?Deber¨ªa decidir un coche sin conductor qui¨¦n vive y qui¨¦n muere?
Los fabricantes reclutan a fil¨®sofos para el desarrollo del futuro autom¨®vil aut¨®nomo
Los cerebros de la automovil¨ªstica de Detroit, Tokio y Stuttgart ya saben pr¨¢cticamente c¨®mo fabricar veh¨ªculos sin conductor. Hasta los chicos de Google parecen haber resuelto el misterio. Ahora viene lo dif¨ªcil: decidir si las m¨¢quinas deber¨ªan tener poder sobre qui¨¦n sobrevive y qui¨¦n muere en un accidente.
El sector promete un futuro brillante con veh¨ªculos aut¨®nomos que se mover¨¢n arm¨®nicamente como bancos de peces. No obstante, esto no se har¨¢ realidad hasta que los fabricantes de coches respondan a la clase de preguntas espinosas que ha explorado la ciencia ficci¨®n desde que Isaac Asimov escribiese su serie sobre robots el siglo pasado. Por ejemplo, ?deber¨ªa un veh¨ªculo aut¨®nomo sacrificar a su ocupante con un giro brusco que lo haga caer por un precipicio para evitar matar a los ni?os que llenan un autob¨²s escolar?
Aqu¨ª los ejecutivos de la industria automovil¨ªstica se encuentran en terreno desconocido, por lo cual han reclutado a especialistas en ¨¦tica y a fil¨®sofos para que les ayuden a navegar por los matices que van del blanco al negro. Ford, General Motors, Audi, Renault y Toyota se han dirigido al Centro de Investigaci¨®n en Automoci¨®n de la Universidad de Stanford, donde se est¨¢n programando coches con el fin de que tomen decisiones ¨¦ticas, y luego observar qu¨¦ ocurre.
¡°Indudablemente, el tema est¨¢ en el punto de mira¡±, afirma Chris Gerdes, director del laboratorio, que recientemente se reuni¨® con los directores ejecutivos de Ford y General Motors para debatir la cuesti¨®n. ¡°Son conscientes de los problemas y los retos porque en la actualidad sus programadores tratan activamente de tomar esas decisiones¡±.
Los fabricantes de autom¨®viles, adem¨¢s de Google, est¨¢n gastando miles de millones en desarrollar coches sin conductor. Esta semana, Ford ha declarado que est¨¢ llevando el desarrollo de coches aut¨®nomos del laboratorio de investigaci¨®n a sus operaciones avanzadas de ingenier¨ªa. Este verano, Google proyecta poner en las carreteras de California ¡°unos cuantos¡± coches aut¨®nomos que hayan pasado el examen de la pista de pruebas.
Robots sociales
Los coches ya pueden pararse y cambiar de direcci¨®n sin la ayuda de un conductor humano. Seg¨²n Boston Consulting Group, es posible que, dentro de una d¨¦cada, haya veh¨ªculos totalmente automatizados circulando por las carreteras p¨²blicas. Los coches ser¨¢n una de las primeras m¨¢quinas aut¨®nomas que pondr¨¢n a prueba los l¨ªmites del sentido com¨²n y la reacci¨®n en tiempo real.
¡°Ser¨¢ lo que marque la pauta para todos los robots sociales¡±, pronostica el fil¨®sofo Patrick Lin, director del Grupo de ?tica y Ciencias Emergentes de la Universidad Polit¨¦cnica de California y consejero de fabricantes de autom¨®viles. ¡°Son los primeros robots verdaderamente sociales que transitar¨¢n entre la gente¡±.
Los coches que conducen solos prometen anticipar y evitar los choques, lo que reducir¨¢ espectacularmente las 33.000 muertes anuales en las carreteras de Estados Unidos. Pero seguir¨¢ habiendo accidentes. Y en esos momentos cabe la posibilidad de que el coche robot tenga que elegir el mal menor, como por ejemplo girar e invadir una acera llena de gente para evitar ser alcanzado por detr¨¢s por un cami¨®n a toda velocidad, o quedarse en el sitio y poner en peligro mortal al conductor.
¡°Hay que responder a esta clase de preguntas antes de que la conducci¨®n automatizada se haga realidad¡±, se?alaba esta semana Jeff Greenberg, director t¨¦cnico de la interfaz hombre-m¨¢quina de Ford, durante un recorrido por el nuevo laboratorio de investigaci¨®n del fabricante en Silicon Valley.
Las leyes de Asimov
En estos momentos, los especialistas en ¨¦tica tienen m¨¢s preguntas que respuestas. ?Las normas que gobiernan a los veh¨ªculos aut¨®nomos deber¨ªan dar prioridad al bien mayor ¨Cel n¨²mero de vidas salvadas¨C y no dar valor a los individuos involucrados? ?Deber¨ªan inspirarse en Asimov, cuya primera ley de la rob¨®tica dice que una m¨¢quina aut¨®noma no puede causar da?o a un ser humano, o debido a su inacci¨®n, permitir que le sea causado?
¡°Yo no querr¨ªa que mi coche robot vendiese mi vida solo para salvar otra u otras dos¡±, admite Lin. ¡°Pero esto no quiere decir que el veh¨ªculo deba preservar nuestra vida por encima de todo, sin que importe de cu¨¢ntas v¨ªctimas estemos hablando. Eso me parecer¨ªa muy mal¡±.
Por esta raz¨®n no deber¨ªamos dejar esas decisiones en manos de robots, opina Wendell Wallach, autor de A Dangerous Master: How to Keep Technology from Slipping Beyond Our Control [Un amo peligroso. C¨®mo impedir que la tecnolog¨ªa se nos vaya de las manos].
¡°El camino a seguir es crear un principio absoluto seg¨²n el cual las m¨¢quinas no tomar¨¢n decisiones sobre la vida y la muerte¡±, afirma Wallach, investigador del Centro Interdisciplinar de Bio¨¦tica de la Univeridad de Yale. ¡°Debe haber un ser humano involucrado. Si la gente piensa que no se la considerar¨¢ responsable de las acciones que emprende, acabaremos teniendo una sociedad sin ley¡±.
Desobedecer las leyes
Mientras que Wallach, Lin y otros especialistas en ¨¦tica lidian con las complejidades filos¨®ficas, Gerdes lleva a cabo experimentos en la realidad. Este verano, en un circuito de carreras del norte de California, probar¨¢ veh¨ªculos automatizados programados para seguir normas ¨¦ticas a la hora de tomar decisiones instant¨¢neas, como por ejemplo, cu¨¢ndo es adecuado desobedecer las reglas del tr¨¢fico y cruzar una doble l¨ªnea continua para dejar sito a ciclistas o a coches aparcados en doble fila.
Gerdes tambi¨¦n est¨¢ colaborando con Toyota para encontrar maneras de que un coche aut¨®nomo devuelva r¨¢pidamente el control a un conductor humano. Incluso esta clase de transferencia est¨¢ llena de peligros, afirma, sobre todo a medida que los autom¨®viles hacen m¨¢s cosas y las habilidades de conducci¨®n disminuyen.
En ¨²ltimo t¨¦rmino, el problema de otorgar a un veh¨ªculo aut¨®nomo el poder de tomar decisiones importantes es que, al igual que los robots de ciencia ficci¨®n, un coche sin conductor carece de empat¨ªa y de la capacidad de captar el matiz. ¡°Por ahora no se ha dise?ado ning¨²n sensor tan bueno como el ojo y el cerebro humanos¡±, concluye Gerdes.
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