101 Benjumeas
La crisis de Abengoa provoca la inquietud en la numerosa familia, que junto a otras de la burgues¨ªa sevillana, ha controlado su accionariado
La deriva que ha tomado Abengoa se precipita a un posible drama con derroteros insospechados para la burgues¨ªa industrial sevillana. Hay varias familias entroncadas bajo el mismo signo desde la creaci¨®n de la compa?¨ªa hace ahora 75 a?os (los cumplir¨¢ en enero), justo cuando el franquismo empezaba su cruzada. Tras la sociedad Inversi¨®n Corporativa, que controla la empresa con el 57% del capital, se agrupan los descendientes de los fundadores de la sociedad, a la que bautizaron con un acr¨®nimo de sus apellidos: Abaurre, Benjumea, Gallego y Ortueta. A ellos se unieron, v¨ªa matrimonial u otras circunstancias, otras familias, como los Sol¨ªs y los Aya, que de una u otra forma han estado representadas en el consejo de administraci¨®n hasta la fecha.
Abuelos, hijos y nietos, integrantes de linajes de alta alcurnia de Sevilla y superan con creces el centenar, se agolpan en torno a la sociedad. Solo los Benjumea, cuya segunda generaci¨®n son 13 hermanos (de ellos, 11 mujeres) y poseen el mayor paquete accionarial de Abengoa, rondan esa cifra. Gran parte del caudal de estas familias se nutre de los dividendos de la empresa que se cre¨® para fabricar contadores monof¨¢sicos de cinco amperios en el barrio de Heli¨®polis de la capital andaluza y se ha convertido en una multinacional tecnol¨®gica de referencia mundial, con presencia en 80 pa¨ªses y cerca de 29.000 empleados, de los que 6.800 est¨¢n en Espa?a. Todos sus miembros se han visto beneficiados por el imperio construido bajo el mando de Felipe Benjumea.
Auge y ca¨ªda
El hoy defenestrado expresidente de Abengoa es tan responsable del fulgor como de la ca¨ªda. Apost¨® fuerte por las nuevas tecnolog¨ªas aplicadas a la energ¨ªa y por la expansi¨®n; llev¨® la bandera de la marca Espa?a por varios pa¨ªses del planeta; toc¨® la gloria cuando el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, cit¨® la empresa como ejemplo en su discurso radiof¨®nico de 2009, cre¨® un campus tecnol¨®gico en el que agolpan cientos de ingenieros y se rode¨® de un halo de triunfo que, a la postre, ha sido su perdici¨®n mientras los accionistas, otrora beneficiados, se muestran callados por el debido respeto, pese al derrumbe burs¨¢til ha reducido su valor a menos de 400 millones de euros.
Felipe Benjumea, en ese af¨¢n de convertir la empresa en la mejor, hered¨® de su padre, Javier Benjumea Puigcerver, la capacidad para acercarse al poder pol¨ªtico. Hombre de misa diaria y de convicciones conservadoras, el padre no dudo en acercarse a los j¨®venes socialistas sevillanos, encabezados por Felipe Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra, quienes por su parte valoraban el peso del mayor grupo industrial andaluz. As¨ª que el hijo ha sabido llevar al consejo de la matriz o de alguna filial a gentes con poder¨ªo como Carlos de Borb¨®n Dos Sicilias, primo de Juan Carlos I; el exsubsecretario de Presidencia con UCD, Jos¨¦ Terceiro; el exministro socialista Josep Borrell; el ex secretario de Estado de Hacienda con el PP, Ricardo Mart¨ªnez Rico, el expresidente peruano Alan Garc¨ªa o Bill Richardson, ex secretario de Energ¨ªa de Bill Clinton.
Pero Benjumea ha sido v¨ªctima de su obsesi¨®n por crecer y no rectificar. Al final, ha perfilado a la perfecci¨®n el llamado S¨ªndrome de los costes hundidos de Daniel Kahneman, que explica la decisi¨®n de invertir recursos adicionales en una actividad que produce p¨¦rdidas, cuando es posible hacer inversiones mejores. Seg¨²n esa teor¨ªa, el ejecutivo se autoda?a al no querer reconocer el error y opta por seguir arriesgando los recursos de la empresa. Ello desemboca en el llamado problema de agencia, es decir, con una situaci¨®n en la que los intereses del ejecutivo divergen de los de los accionistas o de los de los grupos de inter¨¦s.
¡°Creci¨® demasiado y demasiado deprisa¡±, coinciden observadores y conocedores de la empresa. Se meti¨® en la burbuja colectiva y no atendi¨® el excesivo endeudamiento en el que se met¨ªa, pese a las advertencias que le llagaron de algunos consejeros independientes, caso de Carlos Sebasti¨¢n y Daniel Villalba, que fueron invitados a salir del consejo en 2011 por discrepar y advertir los peligros del excesivo endeudamiento. Algo parecido pas¨® este a?o con la salida de Terceiro, que desde 2007 ocupaba la vicepresidencia en sustituci¨®n de Javier Benjumea, que hasta entonces compart¨ªa el mando con su hermano no sin diferencias de criterio. Los cambios regulatorios aplicados por el Gobierno de Rajoy terminaron por hundir su estima.
En esa carrera fulgurante, un envalentonado Felipe Benjumea elev¨® al puesto de consejero delegado a Manuel S¨¢nchez Ortega, quien aliment¨® todav¨ªa m¨¢s la burbuja hasta su dimisi¨®n el pasado julio y era considerado como t¨®xico por varios de los asesores de Benjumea. En septiembre, con la presi¨®n de la banca, tuvo que dimitir dejando el cargo a Jos¨¦ Dominguez Abascal, que acaba de asumir los poderes ejecutivos plenos, aunque con una indemnizaci¨®n de 11,5 millones, que no est¨¢ nada mal. La decisi¨®n llev¨® acompa?ada la reducci¨®n de su presencia en el capital mediante una ampliaci¨®n que le hab¨ªan recomendado tiempo atr¨¢s algunos consejeros en lugar de emitir acciones sin derecho a voto y poner en marcha un proceso de venta de activos. Al final el fracasado intento de Gestamp deja al grupo en una peligrosa crisis de liquidez.
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