Coquineros de Do?ana: de la ilegalidad al supermercado
Un grupo de mariscadores tradicionales de Do?ana consiguen constituirse en empresa y vender su producto a la cadena Mercadona
Emilio Vidal nunca ha tenido una vida f¨¢cil. Podr¨ªa haberse conformado con la dura vida que le toc¨®, pero autocompadecerse no es lo suyo. Hace 30 a?os que vio que el campo de Sanl¨²car dif¨ªcilmente le dar¨ªa de comer, as¨ª que se march¨® con su cu?ado a la pesca de la chirla en un barco. Su madre le anim¨® a dedicarse al marisqueo de las coquinas, como tantos otros antes hicieron en su pueblo. Despu¨¦s de arar el mar en Do?ana, se perd¨ªa en las callejuelas de la ciudad gaditana a vender lo capturado. Pero Vidal quer¨ªa m¨¢s. So?aba con ser empresario coquinero y que su producto llegara a las pescader¨ªas de forma legal y regular. A sus 56 a?os puede decir que ha conseguido eso y m¨¢s: es el presidente de la sociedad Mariscadores de Sanl¨²car, con la que ha creado la marca 'La Fina de Do?ana', y se ha convertido en proveedor de Mercadona, la mayor cadena de supermercados de Espa?a.
"El cambio es abismal", acierta a decir Vidal, a punto de subir en la barcaza que le llevar¨¢ a una nueva jornada de trabajo en Do?ana. No oculta la satisfacci¨®n que supone, para ¨¦l y sus otros 14 compa?eros, que lo conseguido con el sudor de su frente acabe en un circuito legal de venta. "Mi proyecto no era estar siempre vendiendo por ah¨ª como un ilegal. Por eso, hace 11 a?os varios mariscadores nos asociamos para poder vender en lonja", recuerda Vidal. Al contrario que muchos otros que siguen en la ilegalidad, obtuvieron sus licencias y permisos para poder mariscar en Do?ana, el primer paso en el camino de la legalidad.
Sin embargo, pese a faenar con permisos, despu¨¦s de cuatro horas con agua a la cintura y arrastrando con la fuerza de su cuerpo un rastro que se hunde en la arena de la orilla, Vidal y sus compa?eros iban al muelle a intentar vender el producto y muchos d¨ªas no consegu¨ªan vender la coquina. O la malvend¨ªan. "No pod¨ªan seguir como estaban. Vend¨ªan solo tres o cuatro meses al a?o y eso no da para mantener una familia. Rozaban la exclusi¨®n social", rememora Faustino Lozano, hoy gerente de la sociedad que preside Vidal. "En la lonja yo ve¨ªa que Mercadona compraba pescado y me dije '?por qu¨¦ yo no puedo venderles tambi¨¦n?'", explica el presidente. Lozano, asesor fiscal, t¨¦cnico de pesca y especialista en marcas comerciales, le dio forma al proyecto, hace ahora dos a?os.
S¨ª a un nuevo proveedor
Al otro lado de esta mutaci¨®n de coquineros a empresarios se encontraron una empresa que ya se estaba replanteando su forma de tratar los productos frescos. "Quer¨ªamos tener proveedores especialistas, acercarnos al sector primario", detalla Mercadona. Se toparon con Vidal y los suyos cargados de ilusi¨®n y lleg¨® el s¨ª, aunque con condiciones: ten¨ªan que hacerse aut¨®nomos y cumplir estrictos controles de seguridad alimentaria. A cambio, han conseguido duplicar el precio de venta que ten¨ªan de la coquina. "Ahora, tenemos la tranquilidad de que vendemos todo lo que capturamos, no tenemos problemas de transportes o de sanidad", reconoce Vidal.
A?os atr¨¢s, despu¨¦s de arar el mar en Do?ana, el coquinero se perd¨ªa en las callejuelas gaditanas para vender lo capturado
"Siempre se da la imagen del furtivo como la ¨²nica soluci¨®n del marisqueo. Ahora ellos han demostrado que hay otras formas de trabajar y hacerlo bien", reconoce Lozano. Vidal y sus compa?eros cumplen todas las limitaciones que el Parque Natural de Do?ana les establece. No pueden capturar m¨¢s de 25 kilos por persona y d¨ªa, tienen meses de veda, pueden trabajar durante solo una marea al d¨ªa y deben respetar las tallas m¨ªnimas.
Su horario de trabajo viene marcado por la pleamar y la bajamar. En una barcaza cruzan el r¨ªo Guadalquivir, a lomos de sus ciclomotores y pertrechados con herramientas tradicionales que se fabrican ellos mismos y que rondan los 20 kilos de peso. Hoy, les toca trabajar desde el mediod¨ªa y hasta las cinco de la tarde. No esperan capturar m¨¢s de cinco kilos, lo habitual en estas fechas, frente a los 10 kilos que pueden llegar a mariscar en invierno. En total, entre todos pueden llegar mariscar unos 60 kilos diarios en verano y 400 en invierno.
Trabajar en un parque natural
"Do?ana genera muchos puestos de trabajo", explica el director del Parque Natural, Juan Jos¨¦ Chan. Oficios tradicionales como el marisqueo, la ganader¨ªa, la apicultura o la recolecci¨®n de pi?as encuentran cabida en Do?ana, siempre controlados. "La pervivencia de estas actividades est¨¢ en los estatutos fundacionales del Parque. A veces la gente cree que estos espacios naturales son virginales, pero no hay que olvidar que est¨¢n modelados por el hombre", explica Chan.
Y para enfrentarse a ese para¨ªso natural, los coquineros solo cuentan con la fuerza de su cuerpo. "Son los gladiadores del mar, su trabajo es dur¨ªsimo", explica Lozano. Enfundados con trajes de neopreno, se enganchan el rastro a la cintura y tiran de ¨¦l. El rastro ara la arena y captura la coquina, que acaba en un peque?o copo. De ah¨ª, los coquineros las extraen y las pasan por un tamiz para desechar las peque?as, que vuelven al mar. "Es muy duro. As¨ª estamos todos, afectados de la espalda", reconoce Vidal. Y a?ade: "En verano, cualquiera es marinero. En invierno, rompes la capa de hielo con los pies descalzos. Un compa?ero muri¨® hace a?os alcanzado por un rayo en una tormenta. Desde entonces, esos d¨ªas no trabajamos".
Para llegar al supermercado, las coquinas pasan por un proceso de desarenado y se comprueba el tama?o y si hay biotoxinas
Con lo capturado en el d¨ªa, los mariscadores regresan a Sanl¨²car. En la otra orilla, una furgoneta refrigerada les espera. Tras cargar la captura de cada uno, pone rumbo a las instalaciones en C¨¢diz de Caladero, un interproveedor de Mercadona que se encarga de preparar y envasar pescado. All¨ª recibe la mercanc¨ªa Ernesto Chalela, director de la planta. "Nos tuvimos que ganar una confianza mutua. Era un producto que no trabaj¨¢bamos, ya que aqu¨ª nos dedic¨¢bamos al mejill¨®n y los langostinos. Sacar a los mariscadores de su rutina nos cost¨® y a nosotros, adaptarnos a ellos. Pero, ahora, podemos decir ambas partes que estamos muy contentas de trabajar juntas", rememora el director.
Al estar capturadas en un parque natural, las coquinas no tienen que pasar por depuradora. Sin embargo, Caladero las somete a un proceso de desarenado de 24 horas, se asegura que se cumplen los tama?os y las analiza en laboratorios para ver si contienen biotoxinas. Despu¨¦s, las enmalla en bolsas de medio kilo y las distribuye a los puntos de venta de Mercadona. 'La fina de Do?ana' ha completado el proceso y volar¨¢ del mostrador a los pocos minutos de abrir las tiendas, para satisfacci¨®n de los mariscadores. Vidal no puede evitar acordarse de su madre: "Fue ella la que me anim¨® y se gast¨® 5.000 pesetas para regalarme los aperos que necesitaba". Ahora su hijo Emilio es coquinero y empresario. Nunca hubo inversi¨®n mejor.
Ilegales poco controlados
En la actualidad, 123 mariscadores tienen licencia para capturar coquinas. Entre ellos, se encuentran los integrados en la sociedad Mariscadores de Sanl¨²car, adem¨¢s dados de alta como aut¨®nomos para vender legalmente lo capturado. Sin embargo, el director del Parque Natural de Do?ana, Juan Jos¨¦ Chan reconoce el problema que suponen los furtivos.
Mientras Emilio Vidal, presidente de Mariscadores de Sanl¨²car, y los suyos trabajan, alrededor de un barco fondeado en la costa cuatro hombres marisquean coquinas. "Esos son ilegales. Ese barco est¨¢ poniendo en peligro el trabajo de 123 personas, es un problema grav¨ªsimo", reconoce el director. Esta estampa diaria se produce mientras ni el Seprona de la Guardia Civil ni Pesca de la Junta hacen gran cosa para frenarlos por falta de medios. "Esos no tienen en cuenta ni vedas, ni cantidades ni tama?os, van a coger todo lo que pueden", sentencia Vidal.
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