Europeos y americanos: rivales, socios
La C¨¢mara apoya-y-exige a la Comisi¨®n: la UE no se condena a perder comba con el Pac¨ªfico
Perd¨®n por importunar, pero Europa no es peor. Tras un l¨ªo monumental, el mes pasado, la aprobaci¨®n por el Parlamento Europeo de las recomendaciones a los negociadores del Tratado comercial e inversor Europa-EE UU (TTIP), es signo de que el extra?¨ªsimo entramado institucional europeo tampoco es tan desastroso. ?Y eso, sin llegar a ser federal!
Como los europeos nos fustigamos escupiendo sobre nosotros mismos, conviene recordar que Obama acaba de pasar un peor v¨ªa crucis en el Senado por el fast track o v¨ªa r¨¢pida para firmar el acuerdo de asociaci¨®n con el Pac¨ªfico. Ese camino obliga a la C¨¢mara a endosar o rechazar en su totalidad el acuerdo: no puede enmendarlo. Y en este caso han sido los dem¨®cratas los que agriaron, hasta el 23 de junio, la pretensi¨®n del presidente dem¨®crata de cerrar acuerdos r¨¢pidos.
Pero ese farragoso procedimiento (atenci¨®n: norteamericano, para nada europeo) viene de lejos. Recuerdo un d¨ªa de febrero de 1998. Nevaba y Hillary Clinton abrasaba a los empresarios (republicanos) asistentes al Foro de Davos, Suiza, para que presionaran a su partido porque ¡°perjudicaba¡± los intereses del mundo de los negocios. Y es que este se negaba a apoyar la v¨ªa r¨¢pida para su marido Bill: era un acuerdo con Chile. ¡°?Apoyen a mi marido para ayudarse ustedes!¡±, clamaba. El laberinto procesal es pues, tambi¨¦n all¨ª, estructural (como en el Obamacare, o en el l¨ªo presupuestario). As¨ª funcionan las democracias.
Como ahora nos abruma el caso de Grecia, recordemos que Puerto Rico corre un camino paralelo. La v¨ªspera de que Atenas impagase su deuda al FMI, el gobernador de Puerto Rico anunci¨® que su deuda era ¡°impagable¡±. Pero el problema es m¨¢s endemoniado que en Grecia, porque al ser un Estado asociado a EE UU, no puede ampararse en la ley de quiebras; y adem¨¢s EE UU no practica con sus socios rescates a la europea (aunque les ayude usando el presupuesto federal para programas sociales o de infraestructuras). El caso de Puerto Rico es peor ?y el gran Paul Krugman no predica su salida del d¨®lar! Seguro que no emplea dos varas de medir, una para la miserable Europa y otra para el glorioso Imperio.
Las recomendaciones consensuadas en Estrasburgo a los negociadores del TTIP (la Comisi¨®n) son claves, porque es el hemiciclo quien deber¨¢ aprobar o rechazar el pacto final. Y ah¨ª est¨¢ ya puesta la planilla de los criterios con que juzgarlo.
La pelea versaba sobre el ¨²nico punto en litigio: c¨®mo dirimir los conflictos entre empresas y Estados. El Parlamento auspicia un sistema con ¡°jueces profesionales, independientes y designados p¨²blicamente¡±, en vez de arbitrajes privados. Todas las otras grandes reivindicaciones parlamentarias (respeto a la legislaci¨®n laboral y medioambiental, transparencia, exclusi¨®n de los servicios p¨²blicos...) ya estaban asumidas. Quedaba solo ese asunto, clave, pero menor en relaci¨®n con el conjunto.
Ahora Europa no est¨¢ condenada a perder comba respecto al Pac¨ªfico. Claro que quienes se opon¨ªan, se siguen oponiendo.
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