El estadounidense inseguro
Hay toda una capa de la poblaci¨®n del pa¨ªs norteamericano que no se puede permitir planificar para su jubilaci¨®n. Es un problema grave
Estados Unidos sigue siendo, a pesar del da?o infligido por la Gran Recesi¨®n y sus secuelas, un pa¨ªs muy rico. Pero muchos estadounidenses no gozan de seguridad econ¨®mica y est¨¢n poco protegidos de los peligros de la vida. Con frecuencia, sufren penurias financieras; muchos no esperan poder jubilarse y, si llegan a hacerlo, tienen poco de lo que vivir aparte de la Seguridad Social.
A muchos lectores, espero, no les parecer¨¢ nada sorprendente lo que acabo de decir. Pero hay demasiados estadounidenses ricos ¡ªy, en particular, miembros de nuestra ¨¦lite pol¨ªtica¡ª que parecen no tener ni idea de c¨®mo vive la otra mitad. Esta es la raz¨®n por la que un nuevo estudio sobre el bienestar econ¨®mico de las familias estadounidenses, llevado a cabo por la Reserva Federal, deber¨ªa ser de lectura obligatoria entre el funcionariado de Washington.
Antes de entrar en lo que dice el estudio, unas palabras sobre la cruel falta de inter¨¦s tan frecuente en nuestra vida pol¨ªtica.
No me refiero, o no solamente, al desprecio de la derecha por los pobres, aunque el predominio del conservadurismo incompasivo es un espect¨¢culo digno de contemplar. Seg¨²n el Centro de Investigaci¨®n Pew, m¨¢s de tres cuartas partes de los conservadores creen que los pobres "lo tienen f¨¢cil" gracias a las ayudas p¨²blicas; solo uno de cada siete cree que la vida de los pobres sea "dif¨ªcil". Y esta actitud se traslada a la pol¨ªtica. Lo que deducimos de la negativa a ampliar Medicaid (la asistencia sanitaria a los mayores de 65 a?os) en los estados bajo control republicano ¡ªaun cuando el Gobierno Federal pagar¨ªa esa factura¡ª?es que castigar a los pobres se ha convertido en un fin en s¨ª mismo, algo que vale la pena defender aunque perjudique, m¨¢s que beneficie, al presupuesto estatal.
Pero dejemos a un lado a los autodenominados conservadores y su desd¨¦n por los pobres. Lo que de verdad resulta llamativo es la desconexi¨®n existente entre el sentido com¨²n centrista y las realidades de la vida ¡ªy la muerte¡ª de gran parte del pa¨ªs.
F¨ªjense en el ejemplo perfecto que representan las posturas sobre la Seguridad Social. Durante d¨¦cadas, la disposici¨®n manifiesta a recortar las ayudas de la Seguridad Social, sobre todo aumentando la edad de jubilaci¨®n, ha sido casi una postura obligada ¡ªuna muestra de seriedad¡ª para los pol¨ªticos y los expertos que quieren parecer sensatos y responsables. Al fin y al cabo, la gente vive m¨¢s tiempo, as¨ª que ?por qu¨¦ no deber¨ªa trabajar m¨¢s tiempo tambi¨¦n? ?Y no es la Seguridad Social un sistema anticuado, desconectado de las realidades econ¨®micas modernas?
Mientras tanto, el hecho es que vivir m¨¢s tiempo en esta sociedad m¨¢s desigual que nunca es, en gran medida, algo propio de cierta clase social: la expectativa de vida a los 65 a?os ha aumentado mucho entre los ricos, pero apenas ha cambiado entre quienes se sit¨²an en la mitad inferior de la distribuci¨®n salarial, es decir, entre quienes m¨¢s necesitan la Seguridad Social. Y aunque el sistema de pensiones que cre¨® Roosevelt pueda parecerles anticuado a los profesionales adinerados, es casi literalmente un salvavidas para muchos de nuestros conciudadanos. La mayor¨ªa de los estadounidenses mayores de 65 a?os reciben m¨¢s de la mitad de sus ingresos de la Seguridad Social, y m¨¢s de la cuarta parte de ellos depende casi por completo de esos cheques mensuales.
Puede que estas realidades por fin est¨¦n penetrando en el debate pol¨ªtico, hasta cierto punto. ?ltimamente, parece que no se oye hablar tanto de recortar la Seguridad Social y hasta vemos que se presta cierta atenci¨®n a las propuestas de incrementar las ayudas, dada la merma de las pensiones privadas. Pero tengo la impresi¨®n de que Washington sigue sin tener ni idea de las realidades de la vida de los que todav¨ªa no son ancianos. Y aqu¨ª es donde entra en juego el estudio de la Reserva Federal.
El 47 % de los estadounidenses afirmaba no poder afrontar un gasto extra de 400 d¨®lares. Eso me ha asustado hasta a m¨ª
Este es el segundo a?o en el que se realiza este estudio, y la edici¨®n actual ofrece de hecho la imagen de un pa¨ªs que se recupera: en 2014, a diferencia de 2013, una mayor¨ªa relativa de los entrevistados afirmaba que le iba mejor que hace cinco a?os. Pero llama la atenci¨®n el escaso margen de error que tienen muchas vidas estadounidenses.
Nos encontramos, por ejemplo, con que tres de cada diez estadounidenses no ancianos declaran que no tienen pensiones ni ahorros de jubilaci¨®n, y la misma fracci¨®n afirma hab¨¦rselas apa?ado sin ninguna clase de atenci¨®n m¨¦dica el a?o pasado porque no pod¨ªa permit¨ªrsela. Casi la cuarta parte afirmaba que ellos mismos o un familiar hab¨ªan pasado apuros econ¨®micos en 2014.
Y algo que me asust¨® incluso a m¨ª: el 47 % afirmaba que no tendr¨ªa los recursos necesarios para afrontar un gasto extra de 400 d¨®lares. ?Cuatrocientos d¨®lares! Tendr¨ªan que vender algo o pedir dinero prestado para cubrir esa necesidad, en caso de que pudieran hacerlo.
Claro est¨¢ que podr¨ªa ser mucho peor. La Seguridad Social est¨¢ ah¨ª, y deber¨ªamos alegrarnos mucho de que as¨ª sea. Mientras tanto, la cobertura por desempleo y los vales para alimentos han contribuido en gran medida a proteger a las familias desfavorecidas de lo peor durante la Gran Recesi¨®n. Y Obamacare, aun siendo imperfecta, ha reducido inmensamente la inseguridad, sobre todo en aquellos estados cuyos Gobiernos no han intentado sabotear el programa.
Pero aunque las cosas podr¨ªan ir peor, tambi¨¦n podr¨ªan ir mejor. La seguridad perfecta no existe, pero las familias estadounidenses podr¨ªan f¨¢cilmente tener mucha m¨¢s seguridad de la que tienen. Tan solo har¨ªa falta que los pol¨ªticos y los expertos dejasen de hablar alegremente de la necesidad de recortar las "ayudas sociales" y empezaran a fijarse en c¨®mo viven realmente muchos de sus conciudadanos.
Paul Krugman es profesor de Econom¨ªa en la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Econom¨ªa de 2008.
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