Los refrescos son el nuevo tabaco
El auge de la vida sana ha hecho que el consumo de refrescos en EE UU retroceda con fuerza

Indra Nooyi fue rotunda en su ¨²ltima presentaci¨®n ante los analistas de Wall Street. La soda, admiti¨®, ¡°es algo del pasado¡±. Las palabras de la consejera delegada de PepsiCo sonaron como si diera por perdida una guerra que tambi¨¦n libran Coca-Cola y Dr Pepper. Cada vez son m¨¢s los consumidores que prefieren beber agua embotellada, t¨¦s o bebidas energ¨¦ticas antes que un refresco. Esto est¨¢ provocando que el consumo de bebidas gaseosas caiga a niveles de hace tres d¨¦cadas.
La cantidad de l¨ªquido que bebe un estadounidense est¨¢ grabado en piedra. Son unos 680 litros al a?o, el equivalente a llenar tres ba?eras hasta arriba. Eso significa que cualquier cambio de tendencia en el consumo se nota r¨¢pido, aunque sea m¨ªnimo. En otras palabras, si se lleva a casa un paquete de Dasani, de Red Bull o de Monster es muy dif¨ªcil que compre tambi¨¦n uno de Coke Zero, de Diet Pepsi o de Diet Mountain Dew, porque simplemente se sustituye.
Ese es el punto de partida en un mercado saturado de refrescos. Una cuarta parte de todo ese l¨ªquido que se consume es soda y el 27% de las ventas pertenece a Coca-Cola. Pese al enganche al az¨²car, la brecha con otras categor¨ªas de bebidas se cierra r¨¢pido, porque cada vez m¨¢s personas se saltan las estanter¨ªas de las colas. Es un negocio, dice JPMorgan, en crisis. En buena medida se debe, como se?alan desde Morningstar, a las pol¨ªticas emprendidas en el ¨¢mbito de la salud.
Los endulzantes artificiales y las calor¨ªas preocupan a los estadounidenses
La soda se convirti¨® as¨ª durante la ¨²ltima d¨¦cada en el nuevo tabaco en la batalla por una vida sana, una lucha que comenz¨® cuando ciudades como Nueva York prohibieron la venta de refrescos en los colegios. La movilizaci¨®n cobr¨® fuerza con las campa?as contra la obesidad y ese sentimiento cal¨® entre la generaci¨®n del yoga, que prefieren una dieta diferente de la que siguieron sus padres. Como se?alan los expertos, ¡°el consumidor hace ahora su propia elecci¨®n¡±.
El negocio de los refrescos alcanz¨® su m¨¢ximo en 1998. Estas bebidas representaban entonces una tercera parte de la dieta l¨ªquida por habitante. Al arrancar el milenio se consum¨ªan 190 litros de refrescos de media al a?o, de acuerdo con las estad¨ªsticas de IBISWorld. Ahora no llegan a los 145 litros. En paralelo, creci¨® un 50% el consumo de agua embotellada y se dobl¨® el de bebidas energ¨¦ticas en Estados Unidos.
Las estad¨ªsticas de la Beverage Marketing Corporation reflejan tambi¨¦n este cambio en los gustos. De hecho, buena parte del incremento que el pasado ejercicio se registr¨® en las ventas de bebidas no alcoh¨®licas se apoy¨® en opciones aparentemente m¨¢s saludables que los refrescos. El consumo de agua embotellada, por ejemplo, creci¨® un 7%, hasta los 41.150 millones de litros en 2014. El de sodas baj¨® un 1%.
El auge de las bebidas energ¨¦ticas
El volumen del caf¨¦ listo para beber, como el que vende Starbucks, creci¨® un 11% el ¨²ltimo a?o mientras que lo t¨¦s lo hicieron un 4%. Las bebidas energ¨¦ticas lo hicieron un 6% y un 3% las que se utilizan para el deporte. El crecimiento de estas dos ¨²ltimas categor¨ªas es importante, como indican desde IBISWorld, porque son el sustituto directo de productos como la Diet Coke y el Diet Pepsi.
El nivel de consumo actual de soda por habitante no se ve¨ªa desde 1986, de acuerdo con Beverage Digest, y anticipa que ser¨¢n suficientes dos a?os para que lo supere el agua embotellada. No es solo que los consumidores est¨¦n acostumbrados a contar las calor¨ªas que entran en su cuerpo. Se preocupan adem¨¢s por el efecto de endulzantes artificiales como el aspartamo. Las redes sociales, en paralelo, alimentan el debate sobre los cambios en el metabolismo.
Los grandes del sector ofrecen nuevos productos y buscan alianzas
Este estigma lo recoge la profesora de nutrici¨®n Marion Nestle en su libro Soda Politics, en el que relata como se est¨¢ ganando la batalla contra las grandes compa?¨ªas de la industria y c¨®mo est¨¢ trastocando la naturaleza misma del negocio. Pero como en el caso del tabaco, nadie da la soda por muerta. De hecho, los refrescos son la mayor categor¨ªa de bebidas no alcoh¨®licas por ingresos, con 77.400 millones de d¨®lares al a?o (72.340 millones de euros). Por comparaci¨®n las de agua rondan los 13.000 millones.
Como se?alan las analistas en Wall Street que siguen a las compa?¨ªas de esta industria, no es solo que haya muchas m¨¢s alternativas a la soda que hace dos d¨¦cadas. Es que la demograf¨ªa tambi¨¦n cambi¨®. Las familias no quieren que sus hijos beban refrescos, lo que hace m¨¢s dif¨ªcil que vayan a consumirlos en una edad m¨¢s adulta. Los mayores tambi¨¦n consumen menos. Se calcula por eso que los distribuidores est¨¢n perdiendo mercado a un ritmo de casi el 2% anual.
Punto de no retorno
En lugar de luchar por elevar el consumo de refrescos, los tres grandes del sector decidieron tomar distancia ofreciendo nuevos productos para responder a los nuevos gustos y abrazaron as¨ª el cambio de tendencia, creando alianzas con compa?¨ªas que comercializan bebidas alternativas como Monster Beverage o Green Mountain. Coca-Cola ha doblado as¨ª su cartera en la ¨²ltima d¨¦cada mientras que la soda representa una cuarta parte de los ingresos de PepsiCo.
En paralelo a esta diversificaci¨®n, como indican desde Sack Investment Research, tratan de revitalizar el negocio con envases m¨¢s peque?os que permiten a elevar el precio por unidad. ¡°Estas latas pueden atraer a un p¨²blico que se preocupa m¨¢s por las calor¨ªas¡±, como explica IBISWorld, pero el problema es que la soda se percibe como un producto poco sano por mucho que se rebajen las calor¨ªas y se incluyan endulzantes naturales. Simplemente no hay vuelta atr¨¢s.
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