Capital y riesgo
Estos fondos fueron en parte responsables del dinamismo empresarial en las econom¨ªas avanzadas
Las se?ales de recuperaci¨®n del crecimiento en todas las econom¨ªas avanzadas coexisten con unas condiciones financieras excepcionalmente laxas, propiciadoras de una menor aversi¨®n al riesgo en todo tipo de decisiones de inversi¨®n. Incluidas aquellas que por su propia naturaleza incorporan mas incertidumbre en sus resultados, como son las articuladas en torno al ¡±venture capital¡±, o capital riesgo. Se trata de proyectos de inversi¨®n que, al menos en su concepci¨®n mas caracter¨ªstica, el denominado capital semilla, se dirige a financiar proyectos nuevos de empresas a las que se les supone un potencial de crecimiento de ingresos y beneficios superior al promedio (a cambio de un mayor riesgo de fracaso). Junto a esos proyectos en empresas j¨®venes o reci¨¦n nacidas, el capital riesgo se dirige tambi¨¦n a la toma de participaciones en empresas ya establecidas, pero cuyos fundamentos valorativos despiertan el apetito inversor de particulares, familias o fondos de inversi¨®n, nacionales o extranjeros.
En esa renovada avidez por asumir riesgo, el incentivo m¨¢s poderoso radica en las muy bajas remuneraciones para activos con menor riesgo. La liquidez abundante busca opciones que mejoren una oferta de remuneraci¨®n de los dep¨®sitos bancarios o de la deuda p¨²blica hist¨®ricamente reducida. Los fondos de inversi¨®n en general forman parte de los beneficiarios. Seg¨²n Inverco, el patrimonio de esas modalidades de inversi¨®n colectiva y las SICAV est¨¢ en m¨¢ximos hist¨®ricos, con m¨¢s de 366.000 millones.
Pero tambi¨¦n se benefician aquellos otros fondos de respaldo menos popular que invierten en empresas en crecimiento. Han sido los de capital extranjero los que desde el inicio de la crisis han tratado de detectar oportunidades, gangas, ya sea en empresas j¨®venes o maduras, aprovechando las dificultades derivadas de la sequ¨ªa crediticia.
El objetivo de ese tipo de fondos est¨¢ claro: tras la inyecci¨®n de recursos financieros, y eventualmente mejoras en la gesti¨®n y proyecci¨®n comercial de las empresas, se espera multiplicar el dinero invertido. Y cuanto antes, mejor. Esa es la finalidad de los fondos de capital riesgo que en ocasiones encuentran la contrapartida deseada en unos accionistas dispuestos a ceder el control a cambio de buenas plusval¨ªas.
El desarrollo de este mercado ha venido impulsado por la constituci¨®n de fondos finalistas, que reciben recursos a todo tipo de inversores de cierta magnitud y que tienen asignado un prop¨®sito concreto, normalmente sectorial y con un plazo de desinversi¨®n igualmente definido, ya sea mediante la cesi¨®n a otros socios o a trav¨¦s de la salida a bolsa.
Han sido ese tipo de fondos los que en mayor medida fundamentaron el dinamismo tecnol¨®gico y empresarial en las econom¨ªas m¨¢s avanzadas. Forma parte de esa diversificaci¨®n institucional e instrumental de los sistemas financieros m¨¢s desarrollados, a la que se tratan de acercar las iniciativas en torno a la Uni¨®n de los Mercados de Capitales, en la UE.
En Espa?a su desarrollo es limitado, en especial en las modalidades que invierten en las fases iniciales de la vida de una empresa. Por eso, todas las administraciones han tratado de fomentar su desarrollo, pero con resultados ciertamente muy limitados. La crisis ha contribuido a abaratar y definir algunas gangas en Espa?a al tiempo que los bajos rendimientos alternativos ha fomentado el renacimiento del sector, pero en empresas ya maduras, en la mayor¨ªa de los casos. A lo largo del a?o pasado esos fondos captaron m¨¢s recursos para invertir que en los cinco a?os precedentes. El protagonismo que va a desempe?ar el ICO en esa dinamizaci¨®n ser¨ªa bueno que lo hiciera en proyectos verdaderamente asociados al aumento de la natalidad empresarial, a la innovaci¨®n, y no tanto al intercambio de manos de empresas rebajadas.
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