Hotel Ritz, confort se?orial que hoy languidece
El establecimiento centenario no logra retener a sucesivos due?os
El Hotel Ritz de Madrid acaba de ser noticia otra vez, por estrenar due?os de Arabia Saud¨ª y de Hong Kong. Se anuncia una inversi¨®n millonaria. Sus renombradas dotaciones podr¨¢n, quiz¨¢, mejorar. Mas hoy, el aura de distinci¨®n que hist¨®ricamente sign¨® la vida intramuros del hotel calladamente languidece. Ello es debido a m¨²ltiples motivos. Pero uno de los decisivos ha sido la asumida frustraci¨®n de sus sucesivos due?os ante su impericia para reeditar un estilo de vida se?orial, de cu?o aristocr¨¢tico, que singulariz¨® a este hotel madrile?o y, al mismo tiempo, cosmopolita. No repararon en que tal pretensi¨®n parece haber perdido su sentido por la democratizaci¨®n de las costumbres y los estilos de vida. Sin embargo, a¨²n todav¨ªa, no se ha evaporado del todo su a?oranza.
Desde su construcci¨®n en 1908, el Ritz fue siempre en Madrid anhelada sede para celebraciones nupciales de alcurnia. Adem¨¢s de contar con un excelente elenco de cocineros, reposteros, doncellas y camareros -lleg¨® a albergar tres florister¨ªas, as¨ª como dos pasteler¨ªas propias- brindaba un servicio de atenci¨®n a sus hu¨¦spedes considerado como exquisito. Y ello gracias a que cont¨® con una escuela que cre¨® una cultura, restauradora y hostelera, propia, en la que sistem¨¢ticamente form¨® a sus empleados para atender a una clientela -en ocasiones demasiado exigente o caprichosa-, bajo la pauta de que siempre, siempre, el hu¨¦sped ten¨ªa raz¨®n y que sus deseos eran ¨®rdenes a satisfacer de inmediato.
Salones y salas de baile acog¨ªan los m¨¢s refinados banquetes y los m¨¢s elegantes saraos de la ciudad; los pol¨ªticos conservadores, los generales cultivados y los altos funcionarios de la Administraci¨®n acud¨ªan a sus coquetas salitas a departir y conspirar, entre aromas de caros habanos de vitolas doradas y humo azulado; las vajillas, cuberter¨ªas de plata, cristaler¨ªas, lencer¨ªas ¨Ccon cortinas de cretona, s¨¢banas de lino de Holanda, almohadas de pluma de ganso-, alfombras de la Real F¨¢brica-le dotaron de ajuares sin apenas parang¨®n en otros hoteles de Europa.
Muchos de los propietarios del hotel no supieron entender que tan suntuosa mansi¨®n no es -ni puede ser tan solo-, un mero negocio. Se trata m¨¢s bien del emblema hotelero m¨¢s descollante de Madrid, por haber representado una comodidad se?orial ideada para gentes acaudaladas y, sobre todo, selectas. Pero -y aqu¨ª resid¨ªa su oferta diferencial como aseguraba Ant¨®n F. Saavedra, te¨®rico del turismo-, ¡°desde una l¨®gica que aunaba el confort suizo de su fundador con la elegancia francesa, el rigor germano y la suave afectaci¨®n brit¨¢nica, todo ello, impregnado de esa hospitalidad tan espa?ola heredada de las tres civilizaciones que hist¨®ricamente aqu¨ª convivieron y dejaron su poso en la manera de recibir y tratar al forastero¡±.
Una obra de arte arquitect¨®nica con varios due?os
En las ¨²ltimas d¨¦cadas, el hotel ha cambiado de propietarios un pu?ado de veces. Muy pocos de ellos hab¨ªan logrado satisfacer su deseo de adquirir no solo un sustancioso negocio -un valor de uso inmobiliario-, sino m¨¢s bien el de adue?arse del aura intangible ¨Csu prestigioso y centenario valor de cambio-, acu?ado por una feliz mezcla de componentes: enclave, porte y circundancia. Tal tr¨ªada surge en el Ritz alrededor de la antigua rampa que conduc¨ªa al Real Sitio del Buen Retiro, entre el Campo de la Lealtad, regado con sangre de patriotas alzados contra Napole¨®n en mayo de 1808, y el Real Establecimiento Litogr¨¢fico, regido por Jos¨¦ de Madrazo con el prop¨®sito de reproducir el fabuloso ajuar del cercano y pict¨®ricamente colosal Museo del Prado. Tiempo despu¨¦s, a fines del XIX, la rampa que hoy compone la calle de Felipe IV, circundada desde 1506 por el templo de los Jer¨®nimos, se ver¨ªa jalonada por la Academia Espa?ola. Demolido el templo litogr¨¢fico, surgi¨® sobre su lar el Ritz.
Edificado con la elegancia tect¨®nica de los amansardados hoteles de la Costa Azul, ba?adas sus fachadas de blanco y parapetado tras un frondoso jard¨ªn donde su brunch cautiva a¨²n hoy potentemente, el Ritz parece una obra de arte, perpetuamente actual, gracias al genio del arquitecto franc¨¦s Mevves, ayudado aqu¨ª por el vasco Landecho y construido en un santiam¨¦n en el a?o de 1908 por inducci¨®n real. El impulso regio se produjo al comprobar la Corona que los palacio de la aristocracia no ten¨ªan capacidad suficiente para albergar a invitados a las bodas regias ceremoniadas en la cercana iglesia de los Jer¨®nimos, sede de tan magnas coyundas. Para atajar tal d¨¦ficit, el Ritz fue entonces erigido.
Los bailes del s¨¢bado por la tarde
Como recordaba el periodista Eugenio Su¨¢rez, fallecido el pasado fin de a?o, en los a?os treinta del siglo XX, el hotel ofrec¨ªa baile los s¨¢bados por la tarde a los hijos de la aristocracia y de la burgues¨ªa pudiente, que se aburr¨ªan soberanamente en sus palacios de la Castellana, mansiones estas cercadas por mujeres fam¨¦licas abocadas a prostituirse, dadas las condiciones sociales dram¨¢ticas que solo la Rep¨²blica se propuso atajar. Poco despu¨¦s, bajo el primer franquismo, entre las parejas de clase alta se puso de moda verbalizar sus compromisos matrimoniales en torno a una copa de champ¨¢n, en el arbolado jard¨ªn del Ritz.
Un establecimiento al gusto de Europa
En 1908 se inici¨® la construcci¨®n del hotel, que se inaugur¨® solo dos a?os despu¨¦s. El rey Alfonso XIII intermedi¨®, para dotar a Madrid de un establecimiento de lujo a la altura de los que hab¨ªa en otras capitales europeas.
En el solar donde se levant¨® el inmueble, en el n¨²mero 5 de la Plaza de la Lealtad de Madrid, estaba antes ocupado por el teatro T¨ªvoli y el Circo del Hip¨®dromo.
El proyecto de construcci¨®n es del arquitecto franc¨¦s Charles Frederic Mewes, responsable de los hoteles levantados por C¨¦sar Ritz en Londres y Par¨ªs.
El arquitecto espa?ol que llev¨® a cabo la obra fue Luis Landecho. Tiene 168 habitaciones dobles en la actualidad. Los nuevos due?os quieren reducir el n¨²mero para ampliar el tama?o de las 'suites'
El lar del hotel integra una historicidad de muy largo recorrido, desde que en su mismo predio expirara el l¨ªder anarquista Buenaventura Durruti, en noviembre de 1936, en que el Ritz fue confiscado y transformado en hospital de sangre de la Confederaci¨®n, hasta la presencia en sus habitaciones del pintor Tom¨¢s Harris, esp¨ªa brit¨¢nico mentor de Garbo. Harris fotografi¨® un enorme un grupo escult¨®rico, hoy desaparecido y sin rastro alguno, sobre el front¨®n de la puerta de Goya del contiguo Museo del Prado. Fueron muy comentadas, en su d¨ªa, las veleidades pronazis de un hijo de sus due?os del hotel al que, en pleno empuja de sus tropas hacia la URSS, el temible Nach den Osten de Hitler, acostumbraba pasearse con arreos hitlerianos por los mullidos y alfombrados salones del hotel. Autores como Jos¨¦ L¨®pez Rubio, Eugenio D,Ors, Edgar Neville y Antonio Paso, moraron o sesionaron temporadas en sus principescas estancias ¨Cotra cosa fue c¨®mo afrontaron las facturas-, mientras la crema de la declinante pero rica aristocracia continental se hospedaba en sus suites para saltar al poco hacia la Costa del Sol o Mallorca.
De la aristocracia al rico de ch¨¢ndal
Hay muchas interpretaciones para descifrar el languidecimiento de los valores aristocr¨¢ticos en Madrid ¨Clos mismos que aromaban los salones del Ritz-: desde los que esgrimieron arquitectos como Antonio Lamela, autor de las torres de Col¨®n, que admiti¨® que la destrucci¨®n de los palacios de la Castellana, seg¨²n aseguraba, expresaba la inquina del sector populista del falangismo hacia la nobleza, a la que consideraba rentista, haragana e incapaz de incorporarse a ¡°proyecto imperial¡± alguno¡±; hasta la explicaci¨®n progresista, que asegura que aquella visi¨®n del mundo elitista, discriminante y clasista que el Ritz encarnaba, dej¨® de tener sentido bajo el igualitarismo social que formalmente la democracia predica.
Lo cierto es que el Ritz de Madrid ha sido uno de los principales emblemas de aquel estilo de vida se?orial, incompatible, hoy, con el de gentes ricas hospedadas en ¨¦l que, de no ser advertidas e incluso pese a ser suavemente avisadas, son capaces de bajar a desayunar en zapatillas deportivas y ch¨¢ndal, tras haber dormido en s¨¢banas de lino puro, frente a cortinas de organza y entre muros entelados y mobiliario de caoba. No obstante, seg¨²n dijo un hu¨¦sped del hotel que pidi¨® un paquete del popular tabaco Ideales/Caldo de gallina a un sorprendido valet que replic¨® que el Ritz era un establecimiento de lujo: ¡°Joven: el lujo, en el Ritz, lo determino yo¡±.
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