Las pocas opciones del juez Griesa
La justicia de EE UU dio la raz¨®n a los 'fondos buitre' en el caso de la deuda argentina
Esta es la historia de un gobierno y un grupo de acreedores extranjeros. Los protagonistas est¨¢n conectados por la deuda de ese gobierno con los acreedores y por la sentencia de un juez, tambi¨¦n extranjero, que les obliga a pagar. Pero esto no transcurre en un sistema legal regido por la l¨®gica sino en un territorio en el que nadie hab¨ªa entrado hasta ahora. Las tres partes negocian desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, acumulando frustraciones e interrogantes que, por m¨¢s que avance el caso, parecen imposibles de responder.
¡°Es una de las disputas legales m¨¢s extra?as que haya estudiado nunca el Tribunal Supremo¡±. As¨ª defini¨® el caso de la deuda argentina Lyle Denniston, especialista en la actualidad de la Corte de EE UU. El tribunal acababa de rechazar el litigio que enfrenta a Argentina con un grupo de fondos de inversi¨®n acreedores de su deuda, conocidos como los ¡°fondos buitre¡±. La falta de dictamen hizo que prevaleciera la sentencia de una corte de apelaciones que estableci¨® que Argentina hab¨ªa inclumplido el contrato que firm¨® con sus acreedores.
Esta es la lucha entre la credibilidad de un sistema judicial de un pa¨ªs y la del gobierno de otro. Nadie puede ganar"
¡°No es nada sorprendente. Argentina firm¨® un contrato con los fondos en el que promet¨ªa que pagar¨ªa, por lo que el juez no tiene otra opci¨®n m¨¢s que obligarle a hacerlo¡±, asegura Anna Gelpern, profesora de leyes internacionales de la Universidad de Georgetown. El problema, seg¨²n Gelpern, es que este es un caso que enfrenta a dos partes y para el que no existe jurisdicci¨®n ni corte que pueda resolverlo. ¡°Esta es la lucha entre la credibilidad de un sistema judicial de un pa¨ªs y la del gobierno de otro. Nadie puede ganar. Cuando llevas un sistema disfuncional a su extremo l¨®gico, ocurren cosas como ¨¦sta¡±.
La sentencia firmada por el juez Griesa el pasado mes de diciembre dej¨® a Buenos Aires con tres opciones, todas ellas dolorosas: pagar al fondo estadounidense NML los 1.300 millones de d¨®lares m¨¢s intereses que le debe, negociar un nuevo acuerdo o no pagar. Pero como esto no sucede en un contexto legal l¨®gico desde que Argentina accediera a firmar sus contratos con los fondos bajo legislaci¨®n neoyorquina, la soluci¨®n tampoco lo es.
La profesora explica que tal y como funcionan las leyes, un juez puede obligar a pagar a un individuo, embargando sus cuentas bancarias, reteniendo sus bienes o imponiendo una multa, pero no a un gobierno. ¡°Los bienes soberanos de un gobierno en el extranjero son inmunes a las decisiones judiciales¡±, explica Gelpern. ¡°Ese es el problema desde el principio: ning¨²n pa¨ªs va a cumplir una sentencia que no tiene que obedecer¡±.
Gelpern asegura que esto explica por qu¨¦ el juez Thomas Griesa, encargado de juzgar un caso que no puede resolver, ha dedicado 13 a?os a buscar una manera de que su sentencia pudiera ser ejecutada. La hall¨® en una cl¨¢usula en el contrato conocida como pari passu y que obliga a Argentina a pagar a todos los acreedores en las mismas condiciones. Si ofrece un descuento en el pago de la deuda a un fondo, todos los dem¨¢s deber¨¢n beneficiarse tambi¨¦n. ¡°La novedad es que nadie hab¨ªa interpretado as¨ª esa cl¨¢usula hasta ahora¡±.
Argentina contaba hasta con el respaldo de la Administraci¨®n Obama, que advirti¨® del ¡°tratamiento adverso hacia EE UU en cortes extranjeras despu¨¦s de esta sentencia¡± y que ¨¦sta podr¨ªa tener ¡°un efecto perjudicial en el papel que juega el d¨®lar¡± en la econom¨ªa mundial. Para el diario The New York Times, ¡°la corte probablemente da?¨® el estatus de Nueva York como la capital financiera del mundo¡± e hizo que sea ¡°cada vez m¨¢s dif¨ªcil que los pa¨ªses cuyas econom¨ªas est¨¢n en peligro puedan reestructurar su deuda¡±.
Griesa puede decirle a Argentina que su obligaci¨®n es pagar, pero no puede hacer que ese pago ocurra si el gobierno de Buenos Aires no quiere
Griesa, sin embargo, tiene las manos atadas. Puede decirle a Argentina que su obligaci¨®n es pagar, pero no puede hacer que ese pago ocurra si el gobierno de Buenos Aires no quiere -en comparaci¨®n, s¨ª podr¨ªa congelar las cuentas o embargar los bienes de un ciudadano. As¨ª que el juez busc¨® otro mecanismo para imponer a¨²n m¨¢s presi¨®n y lograr su objetivo. El cuarto actor en esta historia son los bancos que guardan fondos argentinos en EE UU. Griesa no tiene competencia sobre el Gobierno argentino, pero s¨ª sobre ellos.
Gelpern, tambi¨¦n miembro del Instituto Peterson de Econom¨ªa Internacional asegura que la clave de esta sentencia no est¨¢ en la interpretaci¨®n de la cl¨¢usula sino lo que el juez ha elegido para ejecutarla: impedir a los bancos que muevan el dinero del gobierno argentino. Aunque Cristina Fern¨¢ndez ordenara el pago a un fondo en concreto, no podr¨ªa hacerlo. Si quiere transferir los bonos -y la deuda- de un fondo a otro para evitar a los ¡°buitres¡± o lograr que este conflicto quede amparado bajo la legislaci¨®n de un pa¨ªs m¨¢s favorable, tampoco. El objetivo de Griesa es que se cumpla el contrato y que cobren todos, no solo los que accedieron a descuentos. ¡°Las entidades financieras son tradicionalmente conservadoras, no van a desobedecer una decisi¨®n judicial¡±, dice Gelpern. ¡°El juez ha utilizado esto para presionar a Argentina¡±.
El contexto del caso de la deuda soberana argentina es adem¨¢s uno de vac¨ªo legal, ya que no existe una corte internacional con competencia sobre los Estados, como s¨ª hay para empresas y ciudadanos en cada pa¨ªs. ¡°No existe un sistema legal que garantice que los fondos van a recibir lo que se les prometi¨® en el contrato y el juez no puede reescribirlo sin que las dos partes est¨¦n de acuerdo¡±, dice Gelpern. ¡°Por mucho que la sentencia nos parezca un ultraje moral, no hay una ley que diga que deba cumplirse¡±.
As¨ª, la historia del gobierno argentino, sus acreedores y un juez estadounidense transcurre desde hace m¨¢s de una d¨¦cada en un contexto sin precedentes y en el que un magistrado emite sentencias que no puede hacer cumplir. Sus opciones son pocas: dar la raz¨®n a Argentina y perder toda su credibilidad -despu¨¦s de una largu¨ªsima carrera- ante los fondos y ante la justicia estadounidense; o dar la raz¨®n a los acreedores. ¡°Esto s¨®lo hace m¨¢s da?o¡±, dice la experta. ¡°Pone m¨¢s presi¨®n sobre Argentina y, a¨²n as¨ª, nadie ha cobrado a¨²n¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.