Fallece Juan Rubio, el ¨²ltimo aceitero de raza
El empresario agroalimentario fue fundador y propietario de Aceites Toledo
El empresario agroalimentario Juan Rubio, fundador y propietario de Aceites Toledo, una de las firmas nacionales m¨¢s importantes del sector, falleci¨® el pasado 18 de marzo, a los 84 a?os de edad. Nacido en la localidad castellanomanchega de Fuente el Fresno, era el ¨²ltimo de esa generaci¨®n de aceiteros de raza hechos a s¨ª mismos, curtidos a pie del campo y de los mercados, lejos de las escuelas de negocios. Apenas acabados los estudios elementales, comenz¨® a trabajar con su padre en la f¨¢brica de harinas y aceites que ten¨ªa la familia en Los Y¨¦benes, en Toledo. A los 20 a?os adquiri¨® a su padre el negocio de los aceites para montar ya por su cuenta una peque?a almazara tradicional en 1950, que ser¨ªa el germen de lo que es hoy el grupo Aceites Toledo.
La venta de graneles en los a?os cincuenta a los industriales italianos y en Espa?a para la industria conservera fue en aquellos momentos el eje de su negocio, mercados que manten¨ªa en la actualidad compaginando el mismo con la venta de aceites envasados bajo sus marcas propias y muy especialmente marcas de los grandes grupos de la distribuci¨®n.
Juan Rubio, don Juan en el sector, era un profundo conocedor de todos los entresijos de los mercados del aceite. Con su libreta siempre en el bolsillo hac¨ªa un balance, afinaba las previsiones de producci¨®n, consumo, exportaciones, importaciones y excedentes, igual en la barra de un bar que en el seno de la Agencia para el Aceite de Oliva del Ministerio de Agricultura. Sus cifras, y sobre todo sus impresiones, eran tenidas en cuenta y constitu¨ªan el mejor term¨®metro del sector. Segu¨ªa hablando de arrobas y de los precios del aceite en pesetas, pero eso no le imped¨ªa pasar las mismas a euros cuando compet¨ªa en las subastas de la distribuci¨®n para fabricar la marca blanca o con operadores italianos. En un tiempo en que los tratos sustitu¨ªan a los contratos a pie de campo con una palabra y un apret¨®n de manos, Juan Rubio era conocido en el sector por su formalidad a la hora de cumplir con su palabra para retirar la materia prima de una almazara y pagar lo acordado, al margen de la evoluci¨®n de los mercados.
¡°Yo no s¨¦ hacer otra cosa que trabajar¡±, se?alaba a menudo cuando ve¨ªa grandes fichajes al frente de otras firmas del sector. ¡°No saben de aceite. Este negocio solo se puede sacar adelante estando todos los d¨ªas y a todas las horas sobre los mercados¡±. Y lo cumpl¨ªa acudiendo todos los d¨ªas de ocho a ocho a su oficina, con la excepci¨®n de los fines de semana, que los dedicaba a sus explotaciones agroganaderas en Castilla-La Mancha, donde compaginaba su afici¨®n por la caza y los animales con la ecolog¨ªa en defensa de los humedales impulsado por su hijo Juan Carlos, que ha logrado varios premios medioambientales en su finca Dehesa de Monreal como reserva del pato malvas¨ªa.
Enemigo de acudir a los m¨¦dicos, unos d¨ªas antes de su muerte, preocupado por una subida de tensi¨®n, se present¨® en un ambulatorio de la Seguridad Social. Sali¨® impresionado por la calidad de la atenci¨®n p¨²blica y qued¨® en volver. Como sol¨ªa, el d¨ªa de su muerte acudi¨® a la oficina hasta entrada la noche a hacer lo que sab¨ªa, comprar y vender en los mercados. Se acost¨®, se durmi¨® y no despert¨®.
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