El cuello del elefante
Es dif¨ªcil entender los fen¨®menos populistas como Trump, Le Pen, o el Brexit sin entender la din¨¢mica del mercado global de trabajo en el que, por primera vez desde la posguerra, amplios segmentos de las poblaciones occidentales dudan de que puedan alcanzar un nivel de vida m¨¢s elevado que el de sus padres. El fen¨®meno es global, y entenderlo requiere una perspectiva global. En varios recientes trabajos acad¨¦micos y un libro reciente (Global Inequality: A new approach for the Age of Globalization, 2016) el economista Branko Milanovic presenta de forma pionera esta perspectiva global, basada en las encuestas de presupuestos familiares de 20 pa¨ªses entre 1988 y 2008.
El gr¨¢fico clave, que presentamos m¨¢s abajo, tiene una vaga forma de elefante. Surge de ordenar a la poblaci¨®n global de menores ingresos a mayores ingresos por ¡°percentiles¡±, y determinar el cambio de los ingresos reales de ese percentil. Por ejemplo, el gr¨¢fico nos dice que el 2% m¨¢s pobre del mundo experiment¨® un aumento de ingresos del 22%, y que las personas situadas en el punto de medio de la distribuci¨®n mundial, la clase ¡°media¡± global (es decir, el punto 50 de la distribuci¨®n) experimentaron un aumento de ingresos de alrededor del 70% en estos 20 a?os.
A simple vista, el gr¨¢fico da f¨¦ de un enorme ¨¦xito econ¨®mico. Miles de millones de personas han experimentado un progreso sin precedentes. Las personas alrededor del punto A, que son en gran parte las nuevas clases medias chinas e indias, han experimentado mayores mejoras econ¨®micas en veinte a?os que las que hab¨ªan experimentado anteriormente en siglos. Recordemos que el PIB per c¨¢pita real de China en ese per¨ªodo se multiplic¨® por 5. Esta nueva clase media global alcanza ya ingresos por persona que Milanovic estima en entre 150 y 450 d¨®lares al mes, es decir, ingresos familiares para una familia con dos hijos de entre 600 y 1800 d¨®lares al mes (para hacerse una idea aproximada, lea euros donde dice d¨®lares).
Necesitamos econom¨ªas flexibles e innovadoras que aprovechen las oportunidades que la globalizaci¨®n ofrece
Tambi¨¦n el gr¨¢fico muestra buenas noticias para las personas con mayores ingresos del planeta, el 1% m¨¢s alto, que generalmente son ciudadanos de los pa¨ªses occidentales. Estos ¡°clase alta global¡±, cuyos ingresos per capita se sit¨²an por encima de los 4000 d¨®lares al mes, experiment¨® tambi¨¦n un crecimiento sustancial, por encima del 60%.
Hasta aqu¨ª, todo son buenas noticias. El problema son los individuos situados alrededor del punto B, el ¡°cuello del elefante¡±. Este punto, el percentil 80 de la distribuci¨®n global, la clase ¡°media alta global¡±, est¨¢ formado por aquellos que viven en los pa¨ªses avanzados y que, dentro de ellos, est¨¢n en las clases medias y bajas. Recordemos que incluso los ciudadanos con menores ingresos per c¨¢pita de una econom¨ªa avanzada est¨¢n en el 70% de la poblaci¨®n mundial.
Pues bien, es en este punto B donde vemos las menores avances, o incluso estancamiento. En un arco de pa¨ªses que van de Italia a EEUU, pasando por el Reino Unido y Francia, tras d¨¦cadas de avances econ¨®micos sustanciales, las clases medias y medias bajas han visto un completo estancamiento de su nivel de vida. La promesa impl¨ªcita que se les hizo a estos ciudadanos, que la globalizaci¨®n, la liberalizaci¨®n comercial, el mercado ¨²nico europeo, etc. har¨ªa avanzar la econom¨ªa y mejorar el nivel de vida de todos, ha resultado ser falsa. Los avances han beneficiado a casi todo el planeta, pero no a ellos.
N¨®tese lo que decimos, y lo que no. La globalizaci¨®n si ha reducido de forma enorme la desigualdad y la pobreza globales, y s¨ª ha mejorado el nivel de vida de miles de millones de personas en nuestro planeta, contrariamente a lo que muchos movimientos anti globalizaci¨®n nos quieren hacer creer. Pero a la vez se ha producido un estancamiento en t¨¦rminos absolutos, y un deterioro en t¨¦rminos relativos (comparados con otros dentro de sus propios pa¨ªses), de las clases medias bajas de los pa¨ªses avanzados.
Esta percepci¨®n de estancamiento relativo es el caldo de cultivo del que se nutren Trump, Le Pen, Farage, Iglesias, y todos los dem¨¢s populismos. Los proponentes del ¡°consenso de Washington,¡± basados en mercados abiertos de bienes, servicios, capitales y personas, acertaron al predecir que el comercio mundial y la globalizaci¨®n generar¨ªan una era de prosperidad sin precedentes para el planeta, pero erraron al no prever que amplios segmentos de poblaci¨®n en occidente sufrir¨ªan un deterioro, al menos de su posici¨®n relativa.
Trump y el Brexit, han mostrado el potencial ¨¦xito que los movimientos anti-globalizadores pueden tener en nuestros pa¨ªses. Y tal ¨¦xito podr¨ªa poner en riesgo el equilibrio econ¨®mico y pol¨ªtico de la posguerra. Si por ejemplo Trump reintroduce barreras comerciales y estalla una guerra comercial con China, la clase media sufrir¨¢ un fuerte empobrecimiento que incrementar¨¢ a su vez la demanda de soluciones populistas con consecuencias impredecibles.
Nuestras sociedades deben de disponer de sistemas de redistribuci¨®n de la riqueza que aseguren que todos ganamos
Pero no podemos frenar los populismos sin ofrecer soluciones a la l¨®gica ansiedad que estos cambios generan en amplios segmentos de las clases medias. El ¨¦xito de las econom¨ªas del norte de Europa sugiera que el problema tiene soluci¨®n con educaci¨®n, pol¨ªticas redistributivas inteligentes, y econom¨ªas flexibles e innovadoras.
En primer lugar, no es posible enfatizar lo suficiente la importancia de la educaci¨®n y la formaci¨®n en este mercado global. Nuestros trabajadores no pueden competir en salarios con los que est¨¢n en el punto A del gr¨¢fico de Milanovic. Beneficiarse de la globalizaci¨®n requiere poder competir en valor a?adido, en diferenciaci¨®n de producto, en tecnolog¨ªa. En este sentido, para Espa?a es clave el idioma. Diferenciar el sector tur¨ªstico, o atraer bancos de Londres requiere un nivel de ingl¨¦s actualmente inexistente. Alcanzar la fluidez en ingl¨¦s requiere menos de 500 horas lectivas de calidad. ?Tan dif¨ªcil es proveerlas?
En segundo lugar, nuestras sociedades deben de disponer de sistemas de redistribuci¨®n de la riqueza que aseguren que todos ganamos con la globalizaci¨®n. Cr¨¦ditos fiscales (como el que ha planteado ciudadanos) para los trabajadores de menores ingresos generan ingresos adicionales sustantivos (500 euros por familia y mes en el SMI) sin introducir nuevas distorsiones¡ªal rev¨¦s, aumentando la eficiencia.
Finalmente, necesitamos econom¨ªas flexibles e innovadoras que aprovechen las oportunidades que la globalizaci¨®n ofrece. Ello requiere, como Ciudadanos ha propuesto, eliminar barreras regulatorias absurdas, salir del localismo provincialista en el que ha degenerado nuestro sistema auton¨®mico y facilitar la innovaci¨®n y la competencia.
Todos estos cambios son cruciales, no solo para asegurar el progreso econ¨®mico y social de nuestras sociedades, sino para evitar una espiral populista que acabe con el orden de la posguerra.
Luis Garicano es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la London School of Economics (LSE) y responsable de econom¨ªa, industria y conocimiento de Ciudadanos.
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