?Un ¡®New Deal¡¯ para la deuda insostenible?
Nada es gratis en Europa y nunca lo ha sido, pero hay formas mucho mejores de abordar crisis como esta
El reconocimiento por el Fondo Monetario Internacional de que la deuda de Grecia es insostenible podr¨ªa resultar ser un punto de inflexi¨®n para el sistema financiero mundial. Es evidente que se deben tomar m¨¢s en serio las pol¨ªticas heterodoxas para abordar las grandes cargas de deuda existentes, incluso en algunos pa¨ªses avanzados.
Desde el comienzo de la crisis griega, ha habido b¨¢sicamente tres escuelas de pensamiento. La primera es la concepci¨®n de la llamada troika (la Comisi¨®n Europea, el Banco Central Europeo y el FMI), seg¨²n la cual la periferia de la zona del euro con problemas de deuda (Grecia, Irlanda, Portugal y Espa?a) requiere una fuerte disciplina normativa para prevenir que una crisis de liquidez a corto plazo se transforme en un problema de insolvencia a largo plazo.
La prescripci¨®n normativa ortodoxa era la de conceder pr¨¦stamos puente tradicionales a esos pa¨ªses, con lo que dispondr¨ªan del tiempo para solucionar sus problemas presupuestarios y emprender reformas estructurales encaminadas a aumentar sus posibilidades de crecimiento a largo plazo. Ese planteamiento ha ¡°funcionado¡± en Espa?a, Irlanda y Portugal, pero a costa de recesiones tremendas. Adem¨¢s, hay un gran riesgo de reca¨ªda en caso de que se produzca un importante baj¨®n en la econom¨ªa mundial. Sin embargo, la pol¨ªtica de la troika no ha estabilizado ¨Cy menos a¨²n reavivado¨C la econom¨ªa de Grecia.
Una segunda escuela de pensamiento considera tambi¨¦n la crisis un problema de liquidez exclusivamente, pero ve la insolvencia a largo plazo como un riesgo poco probable, en el peor de los casos. El problema no es el de que la deuda de los pa¨ªses de la periferia de la zona del euro sea demasiado grande, sino que no se le ha permitido aumentar lo suficiente.
¡°Los que creen que la crisis europea se hubiera resuelto ¨²nicamente con eurobonos pecan de ingenuidad¡±
Ese bando antiausteridad cree que, incluso cuando los mercados privados perdieron totalmente la confianza en la periferia de Europa, la Europa septentrional podr¨ªa haber solucionado f¨¢cilmente el problema avalando la deuda de la periferia, tal vez al amparo de unos eurobonos respaldados en ¨²ltima instancia por todos los contribuyentes (y en particular los alemanes) de la zona del euro. Entonces se habr¨ªa permitido a los pa¨ªses de la periferia no solo reestructurar su deuda, sino tambi¨¦n aplicar una pol¨ªtica fiscal decididamente contrac¨ªclica durante el tiempo que sus gobiernos nacionales hubieran considerado necesario.
Dicho de otro modo, para los ¡°antiausteridad¡± la zona del euro padeci¨® una crisis de competencia, no una crisis de confianza. No importa que la zona del euro no tenga una autoridad fiscal centralizada, sino solo una uni¨®n bancaria incompleta. Los problemas de riesgo moral o insolvencia no son relevantes; tampoco las reformas estructurales que puedan propiciar el crecimiento. Todos los deudores podr¨¢n pagar en el futuro, aun cuando no siempre hayan sido fiables en el pasado. En cualquier caso, un crecimiento m¨¢s r¨¢pido del PIB permitir¨¢ pagarlo todo, gracias a unos elevados multiplicadores fiscales. En suma, Europa se perdi¨® una gran oportunidad.
Se trata de un punto de vista totalmente coherente, pero ingenuo en su confianza incondicional (por ejemplo, en los pol¨¦micos textos del premio Nobel de econom¨ªa Paul Krugman). A consecuencia de ello, la concepci¨®n antiausteridad oculta suposiciones muy poco fundamentadas y grandes riesgos. En realidad, acumular pr¨¦stamos sobre cargas de deuda ya elevadas en la periferia de la zona del euro entra?aba un riesgo importante, en particular cuando estall¨® la crisis.
La corrupci¨®n pol¨ªtica, ejemplificada por la connivencia entre el Gobierno y el sector financiero de Espa?a, era end¨¦mica. Unos mercados laborales duales y monopolios del mercado de productos siguen frenando el crecimiento y los oligarcas tienen un poder desproporcionado para proteger sus intereses. En realidad, Alemania no habr¨ªa podido avalar toda la deuda de la periferia europea sin poner en riesgo su propia solvencia, en particular a falta de un sistema de controles y salvaguardias que funcione bien. Unas garant¨ªas m¨¢s amplias y abiertas podr¨ªan haber dado resultado, pero, si no, la degradaci¨®n econ¨®mica de la periferia podr¨ªa haberse extendido al centro.
Un tercer punto de vista es el de que, en vista de la gran magnitud de la crisis financiera, se deber¨ªa haber diagnosticado como de insolvencia el problema de la deuda de Europa desde el principio y haberlo abordado con reestructuraci¨®n y condonaci¨®n de la deuda, ayudadas por una inflaci¨®n moderadamente elevada y una reforma estructural. Ese ha sido mi punto de vista desde que comenz¨® la crisis.
¡°Alemania no habr¨ªa podido avalar toda la deuda de la periferia europea sin poner en riesgo su propia solvencia¡±
En Irlanda y Espa?a, los tenedores de bonos privados, y no los contribuyentes irlandeses y espa?oles, son los que deber¨ªan haber sufrido las consecuencias de las quiebras bancarias. En Grecia, deber¨ªa haber habido amortizaciones de pr¨¦stamos fallidos m¨¢s r¨¢pidas y mayores.
Naturalmente, los gobiernos nacionales habr¨ªan tenido que recurrir a fondos de los contribuyentes para recapitalizar los bancos europeos septentrionales que prestaron demasiado a la periferia ¨Cen particular los de Francia y Alemania¨C y habr¨ªan sido necesarias transferencias para recapitalizar los bancos de la periferia, pero al menos la opini¨®n p¨²blica habr¨ªa entendido entonces la realidad de la situaci¨®n, mientras que los bancos reestructurados y recapitalizados habr¨ªan estado en condiciones de comenzar a prestar de nuevo.
Lamentablemente, demasiadas autoridades de econom¨ªas avanzadas se dieron el lujo de creer que semejantes pol¨ªticas heterodoxas son solo para los mercados emergentes, cuando en muchas ocasiones los pa¨ªses desarrollados han recurrido a pol¨ªticas heterodoxas para reducir las deudas pendientes. La reestructuraci¨®n de la deuda habr¨ªa brindado a Europa la posibilidad de volver a empezar que necesitaba. Es cierto que supon¨ªa un riesgo, como ha se?alado el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, pero habr¨ªa valido la pena.
Entonces, ?cu¨¢l es la v¨ªa para avanzar? Una integraci¨®n europea m¨¢s profunda, normas m¨¢s estrictas en materia de capital primario necesario en el caso de los bancos y unas reformas estructurales m¨¢s profundas, pero de cosecha propia, son elementos fundamentales, desde luego, para cualquier soluci¨®n. A¨²n se necesita urgentemente una mayor ayuda a la periferia europea.
Pero, aparte de eso, la experiencia de Europa deber¨ªa mover a un replanteamiento total del sistema mundial para administrar las quiebras soberanas, lo que podr¨ªa significar una vuelta a propuestas m¨¢s antiguas del FMI sobre un mecanismo para estos casos o la b¨²squeda de formas de institucionalizar la reciente posici¨®n del Fondo sobre la deuda griega. Nada es gratis en Europa y nunca lo ha sido, pero hay formas mucho mejores de abordar la deuda insostenible.
Kenneth Rogoff, execonomista jefe del FMI, es profesor de Econom¨ªa y Pol¨ªtica P¨²blica en la Universidad de Harvard.
Traducci¨®n de Carlos Manzano.
? Project Syndicate, 2015.
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