La guerra del Marmite lleva el ¡®Brexit¡¯ al desayuno brit¨¢nico
El precio de la pasta de levadura de cerveza se convierte en s¨ªmbolo del miedo a la inflaci¨®n por la salida de la UE
¡°Lo amas o lo odias¡±. Con este llamativo eslogan se vende el Marmite, una pasta negra a base de extracto de levadura obtenida de la fermentaci¨®n de la cerveza. Su sabor indescriptible est¨¢ tan intrincado en la cultura brit¨¢nica que incluso se habla de ¡°personas Marmite¡±: individuos odiosos o adorables, sin t¨¦rminos medios. La cultura popular dice que no hay cosa tan divisoria en este pa¨ªs como esta pasta para untar. O no la hab¨ªa. Hasta que lleg¨® el Brexit y parti¨® a Reino Unido en dos.
Ahora, el destino ha querido unir la sustancia y el debate, ambos viscosos y polarizadores, en la llamada ¡°guerra del Marmite¡±. Una disputa comercial entre Unilever ¡ªfabricante brit¨¢nico-holand¨¦s del producto¡ª y Tesco ¡ªla mayor cadena de supermercados del pa¨ªs¡ª, en la que muchos analistas han querido ver una antesala de las presiones inflacionistas que inevitablemente esperan al pa¨ªs si la libra contin¨²a cayendo como consecuencia de la victoria del Brexit en el refer¨¦ndum de junio. En medio de abstractas profec¨ªas de los acad¨¦micos y cotizaciones fluctuantes en los remotos mercados de divisas asi¨¢ticos, la guerra del Marmite ha trasladado el debate sobre las consecuencias econ¨®micas del Brexit directamente al desayuno de los consumidores.
Todo empez¨® cuando Unilever quiso elevar un 10% los precios de algunos de sus productos, para hacer frente al encarecimiento de las materias primas adquiridas en divisas extranjeras, como consecuencia de la ca¨ªda de la libra, que ha perdido un 17% de su valor desde junio. Tesco se neg¨® a acatar esa subida de precios y, en respuesta, retir¨® de su p¨¢gina web decenas de productos de Unilever, desde helados Ben & Jerry hasta detergente Persil, pasando por el dichoso Marmite.
Como en cualquier conflicto contempor¨¢neo que se precie, pronto el campo de batalla se ampli¨® al mundo digital. Las redes sociales se llenaron de fotograf¨ªas de solitarios botes de Marmite en las otrora rebosantes estanter¨ªas de los supermercados. Incluso hubo internautas sin escr¨²pulos que so?aron con enriquecerse gracias a la escasez de la guerra: un desalmado lleg¨® a ofrecer su tarro de Marmite ¡°usado¡± en la web de pujas eBay por 100.000 libras.
La guerra apenas dur¨® 24 horas. El jueves por la noche las dos compa?¨ªas firmaron la paz y la sustancia negra volv¨ªa a brotar en los supermercados al mismo precio que la semana pasada. No ha trascendido si ser¨¢ el fabricante o el distribuidor quien acarree con el supuesto encarecimiento del producto.
Las redes sociales se llenaron de fotograf¨ªas de solitarios botes de Marmite en las otrora rebosantes estanter¨ªas de los supermercados
Puede que el enorme tama?o de Tesco le dote de un poder negociador del que no disponen otros distribuidores. Y puede que, como sostiene quienes critican la postura de Unilever, el Marmite se fabrique casi ¨ªntegramente en Reino Unido y est¨¦ poco expuesto a la devaluaci¨®n de la moneda. Pero el moment¨¢neo desabastecimiento del mejunje captur¨® simb¨®licamente la inquietud de los consumidores acerca de las inciertas consecuencias del refer¨¦ndum sobre la salida de la UE.
El conflicto es la punta, negra y viscosa, de un iceberg: la p¨¦rdida de valor adquisitivo de la libra probablemente traiga inflaci¨®n. Los productores quieren trasladar los incrementos del precio a los distribuidores, pero estos se resisten por la enorme competencia que existe en el sector. Tan solo unas horas antes de la disputa Justin King, un ex alto cargo de Sainsbury¡¯s, advert¨ªa de que los supermercados no van a ser capaces de absorber el incremento de costes provocado por la ca¨ªda de la libra y que ser¨¢ inevitable una subida de precios.
La iron¨ªa es que el aviso ha llegado a trav¨¦s de un producto tan brit¨¢nico como la reina, pero sometido al parecer a los precios de las materias primas en el extranjero. A una parte de los ingleses no le gustan las intromisiones de otros pa¨ªses en su pol¨ªtica, su cultura y, mucho menos, en su desayuno. Al menos, ese parece ser el caso del 52% que vot¨® por en junio por recuperar su soberan¨ªa perdida. Est¨¢ por ver si coincide con esa mitad de la poblaci¨®n que, seg¨²n las encuestas, ama el Marmite.
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