El optimismo y Catalu?a
Al margen de las valoraciones pol¨ªticas, la convocatoria de la consulta en Catalu?a es del todo inoportuna desde el punto de vista econ¨®mico. Lo m¨¢s grave es que no se trata de un inconveniente transitorio sino de un conflicto duradero. Una herida abierta que se deber¨ªa haber evitado.<TB>En paralelo, el viernes pasado el Gobierno hizo la primera presentaci¨®n de los presupuestos para el pr¨®ximo a?o, incluidas nuevas proyecciones. Ya desde hace meses se ven¨ªa barruntando que la revisi¨®n de las previsiones ser¨ªa al alza. Y aunque las previsiones de los presupuestos siguen siendo optimistas, son algo menos que hace meses. En parte, porque Europa anda perdida, para variar. Y un s¨ªntoma de que la situaci¨®n comienza a ser grave ¡ªuna tercera recesi¨®n ser¨ªa casi letal¡ª es que el conflicto sobre las v¨ªas de soluci¨®n se extiende ya dentro de la propia Alemania donde son ya muchos los que, simplemente, no est¨¢n de acuerdo con lo que denominan ¡°el rescate fiscal del BCE a algunos pa¨ªses¡±. A Espa?a esto le ha pillado en medio de una incipiente y d¨¦bil recuperaci¨®n y le puede hacer bastante da?o. Pero lo de Catalu?a puede ser el remate. No por m¨¢s esperado, es menos duro de asumir. La econom¨ªa de los conflictos sugiere precisamente que estos generan de todo menos crecimiento.
El problema territorial que se viene gestando y ha eclosionado el pasado s¨¢bado es uno que va a perdurar porque ha tomado como rehenes a los ciudadanos, como piezas de ajedrez en una partida en la que la econom¨ªa se ha utilizado mucho como argumento pero casi nunca de forma razonada. Desempleo en el 25%, esfuerzos para pagar la deuda, falta de resortes para el crecimiento, racionamiento de cr¨¦dito¡ Ninguno de esos factores ha parecido importar. Es m¨¢s, se han aprovechado como arma arrojadiza planteando incluso ¡ªa veces muy expl¨ªcitamente¡ª que no habr¨ªa habido crisis en Catalu?a si esta no fuera parte de Espa?a o que, al menos, hubiera sido menos dura. Esto es una falacia. Todas las causas de la crisis ¡ªincluida una p¨¦sima gesti¨®n fiscal¡ª han estado tan presentes en Catalu?a como en cualquier otro sitio de Espa?a. No es el contexto econ¨®mico adecuado para la consulta. La libertad individual que confiere el derecho a decidir no puede azuzarse con un fuego sobrevenido. Porque hace unos a?os esto no estaba sobre la mesa y ahora nos lo hemos tragado como si surgiera de forma natural. Con un inmenso coste econ¨®mico tanto para Catalu?a como para Espa?a. No me duelen prendas en reconocer que considero que Catalu?a merece otro grado de autonom¨ªa fiscal pero no es, en absoluto, el ¨²nico territorio desfavorecido en este sentido.
Junto con la falta de oportunidad, la econom¨ªa de los conflictos sugiere que una de las ra¨ªces de desconfianza hacia Espa?a durante muchos a?os va a ser la ruptura social interna. Tras tantos a?os de hablar de unidad de mercado en Europa y Espa?a, hemos tenido la genial idea de romperla. Los costes econ¨®micos de este conflicto no se han medido pero se van a convertir en un gran problema para la confianza exterior. Resulta complicado de entender que algunos de los mejores economistas internacionales no hayan explicado con solvencia, desde Catalu?a, el verdadero impacto de la resoluci¨®n del conflicto ¡°a las malas¡±. Dejemos el optimismo a un lado.
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