Monsanto se vuelve hortelano
El grupo de semillas transg¨¦nicas desarrolla en Espa?a variedades de productos agr¨ªcolas
Monsanto es, posiblemente, la m¨¢s visible de entre las empresas agroqu¨ªmicas que han orientado su desarrollo de negocio hacia herbicidas m¨¢s potentes y semillas ¡ªgen¨¦ticamente modificadas¡ª resistentes a las plagas y a la sequ¨ªa. En consecuencia, la qu¨ªmica estadounidense se ha convertido en s¨ªmbolo para unos y enemigo ac¨¦rrimo para otros.
Pero adem¨¢s de por las pol¨¦micas semillas transg¨¦nicas, el grupo tambi¨¦n apuesta por productos hort¨ªcolas mejorados de forma tradicional (es decir, por selecci¨®n natural). Y considerando las condiciones ambientales del campo espa?ol y el hecho de que el pa¨ªs es uno de sus principales mercados dentro de la Uni¨®n Europea, es natural que Monsanto haya elegido Espa?a para instalar cuatro centros de investigaci¨®n para el desarrollo de nuevos productos.
En 55 hect¨¢reas ¡ªde las que la mitad corresponden a invernaderos¡ª repartidas entre La Mojonera, El Ejido y Cuevas de los ?bedas (las tres en Almer¨ªa) y Miranda (Murcia) medio centenar de investigadores y una veintena de t¨¦cnicos de campo desarrollan nuevas variedades.
En cultivos protegidos ¡ªes decir, que crecen en invernadero¡ª Monsanto tiene en marcha un total de 13 programas de mejora gen¨¦tica, entre los que destacan los proyectos en tomates, pepinos, pimientos, mel¨®n, berenjena y calabac¨ªn.
La compa?¨ªa gasta nueve millones al a?o en I+D en Murcia y Almer¨ªa
Especial inter¨¦s tienen las investigaciones en el tomate, el producto m¨¢s importante de la huerta ib¨¦rica. Espa?a vende fuera m¨¢s de 1.200 millones de euros en tomates al a?o, lo que representa un 0,5% de las exportaciones del pa¨ªs.
Los objetivos de Monsanto en sus investigaciones sobre la tomatera apuntan a obtener variedades adaptadas a diferentes zonas de la Pen¨ªnsula, cada una de ellas con su evoluci¨®n de las temperaturas y sus fechas espec¨ªficas de siembra. Todas ellas deben poder resistir a las enfermedades y a los procesos de envasado y transporte hasta los mercados de destino. Y, lo que es m¨¢s importante, deben hacerlo manteniendo su sabor.
Un objetivo similar tienen las investigaciones en nuevas variantes de pepino, orientadas especialmente hacia la exportaci¨®n a Estados Unidos. El consumidor del pa¨ªs americano prefiere especialmente la variedad ¡°holandesa¡± del vegetal, larga y sin espinas. Monsanto busca una variante que crezca bien bajo las temperaturas elevadas del sur de Espa?a y que, a la vez, sea capaz de tolerar el fr¨ªo durante los meses de oto?o e invierno, con el fin de llegar en buen estado a los mercados importadores.
Entre los cultivos al aire libre que investiga la multinacional estadounidense destacan el mel¨®n, la lechuga, la cebolla, la sand¨ªa, la zanahoria, la espinaca, el puerro y la jud¨ªa verde. En lo que se refiere al mel¨®n, uno de los principales productos para la exportaci¨®n, se han logrado variedades para cubrir todo el ciclo de cultivo.
El objetivo final es que el agricultor obtenga mejores rentas a trav¨¦s de productos de mayor calidad, m¨¢s competitivos, adaptados a los gustos de los consumidores y desarrollados con respeto al medio ambiente.
Gracias a esa apuesta por la innovaci¨®n ¡ªque le cuesta al a?o alrededor de 10 millones de d¨®lares (8,8 millones de euros) en Espa?a y 1.725 millones en todo el mundo, casi el 11% de su facturaci¨®n¡ª, Monsanto ha conseguido romper el tradicional predominio de las empresas holandesas en los huertos de Espa?a. Muchas de ¨¦stas han ido a engrosar la cartera de marcas de la multinacional estadounidense, que en el terreno hortifrut¨ªcola opera sobre todo con las ense?as Seminis (adquirida en 2005) y De Ruiter. ?sta ¨²ltima est¨¢ especializada en productos de alta gama para invernaderos.
Sin embargo, ni siquiera en el desarrollo de nuevas variedades de hortalizas ¡°naturales¡± Monsanto puede escapar de la pol¨¦mica. La empresa afirma que el desarrollo de una variedad de vegetal puede tardar entre ocho y 12 a?os y que hace un uso intensivo de mano de obra y capital, por lo que tiene derecho a beneficiarse de los rendimientos econ¨®micos de ese esfuerzo patentando el producto resultado de esas investigaciones. Diversas organizaciones ecologistas y de consumidores se han movilizado en contra de esas intenciones.
La batalla se libra sobre todo en la Oficina Europea de Patentes (OEP). El art¨ªculo 53 de la legislaci¨®n comunitaria proh¨ªbe el registro comercial de ¡°variedades de plantas y animales o procesos esencialmente biol¨®gicos¡±. A¨²n as¨ª, la OEP tiene pendientes de resoluci¨®n dos casos, uno sobre una variedad de br¨¦col gen¨¦ticamente modificada para tener propiedades anticancer¨ªgenas y una forma de cultivo del mel¨®n que elige las frutas m¨¢s resistentes al virus del amarilleo de las cucurbit¨¢ceas. Este ¨²ltimo proceso, desarrollado en parte en Aguadulce (Almer¨ªa), es propiedad de Monsanto.
La facturaci¨®n de la multinacional en la Pen¨ªnsula es de 84 millones de euros, entre semillas y herbicidas. El mercado europeo es relativamente peque?o en las cuentas de la empresa estadounidense, que incluye los resultados en el continente con los obtenidos en ?frica; a¨²n as¨ª, no superan el 14% de los ingresos totales.
El punto de contenci¨®n es si se pueden patentar semillas vegetales
Igualmente, el negocio de las hortalizas es relativamente menor dentro de las m¨²ltiples actividades de Monsanto. En 2014, las ventas de semillas de verduras representaron 867 millones de d¨®lares, un 5,5% de los ingresos del grupo. La parte de este negocio en el beneficio bruto es a¨²n menor: 401 millones de d¨®lares, un 4,6% del total.
Pese a su escaso tama?o en el grupo, las cifras impresionan. 4.000 empleados de Monsanto est¨¢n trabajando en m¨¢s de 2.500 variedades de m¨¢s de una veintena de cultivos de hortalizas, que se comercializan en m¨¢s de 160 pa¨ªses. Una cuarta parte de estos empleados trabajan en los departamentos de innovaci¨®n y desarrollo. Los cuatro centros espa?oles son parte de una red global con m¨¢s de medio centenar de instalaciones. Grosso modo, el departamento dedicado a las verduras representa alrededor de un tercio de los equipos de I+D de la multinacional.
El 40% de los ingresos de Monsanto viene de las semillas de ma¨ªz, el ¨¢rea m¨¢s pol¨¦mica de las actividades de la agroqu¨ªmica estadounidense. Espa?a es uno de los pa¨ªses de la UE donde est¨¢ permitido cultivar el ma¨ªz BT mon 810 (comercializado como YieldGard), gen¨¦ticamente modificado para resistir a la plaga del taladro del ma¨ªz. A pesar de que sucesivas pruebas cient¨ªficas no han identificado consecuencias ni para la salud ni para el medio ambiente por el uso de esta variedad, esta contin¨²a prohibida en pa¨ªses como Alemania, Francia y Hungr¨ªa.
Constituida en 1901 en el sector de la industria qu¨ªmica y farmac¨¦utica, Monsanto hizo su apuesta por el sector agrario hace m¨¢s de 50 a?os.
Junto a la importancia de la investigaci¨®n ha jugado tambi¨¦n un papel decisivo la estrategia de compras iniciada hace algo dos d¨¦cadas y que supuso la incorporaci¨®n al grupo de firmas l¨ªderes en el sector agrario como Cargill, Asgrow, Dekalb y Deltapine
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