La aspereza del aceite de palma
Malasia e Indonesia controlan el 80% de un industria que mueve 45.000 millones y tiene efectos nefastos en el medioambiente
A vista de p¨¢jaro la tierra se torna de un rojo intenso, como si alguien hubiese arrancado del tir¨®n un esparadrapo sobre una herida en carne viva. Es el efecto que produce en el paisaje la deforestaci¨®n de los bosques tropicales de Indonesia y Malasia, los dos pa¨ªses que controlan el 80% de la producci¨®n de aceite de palma del mundo. Una industria de m¨¢s de 45.000 millones de euros, seg¨²n la gestora de fondos Green Century Capital Management, que crece a tasas superiores al 5% anual y que est¨¢ provocando ¡ªadvierten organizaciones no gubernamentales como Grain o WWF¡ª la tala masiva de la selva aut¨®ctona, una contribuci¨®n a?adida al cambio clim¨¢tico.
El consumo de este producto ¡ªes ingrediente de casi la mitad de los alimentos (helados, margarinas, pizzas) que se compran en un supermercado, y de ¨¦l tambi¨¦n saca partido la industria de la cosm¨¦tica (pintalabios, champ¨²s) y de los biocombustibles¡ª crece con fuerza por una raz¨®n sencilla: es el aceite comestible m¨¢s barato. Una tonelada costaba 638 d¨®lares en junio pasado. Bastante por debajo de la soja (744 d¨®lares), el coco (1.131 d¨®lares) o el girasol (1.538 d¨®lares). De ah¨ª sus n¨²meros. S¨ª a mediados de los a?os ochenta se consum¨ªan anualmente 1,5 millones de toneladas, ahora se superan los 50 millones. China e India son las tierras que, en buena medida, justifican estas cifras, pues acaparan gran parte de las importaciones. Y acorde con los c¨¢lculos de la casa de an¨¢lisis BMI Research esos pa¨ªses seguir¨¢n teniendo apetito. India bate a?o tras a?o su r¨¦cord de importaciones. A su manera, contagia al mundo. ¡°Nuestras previsiones es que el consumo global aumente el 5,5% este a?o y un 4,7% el pr¨®ximo¡±, apunta un experto de BMI Research. Relativamente cerca del ritmo de crecimiento hist¨®rico del 6,3% vivido entre 2010 y 2014.
Pero la ecuaci¨®n elevada demanda, bajo coste e impacto sobre la naturaleza da un resultado poco deseable: el acaparamiento de tierras. El problema ya se siente en Malasia, Pap¨²a Nueva Guinea y la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. ¡°La presi¨®n de las empresas productoras resulta tan intensa que, por ejemplo, en Malasia e Indonesia apenas queda espacio para plantar m¨¢s palma¡±, revela Henk Hobbelink, coordinador de Grain.
DEMANDA ALIMENTARIA
Pese a todo, la industria del dinero percute sobre esos paisajes. Gertjan van der Geer, gestor del fondo Pictet Agriculture, sostiene que aunque el ritmo de mejora de la producci¨®n agr¨ªcola haya disminuido los ¨²ltimos a?os todav¨ªa hay ¨¢reas, como el aceite de palma, donde la ¡°posibilidad de aumentar el rendimiento de los cultivos es alta¡±. Su razonamiento se basa en la necesidad. El desaf¨ªo demogr¨¢fico es alarmante. La FAO (Organizaci¨®n de Naciones Unidas para la Alimentaci¨®n y la Agricultura) advierte de que la producci¨®n de alimentos del planeta tiene que crecer un 70% hasta 2050 para satisfacer la demanda mundial. ¡°Por lo que resulta indispensable otra revoluci¨®n verde para incrementar la productividad y aplacar temores maltusianos¡±, vaticina el experto de Pictet. Aqu¨ª entra en escena la palma.
El problema es que esos miedos se est¨¢n sustituyendo por otros. Solo Indonesia ha recibido 12.500 millones de d¨®lares en inversiones para producir aceite de palma entre 2000 y 2008. Buena parte de esos fondos ¡ªprecisa un trabajo de 2014 de Grain¡ª llegan de Singapur, donde se refugiaron muchas fortunas del pa¨ªs tras el colapso de la dictadura de Suharto en 1998. Casi por inercia, el aceite ha creado una oligarqu¨ªa a su alrededor. Algunos de sus miembros son las grandes multinacionales de la alimentaci¨®n del mundo como la suiza Nestl¨¦ o la angloholandesa Unilever. Pero tambi¨¦n hay operadores locales: Sime Darby (Malasia), Golden-Agri Resources y Wilmar (Singapur), Dharma Satya Nusantara (Indonesia). Incluso el Deutsche Bank y la aseguradora Allianz han invertido en esta explosi¨®n de la palma.
El negocio genera algunas consecuencias. El mundo pierde entre 12 y 15 millones de hect¨¢reas de selva al a?o, y esto a su vez causa el 15% de las emisiones de gases de efecto invernadero. El peri¨®dico The New York Times relata que Indonesia ha ¡°perdido una quinta parte de su superficie boscosa entre 1990 y 2010¡±. Esta tensi¨®n se est¨¢ trasladando desde las plantaciones del sudeste asi¨¢tico a pa¨ªses como Per¨², Colombia, Ecuador, Brasil, Guatemala o M¨¦xico. Ante datos como estos y la presi¨®n de los conservacionistas, las multinacionales de alimentaci¨®n que m¨¢s emplean este aceite han tenido que reaccionar. Unilever se comprometi¨® a que en 2020 podr¨¢ trazar el origen del 70% del aceite que utiliza. De esta forma, evita contribuir a la deforestaci¨®n. Mientras que KFC se ha emplazado a finales de 2017. Sin embargo, algunos expertos creen que los plazos son demasiado extensos y recuerdan que la naturaleza perdida tarda d¨¦cadas en regresar.
REACCI?N INDUSTRIAL
La industria conoce esa urgencia y por eso cre¨® en 2004 la Roundtable on Sustainable Palm Oil (RSPO). Un organismo que certifica que el aceite de palma que se emplea es sostenible y respeta la biodiversidad. Pese a los esfuerzos, los resultados son limitados. Solo ha conseguido certificar el 20% de la producci¨®n mundial, unos 11,6 millones de toneladas. Y el desaf¨ªo se agiganta. ¡°Creemos que involucrar a todas las compa?¨ªas y a toda la industria es la ¨²nica forma de conjugar el aumento de la demanda de aceites comestibles al tiempo que se evita el deterioro medioambiental causado por la producci¨®n de aceite de palma insostenible¡±, reflexiona un portavoz de la RSPO. Y avanza: ¡°Si no se transforma el mercado, el da?o al medioambiente continuar¨¢¡±. Por eso hacen falta objetivos ambiciosos. En 2020 quieren que todo este aceite que se consume en Europa tenga un origen transparente.
La estrategia de poner fechas es la manera de aumentar la involucraci¨®n, porque no todo el mundo lo percibe igual. La consultora independiente Union of Concerned Scientists (UCS) ha analizado 40 empresas que inciden en esta industria y solo ocho hab¨ªan adoptado el ¨²ltimo a?o compromisos para proteger los bosques y las turberas. Estas compa?¨ªas eran PepsiCo, Nestl¨¦, Kellogg¡¯s, ConAgra y Danone ¡ªdentro del espacio de alimentos envasados¡ª y Procter & Gamble, Colgate-Palmolive y Henkel, en cuidado personal. A la cola de la clasificaci¨®n, la comida r¨¢pida. ¡°Los consumidores quieren que ese tipo de comida no contribuya a la deforestaci¨®n y est¨¢ industria est¨¢ empezando a tomar nota¡±, observa Lael Goodman, analista de la UCS.
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