Comercio y tribulaciones
Por qu¨¦ ha ganado Bernie Sanders en Michigan por una peque?a diferencia, cuando las encuestas dec¨ªan que Hillary Clinton le llevaba mucha ventaja? Nadie lo sabe con certeza, pero hay muchas teor¨ªas sobre la posibilidad de que Sanders haya ganado terreno insistiendo en los aspectos negativos de los acuerdos comerciales. Mientras tanto, Donald Trump, a la vez que dirig¨ªa la mayor¨ªa de sus ataques contra los inmigrantes, tambi¨¦n ha criticado las pr¨¢cticas comerciales supuestamente desleales de China y otros pa¨ªses.
?Significa esto que al fin ha llegado la hora del proteccionismo? Tal vez s¨ª o tal vez no: hay otras explicaciones posibles para lo de Michigan, y los defensores del libre comercio han dado la voz de alarma una y otra vez sobre distintas oleadas de proteccionismo que nunca llegaron. As¨ª y todo, puede que esta vez sea diferente. Y si es cierto que el proteccionismo se est¨¢ convirtiendo en una fuerza pol¨ªtica importante, ?c¨®mo deber¨ªa responder la gente razonable (economistas y otros)?
Para que el debate sobre el comercio cobre sentido, hay tres cosas que deben saber.
La primera es que hemos llegado adonde estamos ¡ªun mundo de libre comercio, en su mayor¨ªa¡ª tras varias generaciones de diplomacia internacional, un proceso que se remonta a la ¨¦poca de Roosevelt. Este proceso combina una serie de contrapartidas ¡ªabro mis mercados si t¨² abres los tuyos¡ª con normas que evitan los retrocesos.
La segunda es que el proteccionismo casi siempre exagera los efectos adversos de la liberalizaci¨®n comercial. La globalizaci¨®n es uno de los varios factores que explican el aumento de la desigualdad de las rentas, y los acuerdos comerciales, a su vez, son solo uno de los elementos de la globalizaci¨®n. Los d¨¦ficits comerciales son una causa importante del declive del empleo en la industria estadounidense desde 2000, pero dicho declive empez¨® mucho antes. Y hasta nuestro d¨¦ficit comercial se debe sobre todo a factores no relacionados con la pol¨ªtica comercial, como un d¨®lar fuerte que se ve estimulado por un capital mundial en busca de refugio.
Y s¨ª, Sanders hace demagogia con el asunto, por ejemplo, cuando en Twitter relaciona el declive de Detroit, que empez¨® en la d¨¦cada de 1960 y tiene muy poco que ver con la liberalizaci¨®n comercial, con las ¡°pol¨ªticas de libre comercio de Hillary Clinton¡±.
Dicho eso, no todos los defensores del libre comercio son un dechado de honradez intelectual. De hecho, la defensa que hace la ¨¦lite de un comercio a¨²n m¨¢s libre, que es lo que llega a los ciudadanos, es un timo en su mayor¨ªa. Y eso es cierto aunque excluyamos las tonter¨ªas m¨¢s evidentes, como la afirmaci¨®n de Mitt Romney de que el proteccionismo causa recesiones. Lo que escuchamos, demasiado a menudo, es que el comercio impulsa la creaci¨®n de empleo, que los acuerdos comerciales tienen grandes compensaciones en forma de crecimiento econ¨®mico y que son buenos para todo el mundo.
Sin embargo, lo que los modelos de comercio internacional utilizados por los verdaderos expertos nos dicen es que, en general, los acuerdos que fomentan el comercio ni crean ni destruyen puestos de trabajo; que suelen contribuir a que los pa¨ªses sean m¨¢s ricos y m¨¢s eficaces, pero que las cifras no son tan elevadas; y que es f¨¢cil que haya gente que salga perdiendo y tambi¨¦n gente que salga ganando. En principio, las ganancias generales hacen que los ganadores puedan compensar a los perdedores, de modo que todo el mundo sale bien librado. En la pr¨¢ctica, sobre todo teniendo en cuenta el obstruccionismo de tierra quemada del Partido Republicano, eso no va a suceder.
?Por qu¨¦, entonces, nos molestamos siquiera en tratar de conseguir estos acuerdos? Una gran parte de la respuesta la encontramos en la pol¨ªtica exterior: los acuerdos comerciales mundiales, desde la d¨¦cada de 1940 hasta la de 1980, se utilizaron para unir a los pa¨ªses democr¨¢ticos durante la Guerra Fr¨ªa, el Tratado de Libre Comercio de Am¨¦rica del Norte (NAFTA) se utiliz¨® para recompensar y alentar a los reformistas mexicanos, y as¨ª sucesivamente.
Y a cualquiera que critique esos acuerdos del pasado, como Trump o Sanders, habr¨ªa que preguntarle qu¨¦ propone, exactamente, que hagamos ahora. ?Pretenden decir que deber¨ªamos hacer pedazos los acuerdos internacionales de Estados Unidos? ?Se han planteado lo que eso supondr¨ªa para nuestra credibilidad y nuestra reputaci¨®n en el mundo?
Los pol¨ªticos deber¨ªan ser sinceros y realistas sobre el comercio en lugar de soltar golpes bajos
En concreto, pienso en el cambio clim¨¢tico, un problema grav¨ªsimo al que no podemos enfrentarnos de manera eficaz a menos que todos los pa¨ªses importantes se impliquen en un esfuerzo conjunto, del que el acuerdo de Par¨ªs del a?o pasado no es m¨¢s que el comienzo. ?C¨®mo va a funcionar eso si Estados Unidos demuestra ser un pa¨ªs que reniega de sus acuerdos?
Yo dir¨ªa que lo m¨¢ximo que una persona progresista puede exigir de manera responsable es la paralizaci¨®n de los acuerdos futuros, o al menos la presunci¨®n de que los acuerdos propuestos son culpables salvo que se demuestre su inocencia.
Aqu¨ª lo dif¨ªcil es enfrentarse a la pregunta sobre el Acuerdo Transpac¨ªfico, que el Gobierno de Obama ya ha negociado pero el Congreso a¨²n no ha aprobado. (Yo me opongo a ¨¦l con matices: no es obra del diablo, pero ojal¨¢ que el presidente Obama no se hubiera metido en eso). En el Gobierno hay personas a las que respeto que opinan que deber¨ªa considerarse un acuerdo ya existente que tendr¨ªa que mantenerse; yo dir¨ªa que hay mucha menos credibilidad estadounidense en juego de la que ellos afirman.
Sin embargo, la cuesti¨®n m¨¢s general en este periodo de elecciones es que los pol¨ªticos deber¨ªan ser sinceros y realistas respecto al comercio, en vez de soltar golpes bajos. Adoptar posturas es f¨¢cil; averiguar lo que podemos y debemos hacer es mucho m¨¢s dif¨ªcil. Pero, como saben, ese es el trabajo de un aspirante a presidente.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2016
Traducci¨®n de News Clip
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