Sacrificios que quedan por hacer
Espa?a ha incumplido el d¨¦ficit los ocho ¨²ltimos a?os y lo volver¨¢ a incumplir
La gran apuesta, la recomendada pel¨ªcula (Paul Krugman) sobre la crisis financiera en EE UU que dio lugar a la Gran Recesi¨®n, muestra c¨®mo la complejidad del lenguaje econ¨®mico ayuda muchas veces a mantener amortiguados o en secreto los problemas m¨¢s importantes. El hermetismo y las dificultades explicativas del propio filme son ejemplo de ello. Algo as¨ª est¨¢ ocurriendo en Espa?a estos d¨ªas, cuando los ruidos impiden que se fije entre los ciudadanos, voluntariamente o adrede, la idea de que lo que viene por delante va a requerir m¨¢s sacrificios, m¨¢s recortes, m¨¢s sufrimientos, gobierne quien gobierne... si se pretenden respetar los compromisos europeos.
La situaci¨®n es la siguiente: Espa?a ha incumplido durante los ocho ¨²ltimos a?os el objetivo de d¨¦ficit fijado por Bruselas, y lo va a volver a incumplir, casi con total seguridad, con los Presupuestos de 2016 presentados antes de las elecciones por el PP, que tendr¨¢n que ser rectificados por quien llegue a La Moncloa (incluso si fuese el propio Rajoy). Los analistas indican que la cifra que se habr¨¢ de recortar para llegar a un d¨¦ficit p¨²blico del 2,8% del PIB (lo aceptado), puede llegar a los 9.000 millones de euros. Para que nos hagamos idea, esa cantidad equivale a todo lo que Espa?a gasta en un a?o en infraestructuras (9.400 millones); o m¨¢s de vez y media de lo que se gasta en Defensa (5.700 millones); o m¨¢s de lo que invierte en seguridad ciudadana (7.900 millones); o un poco menos de la mitad de las ayudas a los parados en forma de seguro de desempleo (19.000 millones). El recorte, pues, es may¨²sculo, no una an¨¦cdota.
Ello se complica si se tiene en cuenta que, despu¨¦s de tantos a?os de austeridad, la pulsi¨®n por el incremento del gasto social ha crecido en forma de promesas electorales. ?Se va a subir el salario m¨ªnimo?, ?se va a implantar una renta m¨ªnima, en cualquiera de sus f¨®rmulas?, ?va a mejorar la capacidad adquisitiva de los funcionarios para que recuperen el terreno perdido despu¨¦s de tanto tiempo de devaluaci¨®n salarial?, ?la sanidad, la educaci¨®n, la dependencia? Y desde el punto de vista pol¨ªtico, ?se va a actualizar la financiaci¨®n auton¨®mica, tan amortizada? Todo ello, si no ocurre en nuestro pa¨ªs lo que en otros de nuestro alrededor: que haya que abrir las cuentas p¨²blicas a las exigencias de la llegada de los refugiados, y a la seguridad ante la latente amenaza terrorista. Recordemos que, en plena campa?a preelectoral, Rajoy, cegado por las malas encuestas, baj¨® irresponsablemente los impuestos y ha prometido nuevas rebajas si vuelve al Gobierno. ?C¨®mo?, ?s¨®lo con el crecimiento econ¨®mico?
Habr¨¢ tensiones con Bruselas. Nada bueno para los ciudadanos, a los que se les han prometido muchas cosas que no se olvidan con facilidad. Quien gobierne, con la f¨®rmula que sea y cuando sea, habr¨¢ de tocar a la puerta de la Comisi¨®n Europea y pedir ¨¢rnica: mayor flexibilidad para cumplir los objetivos de d¨¦ficit p¨²blico. Probablemente el precio de un mayor plazo para el equilibrio presupuestario ser¨¢ otra vuelta de tuerca en las reformas en vigor o nuevas reformas. Aunque ¨¦ste no sea estrictamente un problema espa?ol, y en su soluci¨®n quiz¨¢ ayudase que el Ejecutivo espa?ol pudiese alinearse ideol¨®gicamente con los de otros pa¨ªses del sur (Portugal, Grecia, Italia...), el hecho de que seamos muy reincidentes en los incumplimientos no ayuda. Lo han dicho en pocos d¨ªas un comisario conservador (el let¨®n Dombrovskis) y dos comisarios socialdem¨®cratas (el franc¨¦s Moscovici y el holand¨¦s Djiselbloem): el presupuesto espa?ol para el a?o en curso incumple las reglas, el nuevo Gobierno deber¨¢ presentar otros ajustes, no se negociar¨¢n los objetivos fiscales para dar m¨¢s tiempo a Madrid. Que se diga.
Se avecina tormenta. La relaci¨®n con Bruselas no ser¨¢ la misma con unos gobernantes que con otros.
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