Pineda y Bernat, una mano lava la otra
Los presidentes de Ausbanc y Manos Limpias son un vestigio de extorsi¨®n y chantaje que oper¨® con la connivencia de otros actores necesarios
Exagerando un poco las cosas, a Luis Pineda y Miguel Bernad se les podr¨ªa juzgar con la ley de memoria hist¨®rica, no ya haci¨¦ndoles expiar la sistem¨¢tica apolog¨ªa del franquismo, sino vinculando su comportamiento delictivo ¡ªextorsi¨®n, coacci¨®n, chantaje¡ª a los resabios del antiguo r¨¦gimen.
Operaban ambos en una zona oscura, apuraban un hampa de dictadura crepuscular, con el m¨¦rito que supone haber preservado el modus operandi y el h¨¢bitat criminal 40 a?os despu¨¦s de la muerte del caudillo, protegidos ambos en el principio embrionario, mafioso y sagrado de la omert¨¤.
Ellos eran los bandoleros, los saqueadores, pero su comportamiento de cobradores del frac no se explica sin la connivencia de un sistema que ha quedado embarazosamente al desnudo con los pormenores del esc¨¢ndalo.
Luis Pineda, padre de Ausbanc, y Miguel Bernad, demiurgo de Manos limpias, atracaron bancos, medios de comunicaci¨®n, instituciones p¨²blicas, sin apenas resistencia, bien porque pod¨ªan intoxicar una buena reputaci¨®n o bien porque manejaban informaci¨®n sensible y hasta veros¨ªmil.
Lo dec¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Castellano, expresidente de Novagalicia, con la autoridad moral de quien se neg¨® a pagar el impuesto revolucionario: Pineda y Bernad no hubieran prosperado sin la colaboraci¨®n de los extorsionados. Que pod¨ªan haberlos denunciado. O que no lo hicieron porque escond¨ªan motivos suficientes para plegarse a la rutina del pizzo (tarifa mafiosa). El m¨¢s elemental consist¨ªa en prevenirse de campa?as destructivas. El m¨¢s sofisticado radicaba en financiar estrategias de acoso a los rivales.
El m¨¦todo de encubrimiento requer¨ªa para Pineda & Bernad el emprendimiento de causas nobles y hasta la filantrop¨ªa de aventuras quiojotescas. Tambi¨¦n exig¨ªa una tapadera sem¨¢ntica tan atractiva como la traducci¨®n al espa?ol de Mani pulite, Manos Limpias, un movimiento judicial entre cuyos m¨¦ritos destaca haber destapado la corrupci¨®n sist¨¦mica de la pol¨ªtica italiana y entre cuyos dem¨¦ritos impresiona que semejante cat¨¢rsis diera lugar a la aparici¨®n de un fen¨®meno m¨¢s nauseabundo que los conocidos hasta entonces: Silvio Berlusconi.
Nada era lo que parec¨ªa en este binomio, ni la revista, ni el sindicato lo eran. Y las manos estaban sucias
La misma idea de extinguir la corrupci¨®n y de reflotar el sistema acaso debi¨® iluminar las campa?as de Miguel Bernad, pero el visionario picapleitos decidi¨® que era mejor vampirizarlo. Se querellaba como un m¨¦todo de extorsi¨®n. Y aprovechaba, dilataba, la figura de la acusaci¨®n particular para disimular su papel instigador entre el revuelo medi¨¢tico o solidario de las grandes causas. Molinos de viento tan corpulentos como Blesa, ETA, Rato, los ERE, y deslices tan puritanos como querellarse contra Los Lunnis por haber amparado en un episodio el matrimonio de dos mu?ecos de peluche del mismo g¨¦nero.
Le perd¨ªan a Bernad estas causas extempor¨¢neas, pero tambi¨¦n fomentaban su fama de personaje estrafalario y justiciero, sometido como estaba por a?adidura a las riendas de Luis Pineda.
No eran exactamente un t¨¢ndem entre iguales. Porque hab¨ªa una especializaci¨®n ¡ªPineda, los bancos; Bernad, los jueces, los famosos, los pol¨ªticos¡ª y porque hasta mediaba un distancia jer¨¢rquica. El capo de Ausbanc financiaba las campa?as de Manos Limpias. Y cuidaba de Bernad como a una figura novelera, paternal, honrando la filiaci¨®n ideol¨®gica en la extrema derecha ¡ªlos dos militaron en Fuerza Nueva¡ª y consciente al mismo tiempo de que el aparato de chantaje requer¨ªa una multiplicaci¨®n b¨ªblica de pasantes, ayudantes y abogados, hasta el extremo de que Manos Limpias se lleg¨® a presentar en 60 grandes causas, jact¨¢ndose de haber prosperado en un 70% de ellas.
La m¨¢s controvertida y megal¨®mana es la que concierne a la infanta Cristina. Pineda y Bernad se avinieron a retirar la querella con un chantaje de tres millones de euros, pero esta maniobra de intimidaci¨®n tan al uso en la idiosincrasia del bufete no contradice que hubiera argumentos jur¨ªdicos para procesar a la esposa de Urdangarin. De hecho, el criterio de la abogada delegada de Manos Limpias, Virginia L¨®pez Negrete, respecto a la conveniencia y razones del procesamiento de la hija del Rey ¡ªy de la hermana¡ªcoincide con el del juez instructor, Jos¨¦ Castro, y con el de la Audiencia de Palma.
Manos Limpias aprovechaba la inhibici¨®n del Estado. Ni Hacienda, ni la Abogac¨ªa, ni la Fiscal¨ªa entendieron que procediera el juicio de la Infanta. Una coreograf¨ªa protectora que permiti¨® a Bernad reivindicarse, nada menos, que como azote de los tab¨²es y los poderosos.
Conviene recordarlo porque ha sido precisamente el eventual escr¨²pulo jur¨ªdico de Manos Limpias y de Pineda el que tanto ha permitido emprender causas nobles ¡ªel abuso de comisiones bancarias, el fin del redondeo en las hipotecas...¡ª como disimular desviaciones corruptas.
Hab¨ªa una especializaci¨®n: Pineda, los bancos; Bernad, los jueces, los famosos, los pol¨ªticos
La m¨¢s evidente de todas consist¨ªa en la revista de Ausbanc. Que no era exactamente una revista, pese a todas las apariencias y pese a la abnegaci¨®n inocente de algunos redactores, sino un recept¨¢culo hiperb¨®lico de publicidad gracias al cual Pineda aseaba los dineros de la extorsi¨®n y hasta pod¨ªa justificarlos fiscalmente. Pineda acosaba a los bancos y, a la vez, viv¨ªa de ellos.
Crec¨ªa as¨ª su imperio. Impulsaba un holding de 14 empresas. Y multiplicaba su fortuna ¡ªdiez millones de facturaci¨®n anual¡ª tanto como predispon¨ªa su versatilidad en el ¨¢mbito medi¨¢tico, el inmobiliario, el ocio y los eventos, incluidos entre estos ¨²ltimos unos embarazosos Foros de Justicia que frecuentaban de manera remunerada magistrados y fiscales de las m¨¢s altas instituciones. Se explica as¨ª que Pineda se sintiera protegido e invulnerable, como se entiende igualmente el contrasentido que supondr¨ªa atribuirle toda la responsabilidad de un aparato que extorsionaba y amamantaba a la vez, operando entre las l¨ªneas y los puntos negros del sistema.
Nada era lo que parec¨ªa en el binomio de los malasombra. La revista no era una revista. El sindicato no era un sindicato. Y las manos limpias estaban sucias, pero disimulaban cierta higiene porque la mano de Pineda lavaba la de Bernad, tanto como la de Bernad lavaba de Pineda, ama?ando, corrompiendo, ambos un viejo eslogan solidario que los capos sicilianos convirtieron en quintaesencia del crimen en la connivencia de un sistema paralelo: ¡°Una mano lava l¡¯altra¡±.
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