La reforma estructural laboral pendiente
El mantenimiento de una normativa laboral proteccionista del trabajador, tras la transici¨®n democr¨¢tica, tuvo la contrapartida de ofrecer a las empresas la v¨¢lvula de escape de un empleo temporal muy flexible. La construcci¨®n de la representatividad sindical obtenida a trav¨¦s de resultados electorales en los centros de trabajo permiti¨® articular una negociaci¨®n colectiva aplicable a todos los trabajadores y empresas en cada ¨¢mbito, pero a cambio de desincentivar la afiliaci¨®n. El resultado de esta combinaci¨®n de contrapartidas logr¨® equilibrios y paz social pero, a medio plazo, origin¨® la conocida dualidad del mercado espa?ol de trabajo, entre fijos protegidos y temporales desregulados, a la vez que estimul¨® la captaci¨®n sindical de electores entre el segmento de trabajadores con mayor protecci¨®n. El desfase del centro de trabajo como unidad electoral sindical y la concentraci¨®n de empleo precario entre los j¨®venes, no hizo m¨¢s que aumentar esta dualidad laboral, generando, en consecuencia, una crisis de representatividad.
Las reformas laborales han flexibilizado las relaciones de trabajo, pero no han renovado estos cimientos estructurales ni modulado, siquiera, sus contrapartidas y secuelas. El paulatino desmantelamiento de la normativa laboral proteccionista con el empleo fijo no ha cambiado el intercambio flexible con trabajo temporal y el debilitamiento del poder sindical electoral no ha corregido los desincentivos a la afiliaci¨®n.
La adaptaci¨®n de la negociaci¨®n colectiva a la empresa, la racionalizaci¨®n del despido, la flexibilidad interna para salvar empleos o el incentivo del trabajo a tiempo parcial, han sido pol¨ªticas, seguramente, necesarias, pero ejecutadas sin el acompa?amiento de cambios ni en el modo de contratar trabajadores ni en el sistema de representaci¨®n de intereses en el trabajo. No deber¨ªa extra?ar, por ello, que este desequilibrio est¨¦ agravando a¨²n m¨¢s esta desigualdad del mercado de trabajo, como evidencia que pr¨¢cticamente todo el empleo nuevo contin¨²e siendo precario y la ya habitual combinaci¨®n de trabajos temporales a tiempo parcial con bajos salarios.
Est¨¢ pendiente una reforma estructural laboral que sea capaz de superar estas distorsiones. La derogaci¨®n de los contratos temporales flexibles y la propuesta de un contrato indefinido ¨²nico, matizado y bien articulado con un despido causal, podr¨ªa sentar las bases de este reto. De igual modo, la incorporaci¨®n de la afiliaci¨®n sindical al sistema electoral de representatividad y negociaci¨®n con la parte empresarial podr¨ªa corregir, en parte, la desigual representaci¨®n de intereses y recomponer al sindicato.
Estos cambios no pueden presentarse como un b¨¢lsamo m¨¢gico, dadas las debilidades de nuestro tejido productivo, sino como una oportunidad de generalizar el contrato indefinido, con la vocaci¨®n de confiar en los est¨ªmulos que ofrece su productividad, y de mitigar tanta desigualdad. El dilema no deber¨ªa ser si derogar o no la reforma laboral sino afrontar estos retos para continuar reduciendo desempleo con nuevas o antiguas estructuras laborales.
Jes¨²s Lahera es profesor de Derecho Laboral de la Universidad Complutense de Madrid.
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