El sonambulismo europeo
La decisi¨®n de elegir a Juncker revela, una vez m¨¢s, la prioridad de las pol¨ªticas nacionales frente a las necesidades europeas
Las elecciones al Parlamento Europeo y la negociaci¨®n posterior para elegir al presidente de la Comisi¨®n Europea han puesto de relieve muchos de los problemas de los que adolece el proyecto europeo. Los resultados mostraron una gran insatisfacci¨®n con la situaci¨®n actual, tanto en t¨¦rminos de crecimiento y empleo como de liderazgo y de proyecto europeo. La respuesta de los l¨ªderes europeos ha sido una mezcla de desd¨¦n hacia la protesta claramente expresada en las urnas y una clara intenci¨®n de ignorar el proceso democr¨¢tico.
La triste saga de la elecci¨®n de Jean Claude Juncker como presidente de la Comisi¨®n revela el estado del liderazgo europeo: ni quer¨ªa el puesto, ni era el preferido de los Gobiernos; fue nombrado en el ¨²ltimo momento por Angela Merkel para representar al grupo liberal europeo porque hablaba alem¨¢n y as¨ª pod¨ªa debatir en la televisi¨®n alemana con el candidato del grupo socialista, el alem¨¢n Martin Schulz; recibi¨® el veto firme y p¨²blico de Reino Unido por representar el pasado, la continuidad, m¨¢s de lo mismo. Este candidato ha sido nombrado presidente de la Comisi¨®n ya que, sin tom¨¢rselo en serio, los l¨ªderes hab¨ªan traspasado el poder al Parlamento al aceptar la idea del spitzencandidat?(es decir, dar la presidencia de la Comisi¨®n al candidato del partido m¨¢s votado) y cuando Merkel quiso volver a los antiguos m¨¦todos de elecci¨®n a puerta cerrada (invocando los tratados, no lo olviden), el clamor pol¨ªtico local no se lo permiti¨®. Ante el temor de un percance pol¨ªtico dom¨¦stico, Merkel cambi¨® de idea sobre el peso de los tratados y decidi¨® apoyar a Juncker. Es decir, la pol¨ªtica dom¨¦stica por encima del bien com¨²n, de nuevo.?
Esto no quiere decir que Juncker no pueda ser un buen presidente de la Comisi¨®n ¡ªde hecho, aporta una largu¨ªsima experiencia en los entramados europeos y buena capacidad negociadora¡ª. Pero no es un buen comienzo para una nueva Comisi¨®n y un equipo de liderazgo que va a tener que encabezar la reconstrucci¨®n del edificio econ¨®mico europeo, que ha quedado muy tocado tras la crisis. La Uni¨®n Europea, y sobre todo la zona euro, tienen todav¨ªa mucho camino por recorrer para crear un espacio econ¨®mico estable y pr¨®spero. Y esto tiene que comenzar por aceptar que muchas de las tesis alemanas son err¨®neas, que no todo se resuelve con reformas estructurales y que la zona euro padece un tremendo d¨¦ficit de demanda; reconocer que una estrategia de reducci¨®n de la deuda no es lo mismo que una estrategia de consolidaci¨®n fiscal, ya que hace falta que el denominador, el crecimiento, no se vea afectado de manera negativa por el ajuste fiscal; admitir que un proceso de reducci¨®n de la deuda requiere unos tipos de inter¨¦s por debajo del crecimiento nominal y, por tanto, la cooperaci¨®n del banco central, sobre todo cuando no se est¨¢ cumpliendo el mandato de estabilidad de precios; aceptar que la insuficiencia de demanda tiene efectos muy perniciosos sobre el crecimiento potencial y que, por tanto, la pol¨ªtica monetaria tiene un papel que cumplir; y sobre todo, reconocer que los ciudadanos europeos han sufrido mucho en esta crisis y se merecen una respuesta contundente por parte de los pol¨ªticos, para que su sufrimiento no haya sido en vano. Esa respuesta contundente tiene que incluir completar la construcci¨®n de la zona euro, incluyendo la creacion de un programa de eurobonos.
Es hora de iniciar el proceso de exorcizaci¨®n de los eurobonos. Hay acuerdo un¨¢nime en la profesi¨®n econ¨®mica de que una uni¨®n monetaria sin un respaldo fiscal robusto no es m¨¢s que un sistema de tipos de cambio fijos con adornos varios, bonito y elegante en tiempos de calma, pero muy fr¨¢gil en tiempos de tormenta.
La uni¨®n bancaria, que algunos presentan como una alternativa, es un aditivo ¨²til, ya que armonizar¨¢ la supervisi¨®n bancaria a nivel europeo, pero no es suficiente tal y como est¨¢ dise?ada para proteger la zona euro ante una crisis similar a la de los ¨²ltimos a?os. Sin eurobonos como mecanismo de seguro, el debate sobre el futuro del euro retornar¨¢ con el pr¨®ximo shock negativo, no olvidemos que partimos de unos niveles de deuda muy elevados. Sin eurobonos, el BCE continuar¨¢ vacilando a la hora de implementar pol¨ªticas de expansi¨®n cuantitativa, urgentes en vista del panorama de baja inflaci¨®n que nos espera. Sin eurobonos, los bancos seguir¨¢n acumulando bonos de su pa¨ªs de origen, y el v¨ªnculo entre la situaci¨®n fiscal de un pa¨ªs y la solidez de su sistema bancario seguir¨¢ presente.
Sin eurobonos, la casa europea seguir¨¢ a medio hacer. Y no, no vale decir que cuando llegue la pr¨®xima crisis ya se improvisar¨¢n. Esto no se puede improvisar, requiere preparaci¨®n, tiempo, consultas, no es un tema de fin de semana para completar ¡°antes de que abra Asia¡±. Un sistema de eurobonos no tiene por qu¨¦ suponer la mutualizaci¨®n completa de los presupuestos. Con que comprenda un 20% o un 30% del PIB es suficiente para generar un colch¨®n de seguridad que garantice que la pol¨ªtica fiscal no tenga que ajustarse en periodos de recesi¨®n, sino que pueda actuar de est¨ªmulo equilibrador. El resto de la deuda puede continuar siendo nacional, para as¨ª reflejar la situaci¨®n de cada pa¨ªs y proporcionar el incentivo necesario para adoptar pol¨ªticas disciplinadas y sensatas. Para dar garant¨ªas pol¨ªticas a los pa¨ªses miembros, todos adoptar¨ªan en su Constituci¨®n una cl¨¢usula que diera prioridad al servicio de los eurobonos. Esta iniciativa no necesitar¨ªa obligatoriamente un cambio de los tratados europeos.
Sin pol¨ªticas de demanda, sin completar el entramado econ¨®mico europeo, la alternativa es un largu¨ªsimo periodo de bajo crecimiento, alto desempleo, aumento de la desigualdad y baja inflaci¨®n. La presidencia italiana de la Uni¨®n Europea parece que ha entendido que hay que cambiar las prioridades y est¨¢ pidiendo un programa de inversiones a nivel europeo y mayor flexibilidad en la aplicaci¨®n de las reglas fiscales. Todo esto es necesario. Pero hay que ir m¨¢s all¨¢. Hay que perderle el miedo a la minor¨ªa de bloqueo alemana y hacer propuestas constructivas que mejoren el bienestar de la zona euro, aunque no sean del gusto pol¨ªtico alem¨¢n. Y si Alemania tiene que perder una votaci¨®n importante, como acaba de perder Reino Unido, que as¨ª sea. Pero no se puede dejar la casa a medio hacer. Los ciudadanos europeos no se lo merecen.
Este a?o se conmemora el centenario del inicio de la I Guerra Mundial. Uno de los mejores libros sobre sus causas se public¨® el a?o pasado, Los son¨¢mbulos, del profesor de Cambridge Christopher Clark. Su tesis es que no hubo una causa ¨²nica de la guerra, sino un c¨²mulo de eventos, de decisiones individuales que, casi por azar, generaron la I Guerra Mundial. Los l¨ªderes europeos, con sus decisiones miopes, cortoplacistas, poco meditadas, como son¨¢mbulos en la noche, crearon las condiciones para el estallido de la guerra. Muchas de las decisiones tomadas durante la crisis, y la saga de la elecci¨®n de Juncker como presidente de la Comisi¨®n, generan un temor parecido a que, sin querer, poco a poco, podemos estar caminando, cual son¨¢mbulos, hacia un problema muy serio en la Uni¨®n Europea.
?ngel Ubide es senior fellow del Peterson Institute for International Economics (Washington).
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