Ciudades para la tercera edad
Las urbanizaciones y edificios de apartamentos para uso exclusivo de los jubilados intentan abrirse paso en Espa?a como alternativa a las tradicionales residencias
Hasta hace unos a?os las personas mayores independientes no ten¨ªan otra opci¨®n, si se sent¨ªan solos o tem¨ªan alg¨²n problema de salud, que irse a una residencia convencional. Por eso, desde hace unos a?os, se comenz¨® a extender en Espa?a la experiencia de Florida (EEUU) y de algunos pa¨ªses del norte de Europa, de crear edificios, urbanizaciones y, a veces, verdaderas ciudades, para uso exclusivo de la tercera edad.
Las primeras iniciativas llegaron de la mano de empresas asociadas a los grupos residenciales, entre ellas inmobiliarias que vieron una oportunidad en el alto envejecimiento de la poblaci¨®n y en el rechazo de las personas mayores a perder autonom¨ªa. M¨¢s tarde llegaron las firmas especializadas del sector ¡ªBallesol, SARquavitae, Caser Residencial, Sanyres¡ª, que construyeron edificios y urbanizaciones para jubilados. SARquavitae, con tres de estos complejos, fue pionera; abri¨® su primer centro en 2000 y tiene una ocupaci¨®n en sus centros de entre el 60% y el 70%. Sanyres, tambi¨¦n con tres complejos, se lanz¨® al segmento en 2002.
La ventaja de estos complejos de apartamentos, situados en general dentro de las ciudades, es que las personas mayores (se aceptan normalmente a partir de los 60 a?os) disponen de una vivienda de una, dos o tres habitaciones, independiente, que pueden personalizar (en algunos casos hasta llevar su mascota) y en la que seguir¨¢n haciendo la vida que hac¨ªan en su casa. "Puedes hacer tu comida o bajar al restaurante", explica Ram¨®n Berra de Unamuno, director general de Sanyres. "Entras y sales, recibes las visitas, es tu casa. Es una gran diferencia con la residencia tradicional, en la que tienes que aceptar una cierta disciplina horaria para que el centro sea manejable". Eso s¨ª, con una serie de servicios y atenciones sanitarias que mejoran la calidad de vida (al eliminar, por ejemplo, la ansiedad ante posibles problemas de salud).
Los edificios combinan las ventajas de una vida independiente y las garant¨ªas de asistencia m¨¦dica y t¨¦cnica
En Adorea, de SARquavitae, ofrecen por el precio b¨¢sico del apartamento un servicio de asistencia m¨¦dica y enfermer¨ªa, acceso gratuito a Internet, pulsadores de alarma en los apartamentos y el uso de las zonas comunes; restaurante, salas de estar con TV, biblioteca y sala de prensa, gimnasio, sala de juegos.. Servicios como el aparcamiento, la limpieza, la consulta m¨¦dica o la fisioterapia y rehabilitaci¨®n, hay que pagarlos aparte.
Las firmas del sector alquilan estos apartamentos por semanas, meses o a?os a un precio que, limit¨¢ndose a lo b¨¢sico, no es muy elevado. "En Madrid, el alquiler y el paquete b¨¢sico", apunta Berra, "asciende a unos 1.200 euros al mes. En Le¨®n est¨¢ sobre los 800". Un precio similar al que piden en Adorea, la divisi¨®n de edificios para mayores de SARquavitae. En Vitamagna, un complejo en Sabadell, el precio de un apartamento de una habitaci¨®n est¨¢ en 1.260 euros, pero incluye calefacci¨®n, agua y limpieza.
Luego hay que a?adir a este precio los servicios m¨¢s espec¨ªficos, que se contratan solo en funci¨®n del uso. De ah¨ª que el promedio de precio total en el centro de Caser en La Moraleja (Madrid) "est¨¦ sobre los 1.800 euros, lo que incluye atenci¨®n m¨¦dica 24 horas, equipo de enfermer¨ªa y el uso de las zonas comunes", apunta Valent¨ªn Garc¨ªa, director general de Caser Residencial, que a?ade que la luz y el servicio de limpieza van aparte. Y aun cuando las compa?¨ªas est¨¢n publicitando estos centros para personas a partir de los 50 o 55 a?os, lo habitual es que los usuarios tengan edades m¨¢s avanzadas. "En nuestros centros", se?ala Berra, de Sanyres, "la media de edad est¨¢ sobre los 83 o 84 a?os. Se trata de gente que est¨¢ bien f¨ªsicamente".
Como era de esperar, en muchos lugares de Espa?a est¨¢n surgiendo este tipo de complejos al margen de la oferta de las grandes empresas residenciales. Cooperativas de mayores, peque?os grupos empresariales y hasta firmas inmobiliarias y de la construcci¨®n han visto un nicho interesante. Uno de estos complejos es el de Profuturo, en Valladolid: tres edificios con 127 apartamentos que se autocalifica como uno de los m¨¢s vanguardistas de Espa?a. La oferta es abundante en la costa: es el caso de Sensara, en Benalm¨¢dena, una urbanizaci¨®n de chal¨¦s; o Santa Pola Life and Resorts, en Alicante. Muchos est¨¢n dirigidos al cliente extranjero.
Tambi¨¦n hay cooperativas como Vit¨¢polis, en Toledo, una de las muchas que han surgido con el fin de conseguir precios m¨¢s competitivos, instalando el centro junto a una residencia tradicional pero con accesos diferentes. Garc¨ªa, de Caser, reconoce que la raz¨®n de que muchas empresas implanten el complejo al lado de la residencia convencional es econ¨®mica y de gesti¨®n. "Hacer un edificio en otro lugar, con sus propios servicios sanitarios y de asistencia tendr¨ªa un precio prohibitivo". El que muchos proyectos de urbanizaciones independientes no hayan salido adelante, como el de Ciudad Verde en Galicia, se debe precisamente a ese detalle de costes. Berra cree que muchos de los proyectos que est¨¢n surgiendo son iniciativas inmobiliarias puras y duras, puestas en marcha por gente no especializada. "Muchas constructoras, tras la crisis inmobiliaria y viendo que cada vez hay m¨¢s personas mayores, han aguzado el ingenio para vender determinadas urbanizaciones, pero ni esos edificios han sido dise?ados para esto, ni cuentan con el conocimiento para gestionarlos".
De momento, en Espa?a el sector crece pero es minoritario
De momento, en Espa?a el sector crece pero es minoritario. Angelina Fasceto, directora de Adorea, reconoce que "el segmento sigue estando en fase de desarrollo". Uno de los frenos es el precio, que es elevado para estos tiempos de crisis. Pero hay m¨¢s razones, entre ellas la expansi¨®n de los centros de d¨ªa, abundantes en los barrios (y gestionados tambi¨¦n por estas empresas), y unas innovaciones tecnol¨®gicas que permiten a los mayores seguir en sus casas con un alto nivel de seguridad. "Todo lo que tiene que ver con la asistencia domiciliaria, los centros de d¨ªa o la teleasistencia", reconoce Berra de Unamuno, "reduce la presi¨®n para dejar el hogar habitual". Fasceto, de SARquavitae, resta importancia a esos factores y se?ala que "adem¨¢s de la asistencia sanitaria, los usuarios de estos centros buscan un cierto nivel de socializaci¨®n y servicios hoteleros y de ocio". "Otra raz¨®n", dice Berra de Unamuno, "es que ahora tenemos los viejos m¨¢s 'nuevos' de la historia", unos mayores a los que no les gusta considerarse viejos y estar rodeados de gente de edad avanzada.
Pese a todo, las empresas muestran inter¨¦s en apostar por el negocio. "Proyectos grandes no los vemos, pero centros de 15 o 20 apartamentos al lado de una residencia, s¨ª. Estamos convencidos de que, una vez que pase la crisis, este mercado remontar¨¢", dicen en Caser.
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