Colosos el¨¦ctricos escondidos bajo tus pies
El milagro de la luz requiere que el subsuelo de la ciudad acoja una subestaci¨®n para rebajar hasta mil veces su tensi¨®n. Solo en Madrid hay cien. Visitamos una de las m¨¢s grandes.
Lo hacemos todos los d¨ªas. Con un dedo y casi sin darnos cuenta. Encendemos interruptores sin pensar en el complejo viaje de la energ¨ªa el¨¦ctrica desde las grandes centrales t¨¦rmicas, nucleares, e¨®licas o hidroel¨¦ctricas hasta nuestras viviendas. Sin ser conscientes de que parte del milagro ocurre justo bajo nuestros pies. La energ¨ªa llega a la ciudad como un torrente que hay que domesticar para que pueda acceder luego d¨®cil a las casas. Una transformaci¨®n que, en el caso de Madrid, se produce en un centenar de subestaciones gigantes repartidas por su subsuelo. EL PA?S ha visitado una de las m¨¢s grandes, ubicada bajo el aparcamiento de la plaza de toros de Las Ventas.
Nada m¨¢s bajar las escaleras, se percibe un ligero zumbido que amplifica la soledad de las inmaculadas salas de la subestaci¨®n el¨¦ctrica. Es la energ¨ªa el¨¦ctrica circulando por este complejo. Un b¨²nker de hormig¨®n, sin ventanas, con techos de hasta cuatro metros y suelos brillantes. La electricidad llega hasta all¨ª por gruesos cables de alto voltaje con una tensi¨®n de 220 kilovoltios ¡ª la unidad de medida del potencial el¨¦ctrico para trasladar la energ¨ªa de un punto a otro, algo parecido a la presi¨®n del agua en una tuber¨ªa¡ª. Una tensi¨®n que le permite viajar pero que la hace inh¨¢bil para consumir. Es necesario adaptar ese torrente de 200kV a una baja tensi¨®n de 220 voltios, el voltaje con el que pueden funcionar los electrodom¨¦sticos en hogares, negocios y oficinas.
Esa es la labor de las subestaciones distribuidas por la ciudad. ¡°Por cada 10 a 15 manzanas debe haber una¡±, explica Javier Serrano, director de Uni¨®n Fenosa Distribuci¨®n en Madrid. Muchas est¨¢n situadas en pleno centro, encajadas entre estaciones de metro y aparcamientos subterr¨¢neos, como las de Col¨®n, Luchana, Callao, Serrano, Marqu¨¦s de Salamanca y Ventas. Uni¨®n Fenosa Distribuci¨®n dispone de 45 subestaciones en la capital, la mitad de las que existen, entre ellas la de Ventas, que abastecen a 895.000 usuarios.
Por cada 10 a 15 manzanas debe haber una subestaci¨®n el¨¦ctrica
Hasta los a?os setenta, estas subestaciones formaban parte del paisaje de la ciudad. En un espacio equivalente al de un campo de f¨²tbol se ergu¨ªan torres met¨¢licas de varios metros de altura y transformadores con forma de cajas con antenas cer¨¢micas. Una imagen poco tranquilizadora del desarrollismo. Desde entonces, estas instalaciones, vitales para la ciudad, se construyen bajo tierra, aunque a¨²n se pueden ver a¨²n muchas en las poblaciones peque?as y en las afueras de las grandes ciudades.
La subestaci¨®n de Ventas es un recinto de hormig¨®n de aproximadamente veinte metros de profundidad. Abastece a medio Barrio de Salamanca y a una peque?a zona del distrito de Ciudad Lineal. En su interior, tres salas de 1.200 metros cuadrados en total y aspecto futurista con tres misiones diferentes, pero todas dirigidas a detener el torrente el¨¦ctrico.
La electricidad de alto voltaje transita por la primera sala por unas barras met¨¢licas insertadas en el interior de unas tuber¨ªas rellenas de gas a alta presi¨®n. ¡°Es SF6 hexafluoruro de azufre, el mejor aislante para los conductos de alto voltaje. Antes se usaba simplemente el aire para proteger las barras, por eso las subestaciones eran muy grandes. Ahora hemos reducido mucho el espacio gracias a este gas a alta presi¨®n¡±, apunta Fernando de la Hoz, responsable de Sector Alta Tensi¨®n de Uni¨®n Fenosa Distribuci¨®n. En medio de la mara?a de tuber¨ªas, destaca un bot¨®n de emergencia que, en caso de necesidad, ¡°interrumpe el suministro en mil¨¦simas de segundo¡±, explica Javier Serrano. ¡°Por ahora¡±, a?ade, ¡°no ha sido necesario utilizarlo¡±.?
Desde los a?os setenta estas instalaciones se construyen bajo tierra
El viaje contin¨²a por una segunda sala, rectangular, donde la tensi¨®n experimenta su primera reducci¨®n hasta los 15kV. Es el hogar de los grandes transformadores, unos cubos de varios metros de lado. En la subestaci¨®n de Ventas hay dos. Est¨¢n aislados de la zona de paso por unas compuertas blindadas, que van del suelo al techo, y un recubrimiento de mortero ign¨ªfugo que soporta dos horas expuesto al fuego. Los transformadores se a¨ªslan mediante un aceite de origen mineral, m¨¢s eficaz que el gas en esta parte del proceso. Las medidas de seguridad en el recinto son exhaustivas. "Con tan solo un conato de fuego, se activa el sistema de extinci¨®n que llena el habit¨¢culo de espuma como la que se utiliza en los incendios de hidrocarburos que hay en los aeropuertos", comenta De la Hoz.
Con una tensi¨®n 15kV voltios, la energ¨ªa arriba a un tercer espacio donde varias m¨¢quinas colocadas en hileras, del tama?o de una nevera de color azul brillante, la distribuyen a los edificios a 220 v, lista para ser consumida.
Toda la traves¨ªa est¨¢ automatizada, por lo que no es necesaria la presencia de operarios. ¡°Aqu¨ª no hay nadie salvo durante las tareas de mantenimiento o reparaci¨®n de aver¨ªas¡±, indica Fernando de la Hoz. Los ojos de la central son las c¨¢maras de seguridad y los sensores dispuestos por todo el espacio. La monitorizaci¨®n se realiza desde dos centros de control, donde se gestionan los avisos. Un equipo de 250 personas permanece alerta ante cualquier imprevisto. Debe actuar con rapidez para minimizar el tiempo que los usuarios pasan sin suministro el¨¦ctrico. La media de interrupci¨®n del servicio fue de 13,8 minutos al a?o para los clientes de Uni¨®n Fenosa Distribuci¨®n. ¡°Tuvieron servicio por tanto el 99,9974% del tiempo¡±, apostilla Javier Serrano.
Esta noticia, patrocinada por Gas Natural Fenosa, ha sido elaborada por un colaborador de EL PA?S.
Cruzar Madrid sin pisar la calle
Cuando el voltaje est¨¢ listo para el consumo dom¨¦stico, la energ¨ªa se env¨ªa a los hogares a trav¨¦s de cables que van por galer¨ªas subterr¨¢neas. Estas recorren buena parte del suelo de Madrid. Se trata de espacios hostiles donde la sorpresa puede aparecer en forma de gas. Para entrar en ellas es necesario llevar un equipo de iluminaci¨®n, otro de respiraci¨®n con bombona de ox¨ªgeno y un explos¨ªmetro, un detector de gas del tama?o de un tel¨¦fono m¨®vil ¡°que distingue cuatro anomal¨ªas en el aire, como la falta de ox¨ªgeno o la presencia de CO2¡±, detalla el responsable de Sector Alta Tensi¨®n de Uni¨®n Fenosa Distribuci¨®n.
¡°Siempre hay que ir en parejas por lo que pueda pasar. Alguna vez hemos tenido que salir pitando porque ha aparecido alg¨²n gas que no te esperas¡±, apunta uno de los t¨¦cnicos que acompa?an a un equipo de EL PA?S de visita en una galer¨ªa subterr¨¢nea en la zona de Prosperidad, en Madrid. Es una ocasi¨®n especial ya que el acceso est¨¢ restringido al personal de mantenimiento, la Polic¨ªa Nacional y la Guardia Civil. Sus unidades de subsuelo tienen como misi¨®n evitar actos de sabotaje o terrorismo en el interior de las galer¨ªas. Especialmente durante eventos deportivos, manifestaciones o fiestas populares. Los especialistas han sido entrenados para moverse con facilidad por los angostos pasillos subterr¨¢neos en los que est¨¢n expuestos a multitud de riesgos: gases t¨®xicos, falta de ox¨ªgeno o empalmes en mal estado que provocan chispas, a lo largo de los miles de kil¨®metros que componen la red.
En la capital, Uni¨®n Fenosa Distribuci¨®n ¡ªfilial de Gas Natural Fenosa¡ªdispone un total de 5.600 kil¨®metros soterrados. Aproximadamente la mitad de las galer¨ªas que gestionan las el¨¦ctricas. ¡°La misma distancia que hay entre Madrid y Nueva York¡±, apunta Javier Serrano, director de Uni¨®n Fenosa Distribuci¨®n de Madrid. Y uno de los operarios a?ade: ¡°un operario puede desplazarse desde Plaza de Castilla hasta Legazpi sin cruzar una calle, eso s¨ª, sin disfrutar de las magn¨ªficas vistas de esta ciudad¡±.
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