Todo es Bengasi
Seg¨²n parece, la deuda solo importa cuando hay un dem¨®crata en la Casa Blanca
Parece que el representante Kevin McCarthy, que supuestamente deb¨ªa suceder a John Boehner como presidente de la C¨¢mara de Representantes, no optar¨¢ al cargo despu¨¦s de todo. Incluso en las mejores circunstancias, le hubiera costado much¨ªsimo tanto conseguir como mantener el puesto gracias al apocal¨ªptico comit¨¦ de selecci¨®n: ese grupo de republicanos, bastante numeroso, que exige que el partido retire la financiaci¨®n a la planificaci¨®n familiar o acabe con Obamacare o da?e de alg¨²n modo algo que les guste a los progresistas bloqueando la Administraci¨®n y forzando una suspensi¨®n de pagos.
Aun as¨ª, ha destruido sus opciones al reconocer ¡ªal alardear de ello, de hecho¡ª que las interminables comparecencias sobre Bengasi celebradas en la C¨¢mara no ten¨ªan nada que ver con la seguridad nacional; su ¨²nico objeto era perjudicar pol¨ªticamente a Hillary Clinton.
Pero eso ya lo sab¨ªamos todos, ?no?
A menudo me pregunto por los analistas que escriben sobre cosas como esas comparecencias como si guardasen relaci¨®n con alg¨²n problema real, y que siguen d¨¢ndole vueltas a la controversia sobre el correo electr¨®nico de Clinton como en si todos estos meses de escrutinio se hubiese hallado alguna prueba de que fue un delito, y no simplemente torpeza.
Es imposible que se lo crean, independientemente de que lo reconozcan o no. Y sin duda la larga historia de los no esc¨¢ndalos de Clinton y las acusaciones retiradas ¡ªrecuerden, el caso Whitewater no ten¨ªa fundamento alguno¡ª deber¨ªa servir de advertencia.
Por alguna raz¨®n, sin embargo, los pol¨ªticos que fingen preocuparse por estos problemas, pero que obviamente no hacen m¨¢s que exprimirlos para obtener un beneficio pol¨ªtico, siguen sali¨¦ndose con la suya. Y la cosa no se limita solo a Clinton.
Piensen en el ejemplo de un problema que podr¨ªa parecer completamente distinto, que dominaba gran parte de la ret¨®rica pol¨ªtica hace solo unos a?os: la deuda federal.
Muchos pol¨ªticos destacados convirtieron las advertencias sobre el peligro que representaba la deuda de Estados Unidos, especialmente la que estaba en manos de China, en parte esencial de su imagen pol¨ªtica. Paul Ryan, cuando era presidente del Comit¨¦ de Presupuestos de la C¨¢mara, se presentaba como un cruzado heroico contra el d¨¦ficit. Mitt Romney hizo de las denuncias de los pr¨¦stamos tomados de China una pieza clave de su campa?a por la presidencia. Y, en general, los expertos trataron esas poses como si fueran algo serio. Pero no lo eran.
No me refiero a que fueran err¨®neas desde el punto de vista econ¨®mico, aunque lo eran. ?Recuerdan todas aquellas advertencias terribles sobre lo que pasar¨ªa si China dejase de comprar nuestra deuda o, peor a¨²n, empezase a venderla? ?Recuerdan lo de que los tipos de inter¨¦s se disparar¨ªan y Estados Unidos se ver¨ªa inmerso en una crisis?
Bueno, no se lo digan a nadie, pero el temid¨ªsimo acontecimiento ha ocurrido: China ya no compra nuestra deuda y, de hecho, vende decenas de miles de millones de d¨®lares de deuda estadounidense cada mes, en un intento de apuntalar su atribulada econom¨ªa. Y lo que ha pasado es lo que los an¨¢lisis econ¨®micos serios siempre dijeron que suceder¨ªa: nada. Siempre se trat¨® de una falsa alarma.
Pero, adem¨¢s de eso, era una alarma fingida. Si uno analizaba con cierto detalle los planes y propuestas presentados por los pol¨ªticos que afirmaban estar tan preocupados por el d¨¦ficit, en seguida resultaba evidente que su preocupaci¨®n por la responsabilidad fiscal era solo pose. La gente que de verdad se preocupa por la deuda p¨²blica no propone enormes rebajas fiscales para los ricos, compensadas solo en parte por unos recortes tremendos de las ayudas a los pobres y la clase media, ni basa todas sus afirmaciones sobre la reducci¨®n de la deuda en ahorros no especificados que ya se anunciar¨¢n en una futura ocasi¨®n.
Intentar pasar como serios debates sin importancia es en s¨ª mismo una especie de fraude
Y cuando la t¨¢ctica del miedo fiscal empez¨® a perder tracci¨®n pol¨ªtica, ya ni siquiera se molestan en fingir. Basta con fijarse en los que aspiran a ser el candidato republicano a la presidencia. Uno detr¨¢s de otro, han estado proponiendo rebajas fiscales gigantescas que incrementar¨ªan el d¨¦ficit en billones de d¨®lares.
Seg¨²n parece, la deuda solo importa cuando hay un dem¨®crata en la Casa Blanca. O, para ser m¨¢s exactos, todo lo que se dec¨ªa acerca de la deuda no ten¨ªa que ver con la prudencia fiscal; el objeto era causar un perjuicio pol¨ªtico al presidente Obama, y acab¨® cuando la t¨¢ctica dej¨® de ser eficaz.
Nuevamente, nada de esto deber¨ªa cogerle de nuevas a cualquiera que preste algo de atenci¨®n, aunque sea moderada, a la pol¨ªtica y los asuntos pol¨ªticos. Pero no estoy seguro de que la gente corriente, que tiene un trabajo y una familia que mantener, est¨¦ recibiendo el mensaje. Despu¨¦s de todo, ?qui¨¦n se lo va a transmitir?
A veces tengo la impresi¨®n de que a muchos profesionales de los medios de comunicaci¨®n les parece una zafiedad reconocer, incluso ante s¨ª mismos, la fraudulencia de muchas posturas pol¨ªticas. Por lo visto, lo que se espera de uno es que finja que de verdad estamos debatiendo acerca de la seguridad nacional o la econom¨ªa, aunque sea evidente y f¨¢cil de demostrar que, en realidad, no sucede nada de eso.
Pero el hacer la vista gorda ante la falsedad pol¨ªtica y pretender que estamos teniendo un debate serio cuando no es as¨ª es en s¨ª mismo una especie de fraude. McCarthy, sin querer, le ha hecho al pa¨ªs un gran favor con su desacertada sinceridad, pero contarles a los ciudadanos lo que de verdad sucede no deber¨ªa depender de pol¨ªticos a los que se les suelta la lengua.
A veces ¡ªdemasiado a menudo¡ª no hay ning¨²n fundamento bajo el griter¨ªo. Y entonces tenemos que contar la verdad y decir que todo es Bengasi.
Paul Krugman fue premio Nobel de Econom¨ªa en 2008.
? The New York Times Company, 2015.
Traducci¨®n de News Clips.
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