La alternativa al cosmopolitismo dogm¨¢tico y al populismo
Es necesaria una revisi¨®n razonable de la globalizaci¨®n con un nuevo contrato social
Se acab¨® el desconcierto. Despu¨¦s del Brexit y del triunfo de Trump, el consenso ahora es general: detr¨¢s de las convulsiones pol¨ªticas que est¨¢n sufriendo las sociedades desarrolladas est¨¢ la ira social provocada por la creciente desigualdad.
Una desigualdad que no es el resultado perverso de la crisis financiera y econ¨®mica de 2008, sino el fruto amargo de dos d¨¦cadas de una globalizaci¨®n financiera y comercial sin matices ni control. Un globalizaci¨®n que dej¨® abandonados en la cuneta del desempleo, de la p¨¦rdida de ingresos y de la desesperanza a la mitad de las sociedades desarrolladas. Y que vino acompa?ada de una ideolog¨ªa cosmopolita que vendi¨® como un dogma que los frutos de la globalizaci¨®n acabar¨ªan llegando a todos.
Aunque esa teor¨ªa del rebose de los beneficios de la globalizaci¨®n no cumpli¨® sus promesas, los gobiernos y las ¨¦lites dieron por hecho que los perdedores se resignar¨ªan a su suerte. Olvidaron las lecciones de la historia. Las explosiones de ira social no se producen en el momento m¨¢s agudo de las crisis econ¨®micas. Ocurren cuando la econom¨ªa comienza a funcionar pero los que se han quedado varados ven como unos pocos circulan a gran velocidad mientras ellos siguen parados en un carril sin salida.
Los gobiernos de las sociedades desarrolladas y los organismos internacionales hicieron muy poco durante los a?os de euforia para repartir los beneficios de la globalizaci¨®n y compensar a sus perdedores (de la globalizaci¨®n). Se rompi¨® as¨ª el v¨ªnculo entre crecimiento econ¨®mico y progreso social. Un v¨ªnculo que fue fundamental en las d¨¦cadas posteriores a la segunda guerra mundial, para reconciliar capitalismo inclusivo, igualdad y democracia.
Ahora esos gobiernos e instituciones internacionales y europeas se muestran preocupados por las potenciales consecuencias pol¨ªticas de la ira social contra la desigualdad. El apoyo electoral a los populismos hace temer a los partidarios del cosmopolitismo dogm¨¢tico por la continuidad de la globalizaci¨®n comercial y financiera y por el orden pol¨ªtico liberal vigente desde la posguerra.
Pero, si est¨¢n tan preocupados, ?por qu¨¦ no hacen algo para evitarlo?
La cuesti¨®n fundamental es si hay alternativa al cosmopolitismo dogm¨¢tico y al populismo. La hay. Para verla, imaginen o, mejor, dibujen en un papel una cruz de brazos iguales. Esos dos brazos significan las dos grandes l¨ªneas de tensi¨®n a las que est¨¢n sometidas nuestras sociedades. El eje vertical representa las opciones de pol¨ªtica econ¨®mica: en el extremo superior ponemos la opci¨®n por una econom¨ªa abierta; en el inferior el proteccionismo y el nacionalismo econ¨®mico. En el eje horizontal ubicamos las opciones para la organizaci¨®n de la sociedad. En el extremo izquierdo ponemos la opci¨®n por una sociedad individualista; en el otro extremo, la opci¨®n por una sociedad solidaria con mecanismos sociales de cobertura de riesgo e igualdad de oportunidades. As¨ª dibujada la cruz, nos aparecen cuatro celdillas que representan las cuatro opciones para hacer frente a la actual situaci¨®n.
La celdilla superior izquierda combina el mantenimiento de la libertad total de capitales y de comercio de la actual globalizaci¨®n con una sociedad de tipo individualista. Es la opci¨®n del cosmopolitismo dogm¨¢tico que siguen ofreciendo las ¨¦lites. Y, en el caso europeo, la Comisi¨®n y los gobiernos de la zona euro. Sus resultados saltan a la vista. Rompen las sociedades y fomentan el populismo pol¨ªtico.
La celdilla inferior izquierda combina el retorno al proteccionismo y al nacionalismo econ¨®mico con una visi¨®n individualista y racista de la sociedad. Es la opci¨®n que ofrecen los populismos de extrema derecha, tipo Trump en EE.UU. El resultado ser¨¢ la polarizaci¨®n y la fragmentaci¨®n social interna y la quiebra del orden econ¨®mico liberal internacional vigente desde la postguerra.
La celdilla inferior derecha combina tambi¨¦n el proteccionismo y nacionalismo econ¨®mico pero con una visi¨®n colectivista de la sociedad. Es la que ofrecen los populismos nacionalistas de izquierda y los independentistas. Es un retorno a f¨®rmulas que han fracasado en el pasado.
La cuarta, -la de la celda superior derecha-, combina una revisi¨®n razonable de la globalizaci¨®n con un nuevo contrato social que compense a los perdedores y reparta mejor los beneficios del crecimiento. Esta es la alternativa al cosmopolitismo dogm¨¢tico y a los populismos. El problema es que, hoy por hoy, este espacio carece de opciones pol¨ªticas.
Sin embargo, el conocimiento econ¨®mico producido en los ¨²ltimos a?os est¨¢ ofreciendo propuestas para elaborar esta alternativa. Junto con mi colega Xos¨¦ Carlos Arias acabamos de publicar un ensayo escrito a cuatro manos que busca contribuir a este esfuerzo por encontrar una alternativa viable al cosmopolitismo dogm¨¢tico y a los populismos ("La nueva piel del capitalismo", Galaxia Gutemberg).
Pero el conocimiento econ¨®mico no es poder pol¨ªtico. Las nuevas ideas econ¨®micas para reducir la desigualdad y para fomentar un crecimiento econ¨®mico y un capitalismo inclusivo necesitan impregnar a los progresistas de izquierda y de derecha. Y lograr la reconstrucci¨®n del centro pol¨ªtico que en las tres d¨¦cadas centrales del siglo pasado logr¨® reconciliar capitalismo, igualdad y democracia. Ese vuelve a ser el principal reto del siglo XXI.
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