Hacia otro modelo italiano
El aut¨¦ntico reformismo es algo m¨¢s que flexibilizar el mercado de trabajo o recortar pensiones; Europa har¨ªa bien en considerarlo
A vista de p¨¢jaro, algunos de los problemas econ¨®micos de Italia se parecen mucho a los de, por ejemplo, la econom¨ªa espa?ola. Ah¨ª est¨¢n, para demostrarlo, el envejecimiento de la poblaci¨®n ¡ªque podr¨ªa ser una de las fuentes del proceso deflacionista¡ª o la elevada tasa de paro juvenil, que est¨¢ condenando a la frustraci¨®n a una generaci¨®n (y ya veremos si s¨®lo una) de j¨®venes. Pero hay significativas diferencias. Italia est¨¢ agobiada por una tasa de crecimiento (prevista en el 0,5% del PIB para 2015) que apenas se diferencia del estancamiento; la deuda p¨²blica es m¨¢s elevada que la espa?ola (135% del PIB), pero todav¨ªa se observa que una parte de esa deuda est¨¢ en manos italianas; y, sobre todo, en la pen¨ªnsula italiana brillan por su ausencia las reformas econ¨®micas (o lo que la pol¨ªtica econ¨®mica ortodoxa entiende por reforma, que consiste en deprimir las rentas y reducir gasto p¨²blico). Los gobiernos italianos, que durante diez a?os han sobrevivido con tasas muy bajas de crecimiento, han evitado cuidadosamente introducir cualquier cambio significativo de esta ¨ªndole o de cualquier otra. Como experto entertainer, Berlusconi distrajo durante a?os a Berl¨ªn y Bruselas con el conocido truco "decir que se cambia mientras todo sigue igual".
El problema econ¨®mico principal de Italia enra¨ªza con la pol¨ªtica. Renzi plantea una reforma del mercado de trabajo ¡ªquiz¨¢ m¨¢s consistente que la espa?ola¡ª pero el fragmentado espectro pol¨ªtico italiano m¨¢s las potentes disensiones en el interior de los partidos obligan a costosos tr¨¢mites pol¨ªticos para concretar cualquier cambio legislativo. Es dif¨ªcil evitar la sensaci¨®n de que Italia inicia ahora una senda de cambios econ¨®micos (que no ten¨ªa por qu¨¦ ser los exigidos desde Berl¨ªn) que debi¨® haber iniciado hace a?os y que si entonces no se hicieron fue porque en Italia es dif¨ªcil constituir mayor¨ªas pol¨ªticas cualquiera que sea el objetivo que se pretende. Renzi y su equipo de gobierno dicen ahora que la situaci¨®n pol¨ªtica ha mejorado y que ya se sabe qui¨¦n manda sin sombra de duda; los hechos demostrar¨¢n si esta afirmaci¨®n es correcta, pero la corriente mayoritaria es de escepticismo.
Italia requiere ¡ªtambi¨¦n como Espa?a¡ª mejorar la productividad recuperando tasas apreciables de inversi¨®n en capital tecnol¨®gico. Uno de los da?os principales causados por tantos a?os de estancamiento o bajo crecimiento es la desitalianizaci¨®n de alguna de sus grandes multinacionales (caso de Fiat). El fuerte de su econom¨ªa sigue siendo el dise?o y el hecho incontestable de que, a pesar de la crisis, sigue siendo una sociedad relativamente rica. El riesgo de entrar en una senda de reformas (al modo de las que recomiendan Bruselas o la troika) es que se pierda de vista que el aut¨¦ntico reformismo es algo m¨¢s que flexibilizar el mercado de trabajo o recortar el sistema de pensiones. Consiste, sobre todo, en liberalizar los mercados, modernizar el sistema fiscal, cambiar paulatina pero dr¨¢sticamente la estructura administrativa, reordenar el gasto para que la educaci¨®n o la sanidad p¨²blica reciban lo que necesitan y racionalizar (que no recortar) la protecci¨®n social. Estas son las reformas (aut¨¦nticas) que Alemania no patrocina, en Espa?a no se han hecho e Italia har¨ªa bien en considerar. Para que el modelo Renzi sea tambi¨¦n un referente en Europa.
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