Pol¨ªtica de rentas
Ya se ha expuesto con suficiente insistencia: no habr¨¢ recuperaci¨®n econ¨®mica sostenida (si entendemos por recuperaci¨®n algo m¨¢s que crecimiento econ¨®mico) mientras no se active un ritmo razonable de aumentos salariales y, en la medida de lo posible, ganancias de poder adquisitivo. Esto es tan evidente que no se entiende como el Gobierno, al que precisamente por serlo le corresponde tomar la iniciativa en estos asuntos, no est¨¢ incitando a que cambie la pol¨ªtica de rentas. Si, como sostienen los pasquines oficiales, la recuperaci¨®n ya es plena, nada se opone a tutelar un crecimiento selectivo de los salarios, a trav¨¦s por supuesto de una negociaci¨®n entre los agentes sociales. Pero desde Econom¨ªa y Empleo guardan un ominoso silencio sobre el particular. Refugiado tras el burladero de las estad¨ªsticas generales (esas que dicen cuanto ha subido el empleo sin especificar la calidad del mismo), el asunto de las rentas salariales es ajeno a las preocupaciones del Ejecutivo. Y, sin embargo, deber¨ªa ser el problema fundamental de la econom¨ªa, junto con una reforma fiscal congruente y el cumplimiento del objetivo de d¨¦ficit, para el a?o 2017.
En 2017 se inaugura una etapa nueva en la carrera precios/salarios. Todo hace suponer que la inflaci¨®n comenzar¨¢ a repuntar con cierta fuerza (si contin¨²a la tendencia de diciembre de 2016), con lo cual los magros salarios hundidos por la reforma laboral que hasta ahora no sufr¨ªan p¨¦rdidas de poder adquisitivo por la ca¨ªda de los precios, empezar¨¢n a perder poder de compra de forma acelerada. Estamos pues ante dos problemas: por un lado, los salarios se han hundido durante la crisis (el sueldo m¨¢s frecuente en Espa?a, testado en 2014, fue de 16.500 euros anuales); por otro, la inflaci¨®n comenzar¨¢ a morder las escu¨¢lidas retribuciones desde este momento. Por lo tanto, el ciudadano est¨¢ interesado en obtener dos respuestas. La primera es si el Gobierno y los agentes sociales est¨¢n dispuestos a impulsar una nueva pol¨ªtica de rentas que evite la p¨¦rdida de poder adquisitivo. La segunda, m¨¢s de fondo, es si el crecimiento econ¨®mico, asimilable estad¨ªsticamente a recuperaci¨®n (aunque para el ciudadano este t¨¦rmino sea ininteligible), se ha conseguido ¨²nica y exclusivamente por la ca¨ªda de las rentas salariales desde 2008 y, en particular, por su hundimiento desde la reforma laboral del gobierno.
Que se sepa, los gobiernos de Rajoy no han tenido una estrategia econ¨®mica. Llamar pol¨ªtica econ¨®mica a la declaraci¨®n verbal de combatir el d¨¦ficit p¨²blico y deprimir el empleo y las rentas salariales a trav¨¦s de recortes laborales (las reformas son otra cosa) es una ofensa a la macroeconom¨ªa. Una pol¨ªtica econ¨®mica aut¨¦ntica habr¨ªa definido los instrumentos organizados para compensar el d¨¦ficit (recorte estructurado de los gastos, aumento arm¨®nico de los ingresos), pero Luis de Guindos y Crist¨®bal Montoro se han limitado a cortar gastos por donde ca¨ªa el hacha, parchear de mala manera los ingresos (vivimos en un batiburrillo fiscal) y a reducir salarios, siguiendo la pr¨¦dica neoliberal de despedir o bajar sueldos cuando vienen mal dadas. La depresi¨®n salarial, si era necesaria, tendr¨ªa que haberse acompa?ado con pol¨ªticas de rentas compensatorias (protecci¨®n social, prestaciones de desempleo), pero a la vista est¨¢ que esas pol¨ªticas no s¨®lo no se han practicado sino que, de hecho, se han recortado.
Bien, pues esta estrategia de ¡°caigan los salarios y s¨¢lvese el que pueda¡± ya no es sostenible. La econom¨ªa espa?ola necesita con urgencia una pol¨ªtica de rentas, es decir, un calendario de subidas salariales en las empresas que puedan permit¨ªrselo m¨¢s un fortalecimiento de las redes de protecci¨®n social. Gobernar con las estad¨ªsticas generales en la boca equivale a desmarcarse de los problemas de los ciudadanos.
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