Miseria y milagro econ¨®mico: las dos caras de Filipinas
El pa¨ªs muestra unos datos envidiables, pero esconde una alta tasa de pobreza
Cuando uno observa el cuadro macroecon¨®mico de Filipinas, el pa¨ªs parece tenerlo casi todo a favor para convertirse en otra historia de ¨¦xito en el sudeste asi¨¢tico: un crecimiento econ¨®mico alto y s¨®lido, bajos niveles de deuda, una inflaci¨®n controlada o una fuerza laboral amplia y joven son algunos ejemplos. El buen comportamiento de la econom¨ªa, sin embargo, no ha repercutido en una reducci¨®n de la desigualdad o en la mejora de la calidad de vida de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n del pa¨ªs, una cuarta parte de la cual sigue por debajo del umbral de la pobreza.
Muy poco tiene que ver la Filipinas actual con aquel pa¨ªs que el dictador Ferdinand Marcos dej¨® pr¨¢cticamente en la bancarrota en los a?os ochenta del siglo pasado. La econom¨ªa del archipi¨¦lago se ha expandido en el ¨²ltimo lustro a una tasa anual de entre el 6% y el 7%. El sector servicios crece con fuerza y supone un 60% del total de la actividad econ¨®mica. Por el lado de la demanda, el consumo de los hogares est¨¢ en m¨¢ximos gracias a una inflaci¨®n ¡ªpor fin¡ª bajo control, el aumento de los sueldos y el env¨ªo de remesas de los emigrantes filipinos que trabajan en otros pa¨ªses (unos 26.100 millones de euros en 2015, el equivalente a un 10% del PIB). Los consumidores en Filipinas son actualmente, seg¨²n los estudios que elabora cada trimestre Nielsen, los m¨¢s optimistas del mundo.
Las previsiones para los pr¨®ximos a?os son, a priori, alentadoras. Filipinas tiene a su favor lo que los economistas llaman el dividendo demogr¨¢fico, es decir, una evoluci¨®n de la poblaci¨®n que favorece el desarrollo econ¨®mico. El pa¨ªs asi¨¢tico alcanzar¨¢ los 150 millones de habitantes hacia 2050 frente a los 102 millones actuales, aumentando de forma significativa el n¨²mero de personas en edad de trabajar y reduciendo progresivamente la poblaci¨®n dependiente (los menores de 15 y mayores de 64 a?os).
¡°Obviamente esto puede ser un desastre, como lo fue en algunos pa¨ªses de Latinoam¨¦rica, si no se crean suficientes empleos. De ah¨ª la necesidad de que las autoridades utilicen los ahorros para financiar inversiones en infraestructura que propulsen la actividad econ¨®mica¡±, asegura Trinh Nguyen, economista de Natixis para Asia Emergente. Adem¨¢s, una demograf¨ªa favorable es una oportunidad limitada que hay que saber gestionar: con el tiempo la distribuci¨®n cambia de nuevo y el pa¨ªs se encuentra con una poblaci¨®n envejecida, como est¨¢ sucediendo en varias naciones desarrolladas.
La pobreza se estanca
A pesar de que el tama?o de la econom¨ªa filipina se ha m¨¢s que duplicado en la ¨²ltima d¨¦cada, la tasa de pobreza apenas se ha movido. Actualmente el 26,3% de los filipinos viven con menos de 174 euros al mes (el umbral nacional de pobreza), no muy lejos del 28,8% del a?o 2006. Se trata de un porcentaje muy similar al de Myanmar ¡ªla antigua Birmania¡ª y muy superior al de otros pa¨ªses de la regi¨®n como Vietnam, Camboya o Laos, cuyas econom¨ªas ni son tan grandes ni han registrado un periodo de bonanza tan largo como el de Filipinas.
¡°El principal problema es que el sistema bancario no llega a los pobres. Solamente las grandes empresas reciben financiaci¨®n, mientras que las peque?as y medianas y las familias tienen dificultades para obtener dinero¡±, asegura Nguyen. Y la clave para cambiar esta situaci¨®n es el empleo: ¡°Se necesitan m¨¢s puestos de trabajo en sectores intensivos en mano de obra, porque actualmente es dif¨ªcil encontrar un empleo estable si eres un trabajador poco calificado. Es necesario promover la inversi¨®n, especialmente la extranjera y en el sector manufacturero, una reforma agraria que elimine los problemas con la propiedad de la tierra y m¨¢s gasto en infraestructuras para reducir los costes de los alimentos o la electricidad¡±, a?ade la economista.
Pero el problema no es solamente c¨®mo el pa¨ªs invierte la riqueza, sino sobre todo c¨®mo se reparte. Un peque?o grupo de familias ¡ªalgunas cuyo estatus se remonta a la ¨¦poca colonial espa?ola¡ª controlan industrias y sectores clave y cuentan con un poder pol¨ªtico enorme en el pa¨ªs. Esta particular oligarqu¨ªa ha recibido el trato a favor de los sucesivos gobiernos del pa¨ªs, lo que les ha permitido mantener sus negocios operando pr¨¢cticamente bajo un r¨¦gimen monopol¨ªstico. Seg¨²n datos de 2014, la fortuna de las 50 personas m¨¢s ricas de Filipinas era equivalente al 26% de su PIB.
La nueva administraci¨®n del archipi¨¦lago, liderada por el pol¨¦mico Rodrigo Duterte, ha prometido continuidad en las pol¨ªticas macroecon¨®micas y ha propuesto una agenda cuyo objetivo es reducir la tasa de pobreza hasta el 17% en 2022. Para ello se pretende reformar el sistema impositivo con especial ¨¦nfasis en la progresividad, aumentar considerablemente el gasto social y la inversi¨®n en infraestructuras o llevar a cabo pol¨ªticas que favorezcan la inversi¨®n extranjera y la competencia.
Tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial han respaldado el plan del nuevo Ejecutivo y coinciden en su optimismo sobre el futuro del pa¨ªs. Pero los numerosos exabruptos del mandatario y la impredecibilidad de sus movimientos asustan a algunos: ¡°(Duterte) cosech¨® ciertos ¨¦xitos como alcalde de Davao. Dicho esto, surgen preguntas acerca de su capacidad para gobernar el pa¨ªs y, al menos para la inversi¨®n extranjera, un l¨ªder vol¨¢til nunca ha ayudado¡±, dice Nguyen. Cabe recordar que el mandatario ha insultado a la ONU, a la Uni¨®n Europea y, especialmente, al mayor aliado de su pa¨ªs, Estados Unidos.
Los analistas coinciden en que a¨²n es demasiado pronto para saber hacia d¨®nde Duterte llevar¨¢ al pa¨ªs: el potencial econ¨®mico es claro, pero los a?os de Marcos en el poder demuestran lo f¨¢cil que es para Filipinas salirse del rumbo.
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