V¨ªa libre en el Pac¨ªfico
El pacto entre EE UU, Jap¨®n y 10 pa¨ªses del ¨¢rea reorienta las negociaciones comerciales
El Tratado de Asociaci¨®n Transpac¨ªfico (TPP) anunciado esta semana por EEUU y 11 pa¨ªses no s¨®lo es el mayor pacto comercial alcanzado hasta el momento, sino que amenaza con dar un giro completo al panorama mundial de las transacciones de mercanc¨ªas y servicios. El pacto tiene muchas implicaciones: refuerza la negociaci¨®n comercial multilateral al margen de la global de la Ronda de Doha de la OMC (Organizaci¨®n Mundial de Comercio), afianza los lazos del Pac¨ªfico frente a los del Atl¨¢ntico, supone un contrapeso ante el avance de China, y orienta las futuras conversaciones sobre algunos sectores productivos sensibles, como la agricultura.
La OMC lleva ya a?os a la deriva y las negociaciones en su seno han perdido la fuerza que la organizaci¨®n crey¨® tener cuando se lanz¨® la Ronda de Doha en 2001 en la capital qatar¨ª. En ese momento, dos meses despu¨¦s de los atentados del 11-S, el mundo necesitaba buenos proyectos para impulsar una econom¨ªa mundial en retroceso. El pacto fue muy forzado. El entonces m¨¢ximo responsable de la OMC, el franc¨¦s Pascal Lamy, trans¨® todo lo que pudo para conseguir una declaraci¨®n con muchos puntos pendientes, casi tantos como los que hab¨ªa dejado la anterior Ronda de Uruguay (1986-1993).
Las ayudas a la agricultura o a ciertas industrias, la protecci¨®n de las patentes o la transparencia en las contrataciones p¨²blicas son algunos de los temas que a lo largo de estos a?os han hecho fracasar una tras otra las cumbres de la OMC en Seattle, Canc¨²n, Hong Kong o Ginebra. No fue hasta la reuni¨®n de Bali, en 2013, cuando se alcanz¨® el primer gran acuerdo dentro de la Ronda de Doha. Consisti¨®, sobre todo, en simplificar los tr¨¢mites burocr¨¢ticos en las aduanas y permitir ¡ªgracias al empe?o de India¡ª que los pa¨ªses en desarrollo pudieran subvencionar sus explotaciones agr¨ªcolas y ganaderas con el fin de proporcionar alimentos baratos a la poblaci¨®n m¨¢s pobre.
Para cuando lleg¨® el acuerdo de Bali, las negociaciones bilaterales o multilaterales de pactos de libre comercio ya eran una realidad m¨¢s que patente al margen de la OMC, sobre todo impulsadas por EEUU. Llegaron muchos acuerdos concretos de Washington o M¨¦xico con otros pa¨ªses americanos, apareci¨® la Alianza del Pac¨ªfico (M¨¦xico, Colombia, Per¨² y Chile) y hasta la decana asociaci¨®n del sureste asi¨¢tico (Asean) se revitaliz¨® con un mayor acercamiento a China, Jap¨®n y Corea del Sur. Mientras tanto, la UE logr¨® pactos con los pa¨ªses centroamericanos, con Colombia y Per¨², y con Corea del Sur, pero pactos atl¨¢nticos como el pendiente con el Mercosur (Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Venezuela) y el Acuerdo Transatl¨¢ntico de Libre Comercio e Inversiones (TTIP), con EEUU, se le siguen resistiendo.
Acicate para la UE
La firma del TTP tal vez sirva de acicate para que Bruselas y Washington acerquen posiciones para que el pacto final no sea un mero acuerdo arancelario, insuficiente para homologar est¨¢ndares t¨¦cnicos y condiciones de contrataci¨®n p¨²blicas entre ambas potencias. La UE corre tambi¨¦n otro riesgo, que China se sume en un futuro no tan lejano al TTP. Aunque el Gobierno de Pek¨ªn mira con recelo un sistema comercial que incluya a sus dos m¨¢ximos rivales, EEUU y Jap¨®n, la propia necesidad china de volcarse al exterior con productos de valor a?adido como parte de su estrategia para paliar la desaceleraci¨®n de su econom¨ªa, ha hecho que el r¨¦gimen se haya mostrado m¨¢s proclive a unirse al pacto que a quedarse al margen. Ante esta perspectiva, Bruselas deber¨ªa darse un poco de prisa para cerrar el acuerdo que lleva negociando desde 2007.
El acuerdo eleva la presi¨®n sobre Europa para reforzar las alianzas atl¨¢nticas
Mucha de la letra peque?a del TTP, que es la que se va a fijar el Congreso de EEUU para dar su aprobaci¨®n definitiva al acuerdo, no s¨®lo es clave para los pa¨ªses involucrados sino para otras negociaciones en curso que arrastran eternas discrepancias en temas sensibles. En la agricultura, por ejemplo, Jap¨®n limit¨® todo lo que pudo las ya restringidas importaciones de arroz. Canad¨¢, por su parte, anunci¨® subvenciones millonarias a sus productores de alimentos para paliar los efectos del libre comercio. Esto deja claro que las potencias no van a renunciar a desmantelar sus sistemas de ayuda a la agricultura a pesar de que son menos competitivos que el de muchos pa¨ªses en desarrollo que requieren avanzar en este sector para mejorar su calidad de vida.
La lentitud de la OMC ha impulsado el entendimiento entre bloques de pa¨ªses afines
En el caso de la industria del autom¨®vil, Jap¨®n ha logrado un avance en la supresi¨®n de aranceles a sus coches, un hecho nada balad¨ª para la industria nipona en plena crisis de Volkswagen, la marca que arrebat¨® a Toyota el liderazgo mundial hace unos a?os. EEUU ha hecho estas concesiones convencido de que hab¨ªa que crear una alianza para frenar la expansi¨®n de China y sobre todo hacerla en su propia casa, en ¨¢rea del Pac¨ªfico, un mercado de 800 millones de perosnas que dentro de cinco a?os acaparar¨¢ el 42% del consumo de toda la clase media del planeta.
Hay, adem¨¢s, un punto destacable del acuerdo que es la duraci¨®n de la protecci¨®n para las patentes de medicamentos biotecnol¨®gicos. A pesar de la insistencia de EEUU para que fuera de 12 a?os, la presi¨®n de Australia y Nueva Zelanda y los pa¨ªses emergentes la redujo a cinco a?os.
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