuales fronteras internacionales de Rusia son provisionales, pues las determinaron accidentes de la Historia, como, por ejemplo, la cesi¨®n de Crimea a Ucrania por parte de Rusia en 1954 o la cesi¨®n de territorios rusos a la Ucrania oriental en el decenio de 1920. Putin afirma que Rusia tiene el derecho y el deber de defender a los rusos ¨¦tnicos en los pa¨ªses vecinos, en particular a la luz del car¨¢cter arbitrario de las fronteras actuales.
Seg¨²n Putin, si los rusos ¨¦tnicos expresan su deseo de regresar a Rusia, esta debe escucharlos. Resulta significativo que Putin recordara a sus oyentes que la Ucrania oriental recib¨ªa el nombre de Novorossiya (nueva Rusia) en la ¨¦poca zarista, con lo que daba a entender claramente que podr¨ªa volver a serlo.
Evidentemente, Putin est¨¢ convencido de que el resultado de la presi¨®n y las reclamaciones incesantes a los Estados vecinos, encaminadas a socavar su soberan¨ªa y obligarlas a acceder a las exigencias rusas, ser¨¢ una Rusia m¨¢s fuerte, con mayor capacidad para enfrentarse a Occidente. En el pasado reciente, Rusia se opuso firmemente a la intervenci¨®n militar estadounidense y de la OTAN en Libia, Siria y Serbia con el argumento de que Occidente estaba violando la soberan¨ªa de esos pa¨ªses. Ahora Putin reclama el derecho a pasar por alto la soberan¨ªa de los pa¨ªses vecinos, con el pretexto de que Rusia se limita a defender los derechos de los rusos ¨¦tnicos en el extranjero, incluido su derecho a la secesi¨®n y a la uni¨®n a la patria rusa.
No cabe duda de que Putin abriga la esperanza de crear realidades f¨¢cticas sobre el terreno ¡ªcomo en Crimea¡ª sin provocar una reacci¨®n occidental severa. Aun sin invasi¨®n, Rusia puede utilizar las amenazas, los despliegues de poder¨ªo militar, las operaciones secretas y una ret¨®rica acalorada para desestabilizar a sus vecinos, lo que podr¨ªa ser suficiente para lograr los fines rusos en materia de pol¨ªtica exterior, incluida la docilidad de sus vecinos.
Pero es probable que el aventurerismo de Putin tenga al final muy malas consecuencias para Rusia. Aunque Occidente se muestra reacio, justificadamente, a dejarse arrastrar a cualquier confrontaci¨®n militar con Rusia fuera de las fronteras de la OTAN y a aplicar sanciones econ¨®micas, las acciones de Putin han desencadenado una reacci¨®n fuerte y en aumento en Estados Unidos y Europa. La reacci¨®n de Occidente se intensificar¨¢ dram¨¢ticamente, si Rusia despliega fuerzas militares fuera de sus fronteras, con el pretexto que sea, si adopta m¨¦todos m¨¢s sutiles de desestabilizaci¨®n pol¨ªtica, la presi¨®n occidental aumentar¨¢: gradualmente, pero lo har¨¢.
El comercio, la inversi¨®n y las relaciones financieras existentes entre Rusia y Occidente ya est¨¢n deterior¨¢ndose gravemente. Se est¨¢n dejando en suspenso nuevos proyectos de inversi¨®n y empresas conjuntas. Los inversores occidentales est¨¢n exigiendo a entidades rusas la devoluci¨®n de los pr¨¦stamos. Los bancos y las empresas rusos padecer¨¢n una reducci¨®n de cr¨¦ditos cada vez mayor.
Nuestra ¨²nica esperanza es la de que todas las partes vuelvan a atenerse a los principios del derecho internacional, que han abandonado desde hace demasiado tiempo
A corto plazo, Rusia tiene unas reservas de divisas suficientes para compensar las salidas de capitales, pero la inversi¨®n de las corrientes de capital empezar¨¢ a hacer mella al cabo de unos meses. Tras la anexi¨®n forzosa de Crimea por parte de Rusia, resulta casi inimaginable que unas relaciones econ¨®micas normales entre Rusia y Occidente sobrevivan a una subversi¨®n o intervenci¨®n en otras partes de Ucrania o su anexi¨®n por parte de Rusia.
Dicho de otro modo, si se instala una segunda guerra fr¨ªa, como parece cada vez m¨¢s probable, a largo plazo Rusia ser¨ªa la perdedora econ¨®micamente. Desde luego, la Uni¨®n Europea puede sobrevivir sin las importaciones de gas natural ruso, aun cuando hubiera una interrupci¨®n total del suministro. En cambio, Rusia padecer¨ªa una enorme p¨¦rdida de ingresos.
Putin parece creer que Rusia puede compensar cualquier empeoramiento de las relaciones econ¨®micas con Occidente fortaleciendo sus relaciones econ¨®micas con China, pero las tecnolog¨ªas y los negocios est¨¢n demasiado entrelazados a escala mundial para dividir el mundo en bloques econ¨®micos. China sabe que su prosperidad a largo plazo depende de unas buenas relaciones econ¨®micas con Estados Unidos y Europa. Putin no parece entender ese detalle ni ¡ªsiquiera¡ª el dato de que la econom¨ªa sovi¨¦tica se desplom¨® a consecuencia de su aislamiento de las econom¨ªas tecnol¨®gicamente avanzadas.
La fuerza econ¨®mica futura de Rusia depende de su capacidad para actualizar las tecnolog¨ªas de sectores decisivos, incluidos los trenes de gran velocidad, la aviaci¨®n, los autom¨®viles, la maquinaria y la industria pesada. Solo lo conseguir¨¢ si las empresas rusas est¨¢n m¨¢s estrechamente integradas en las redes de producci¨®n mundial que las vinculan con empresas alemanas, japonesas, americanas y chinas basadas en la tecnolog¨ªa de vanguardia y la ingenier¨ªa avanzada.
Naturalmente, la situaci¨®n podr¨ªa empeorar mucho m¨¢s. Una nueva guerra fr¨ªa podr¨ªa calentarse con demasiada facilidad. En Estados Unidos muchos est¨¢n ya pidiendo que se arme a Ucrania como factor disuasor para Rusia, pero, si bien la disuasi¨®n militar da resultado a veces, Occidente debe insistir en las represalias comerciales y financieras, en lugar de en las reacciones militares a las provocaciones rusas. Las reacciones militares podr¨ªan provocar un desastre, como, por ejemplo, el de convertir a Ucrania en un campo de batalla como el de Siria, con incontables millares de muertes.
No cabe duda de que la OTAN defender¨¢ a sus miembros en caso necesario, pero la beligerancia y el atroz comportamiento de Rusia no deben permitir que los intransigentes occidentales se hagan con el control del debate pol¨ªtico. Los planteamientos intransigentes agravaron conflictos en Afganist¨¢n, Irak, Libia y Siria que se cobraron muchas muertes, sin por ello conseguir soluciones pol¨ªticas o econ¨®micas s¨®lidas en los pa¨ªses afectados. La guerra no es la pol¨ªtica por otros medios. La guerra es caos y sufrimiento.
No cabe duda de que Putin est¨¢ actuando en Ucrania con la vista puesta en gran medida en la pol¨ªtica interior, utilizando su aventurerismo en el extranjero para apuntalar su base pol¨ªtica. La econom¨ªa rusa est¨¢ flaqueando y la poblaci¨®n est¨¢ harta de la represi¨®n, por no hablar de la omnipresente corrupci¨®n. La anexi¨®n de Crimea por Rusia y la amenaza de invadir la Ucrania oriental parecen ser enormemente populares. La de que los pol¨ªticos con frecuencia conciben la guerra como un ant¨ªdoto para su debilidad interna sigue siendo una aterradora realidad.
Tanto Rusia como Occidente han jugado con el derecho internacional en los ¨²ltimos a?os. Occidente viol¨® la soberan¨ªa nacional de Serbia, de Afganist¨¢n, de Irak, de Libia y de Siria. Ahora Rusia est¨¢ jugando la misma carta en su propia vecindad con un descaro escandaloso y con frecuencia se?alando los precedentes occidentales para justificar sus acciones.
Pero los verdaderos intereses de Rusia a largo plazo radican en el multilateralismo, la integraci¨®n en la econom¨ªa mundial y el imperio de la ley internacional. La v¨ªa actual de Putin est¨¢ sembrada de grandes peligros. Est¨¢ socavando las perspectivas econ¨®micas de Rusia, al tiempo que enfrenta al mundo con una amenaza de guerra cada vez mayor. Nuestra ¨²nica esperanza es la de que todas las partes vuelvan a atenerse a los principios del derecho internacional, que han abandonado desde hace demasiado tiempo.
Jeffrey D. Sachs es profesor de Desarrollo Sostenible y de Pol¨ªtica y Gesti¨®n de la Salud y director del Instituto de la Tierra en la Universidad de Columbia. Tambi¨¦n es asesor especial del secretario general de las Naciones Unidas sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
Traducido del ingl¨¦s por Carlos Manzano.
? Project Syndicate, 2014
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