La nueva brecha generacional
Algo interesante ha surgido en los patrones de votaci¨®n en ambos lados del Atl¨¢ntico: los j¨®venes est¨¢n votando en formas marcadamente distintas a las de sus mayores. Parece que se abri¨® una gran brecha que divide a los votantes m¨¢s seg¨²n la generaci¨®n a la que pertenecen, y menos por su nivel de ingresos, nivel educativo o g¨¦nero.
Existen buenas razones para esta divisi¨®n. Las vidas de ambos grupos, tanto la de los j¨®venes como la de las personas mayores, en la forma que se viven en la actualidad, son diferentes. Sus pasados son diferentes, y tambi¨¦n lo son sus perspectivas de futuro.
La Guerra Fr¨ªa, por ejemplo, hab¨ªa terminado incluso antes de que algunos de los j¨®venes nacieran o mientras otros eran todav¨ªa ni?os. Para ellos, palabras como socialismo no transmiten el significado que en alguna ocasi¨®n transmitieron. Si el socialismo significa la creaci¨®n de una sociedad donde a las preocupaciones compartidas se les presta la importancia que merecen ¡ªdonde las personas se preocupan por otras personas y por el entorno en el que viven¡ª estos j¨®venes dicen am¨¦n a ello. S¨ª, es posible que experimentos bajo la r¨²brica de socialismo hubiesen fallado un cuarto o mitad de siglo atr¨¢s; pero, los experimentos de hoy en d¨ªa no se parecen a los del pasado. Por lo tanto, el fracaso de dichos experimentos del pasado no dice nada sobre los nuevos experimentos.
Los estadounidenses y europeos mayores de clase media alta han tenido una buena vida. Cuando ingresaron a la fuerza laboral, hab¨ªa puestos de trabajo bien remunerados esper¨¢ndolos. La pregunta que se formularon en aquel entonces fue qu¨¦ quer¨ªan hacer, y no durante cu¨¢nto tiempo tendr¨ªan que vivir con sus padres antes de conseguir un trabajo que les permitiera mudarse para vivir independientemente.
Los j¨®venes perciben una ausencia de justicia intergeneracional y tienen raz¨®n de estar muy enojados por ello.
Esa generaci¨®n esperaba tener seguridad laboral, casarse durante su juventud, comprar una casa ¡ªquiz¨¢s tambi¨¦n una casa de verano¡ª y finalmente jubilarse de manera razonablemente segura. En general, estos j¨®venes esperaban encontrarse en una mejor situaci¨®n que la de sus padres.
Si bien la actual generaci¨®n de personas con mayor cantidad de a?os se encontr¨® con baches en el camino; en su mayor¨ªa, sus expectativas se cumplieron. Ellos posiblemente obtuvieron m¨¢s ganancias de capital provenientes de la valorizaci¨®n de sus viviendas en comparaci¨®n con las ganancias provenientes de sus salarios. Casi con seguridad ellos pensaron que dichas ganancias eran extra?as, pero aceptaron de buen agrado el regalo de nuestros mercados especulativos, y con frecuencia se felicitaron a s¨ª mismos por comprar en el lugar correcto, en el momento adecuado.
Hoy en d¨ªa, las expectativas de los j¨®venes, dondequiera que se encuentren en la distribuci¨®n del ingreso, son diametralmente opuestas. Ellos se enfrentan a la inseguridad laboral a lo largo de su vida entera. En promedio, muchos graduados universitarios buscar¨¢n durante meses antes de que encuentren un puesto de trabajo ¨C a menudo s¨®lo despu¨¦s de haber trabajado como internos en una o dos pr¨¢cticas no remuneradas. Y, los antes mencionados se pueden contar entre aquellos con buena suerte, porque saben que sus compa?eros m¨¢s pobres, a algunos de los cuales les fue mejor en la universidad, no pueden permitirse el lujo de pasar un a?o o dos sin ingresos, y que estos ¨²ltimos, para empezar, no tienen las conexiones para conseguir un puesto no remunerado como internos.
Los j¨®venes graduados universitarios de hoy en d¨ªa est¨¢n cargados con deuda ¨C y los que son m¨¢s pobres son los que tienen m¨¢s deudas. Por lo tanto, no se preguntan cu¨¢l es el trabajo que les gustar¨ªa; sino, simplemente se preguntan cu¨¢l ser¨ªa el trabajo que les permitir¨¢ pagar sus pr¨¦stamos universitarios, mismos que a menudo ser¨¢n una carga financiera para dichos j¨®venes durante 20 o m¨¢s a?os. Del mismo modo, la compra de una casa es un sue?o lejano.
M¨¢s de lo mismo no es una respuesta. por eso caen las opciones de centroderecha y centroizquierda
Estas grandes dificultades se traducen en que los j¨®venes no piensan mucho sobre su jubilaci¨®n. Si lo hicieran, s¨®lo se asustar¨ªan por la cantidad de dinero que necesitar¨¢n acumular para vivir una vida decente (es decir, una mejor vida a la que se vive cuando s¨®lo se recibe las prestaciones de la seguridad social), si toman en cuenta en su an¨¢lisis la posible persistencia de tasas de inter¨¦s baj¨ªsimas.
En resumen, los j¨®venes de hoy ven el mundo a trav¨¦s de la lente de equidad intergeneracional. Al fin de cuentas, puede que a los hijos de padres de clase media alta les vaya bien porque ellos heredar¨¢n la riqueza de sus padres. Si bien es posible que no les guste este tipo de dependencia, les gustar¨ªa a¨²n menos la alternativa: un ¡°nuevo comienzo¡± en el que las cartas se apilan en contra de lograr algo que se asemeje a lo que una vez se consider¨® como un estilo de vida de clase media b¨¢sica.
Estas desigualdades no pueden ser f¨¢cilmente explicadas y desechadas. Lo que ocurri¨® no es que los j¨®venes no trabajaron esforzadamente: estas dificultades afectan a los que pasaron largas horas estudiando, sobresalieron en la universidad e hicieron las cosas ¡°bien¡±. La percepci¨®n sobre que existe una injusticia social ¡ªes decir, sobre que el desarrollo de los eventos econ¨®micos es ama?ado¡ª se aumenta cuando estos j¨®venes ven que los banqueros, que son quienes causaron la crisis financiera, ahora son la causa del continuo malestar de la econom¨ªa, y que dichos banqueros dejan sus puestos de trabajo cobrando mega-bonos, sin que a casi nadie se responsabilice por sus malas acciones. Se cometi¨® fraude masivo, pero de alguna manera, en los hechos, nadie lo perpetr¨® de manera particular. Las ¨¦lites pol¨ªticas prometieron que las ¡°reformas¡± traer¨ªan consigo prosperidad sin precedentes. Y, s¨ª lo hicieron, pero s¨®lo para quienes se encuentran en la parte superior de la distribuci¨®n de la riqueza, es decir para quienes forman parte del 1% m¨¢s rico de la sociedad. Todos los dem¨¢s, incluidos los j¨®venes, recibieron inseguridad sin precedentes.
Estas tres realidades ¡ªinjusticia social en una escala sin precedentes, desigualdades masivas, y una p¨¦rdida de confianza en las ¨¦lites¡ª definen nuestro momento pol¨ªtico, y lo definen as¨ª de manera correcta.
M¨¢s de lo mismo no es una respuesta. Esta es la raz¨®n por la que los partidos pol¨ªticos de centroderecha y de centroizquierda en Europa est¨¢n perdiendo. Estados Unidos est¨¢ en una posici¨®n extra?a: mientras los candidatos republicanos compiten en demagogia, con propuestas mal pensadas que empeorar¨ªan las cosas, ambos de los candidatos dem¨®cratas proponen cambios que ¡ªsi ellos logran que se aprueben en el Congreso¡ª cambiar¨ªan realmente la situaci¨®n.
En caso de se adopten las reformas propuesta por Hillary Clinton o Bernie Sanders, se podr¨ªa contener la capacidad que tiene el sistema financiero para aprovecharse de aquellos que ya se encuentran sobrellevando una vida muy precaria. Y, ambos de estos candidatos tienen propuestas para llevar a cabo reformas profundas que cambiar¨ªan la forma c¨®mo Estados Unidos financia la educaci¨®n superior.
Sin embargo, a¨²n queda mucho por hacer para que el sue?o de la casa propia sea posible, no s¨®lo para quienes tienen padres que les pueden ayudar con el pago de la cuota inicial, y para hacer que sea posible tener seguridad de jubilaci¨®n, tom¨¢ndose en cuenta los vaivenes del mercado de valores y el mundo con tasas de inter¨¦s cerca de cero al que hemos entrado. Lo m¨¢s importante es que los j¨®venes no encontrar¨¢n un camino llano en el mercado laboral, si la econom¨ªa no se desempe?a de mejor manera. La tasa de desempleo ¡°oficial¡± en Estados Unidos, que se encuentra en un nivel del 4,9%, enmascara niveles mucho m¨¢s altos de desempleo encubierto, niveles que, por lo menos, entre otras consecuencias, hacen que los salarios se mantengan bajos.
Sin embargo, no vamos a ser capaces de solucionar el problema si no lo reconocemos. Nuestros j¨®venes s¨ª lo reconocen. Ellos perciben una ausencia de justicia intergeneracional, y tienen raz¨®n de estar muy enojados por ello.
Joseph E. Stiglitz es premio Nobel de Econom¨ªa, profesor universitario de la Universidad de Columbia y economista en jefe de la Instituci¨®n Roosevelt.
? Project Syndicate, 2016.
www.project-syndicate.org
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