Comercio con reglas o proteccionismo

Despu¨¦s del Tratado Uni¨®n Europea-Canad¨¢, ?qu¨¦? De las reflexiones sobre el CETA (Comprehensive economic and trade agreement), las m¨¢s valiosas subrayan los beneficios del libre comercio reglado ¡ªeso son los Tratados comerciales dignos de tal nombre¡ª junto a la necesidad de mejorarlo; frente al mero proteccionismo (o espont¨¢neo, o salvaje) generador de conflictos y guerras.

Desde la pol¨ªtica, el mandatario canadiense Justin Trudeau, un liberal antineoliberal, ha destacado sobre todo por ir a la ofensiva argumental, frente a los tr¨¦molos defensivos de otros. El tratado permitir¨¢ crear, enfatiz¨®, ¡°m¨¢s empleos mejor pagados¡±, pues favorece la internacionalizaci¨®n. Ya se sabe que las exportadoras son las industrias que ofrecen mejores condiciones a sus trabajadores.

Y augur¨® que otros ¡°futuros acuerdos¡± comerciales ¡°se inspirar¨¢n en este¡±, pues no rebaja los est¨¢ndares sociales o medioambientales de ambas legislaciones, y ¡°reconoce el derecho¡± de los Gobiernos a defender su modelo social. Desde la bancada de los economistas progresistas, el CETA ¡°debe ser ratificado¡± por los 28 Parlamentos, coincide Sebastian Dullien (Europe's trade policy: can a Phoenix rise from the ashes?, Social Europe, 20/10), aunque comprendiendo a los alterglobalizadores.

Dullien tambi¨¦n propone que el tratado se erija como banco de prueba de otros, y de la labor negociadora de la Comisi¨®n, mediante ¡°la promesa de evaluar sus efectos y potenciales problemas al cabo de cinco a?os¡±. Y recomienda a Bruselas que incluya a actores ¡°como oeneg¨¦s y representantes de la sociedad civil desde el inicio en el dise?o de los mandatos y posiciones de los negociadores comerciales¡±, en vez de al final y con prisas.

Steven Hill a?ade que la nueva generaci¨®n de tratados debe incorporar ¡°alg¨²n tipo de c¨®digo ¨¦tico sobre el comportamiento de las corporaciones¡± (The wallonian mouse that roared, Social Europe, 31/10): reglas para regular los para¨ªsos fiscales e impedir a las multinacionales usarlos para evadir impuestos.

En el lado contrario, el campe¨®n cada vez m¨¢s expl¨ªcito de cierto neoproteccionismo, Dani Rodrik, que deslumbr¨® en 2011 con La paradoja de la globalizaci¨®n (Antoni Bosch editor), se decanta por el simplismo. Hace un a?o consideraba que el gran problema de un tratado similar (incluso m¨¢s pol¨¦mico), el TTIP con los EE UU, radicaba en ¡°la armonizaci¨®n regulatoria y en la (in)adecuaci¨®n de un r¨¦gimen ISDS¡± (Investor-State Dispute Settlement), de arbitraje privado para dirimir los litigios (The war of trade models, en su blog).

Y ahora que el CETA ha resuelto ambos problemas, garantizando la capacidad de los Estados de legislar sobre est¨¢ndares sociales, y reemplazando el ISDS por un tribunal p¨²blico permanente (el ICS, Investment Court System), al bueno de Rodrik solo se le ocurre lanzar jeremiadas sobre ¡°la honestidad, la p¨¦rdida de control y de credibilidad de las ¨¦lites¡±: lean su Walloon mouse (22/10) y verificar¨¢n la inconsistencia y la ausencia de datos y elementos tangibles de su discurso. Gaseoso.