M¨¢s ayudas p¨²blicas para un sector con beneficios millonarios
La industria automotriz fue rescatada en 2009 con casi 80.000 millones de d¨®lares de dinero p¨²blico. Hoy, Michigan, su cuna, es uno de los Estados que m¨¢s crece
Los "hechos alternativos" que defiende la nueva Casa Blanca parecen aplicarse tambi¨¦n al sector automotriz. El panorama de aguda crisis industrial que Donald Trump insiste en describir y su cruzada por salvar a un sector amenazado por la fuga de empleos al extranjero, concretamente a M¨¦xico, contrasta con la realidad. Casi ocho a?os despu¨¦s de que dos de los buques insignia de la industria automotriz de Detroit ¡ªGeneral Motors y Chrysler¡ª fueran objeto de multimillonarios rescates con dinero p¨²blico decretados por la anterior Administraci¨®n (casi 80.000 millones de d¨®lares en total), sus beneficios hacen olvidar el periodo de crisis, batiendo trimestre a trimestre las previsiones del mercado, y Michigan, centro neur¨¢lgico del sector, ha dejado de ser un Estado en imparable declive para convertirse en uno de los que m¨¢s crece de toda la Uni¨®n Americana. Pese a ello, el plan del magnate republicano pasa por ofrecerle m¨¢s incentivos a cambio de que trasladen su producci¨®n a EE UU.
Junio de 2009. A la sombra de los multimillonarios rescates al sector financiero, el Tribunal de Quiebras de Nueva York da su visto bueno a una no menos multimillonaria ayuda p¨²blica a General Motors para que la ense?a del sector automotriz estadounidense salga de la quiebra. Son 51.000 millones de d¨®lares, en su mayor¨ªa procedentes del Departamento del Tesoro de EE UU y solo en una m¨ªnima parte del Estado canadiense, a los que se a?adir¨ªan otros 17.200 millones para rescatar a su brazo financiero (GMAC, hoy Ally Financial), seg¨²n los datos que desgranan Austan D. Goolsbee and Alan B. Krueger en una reciente investigaci¨®n sobre el rescate automovil¨ªstico publicada en el Journal of Economic Perspectives. A cambio, el erario p¨²blico se hace con el 61% de las acciones del grupo. Cifras, todas ellas, a la altura de la talla de General Motors: una de las mayores firmas del mundo, con m¨¢s de 200.000 empleados, y cuya suspensi¨®n de pagos fue la cuarta mayor de la historia de EE UU.
El de General Motors no fue el ¨²nico rescate que tuvieron que pagar de su bolsillo todos los estadounidenses. El mismo d¨ªa que el gigante de Detroit se declaraba oficialmente en bancarrota, Chrysler ¡ªen suspensi¨®n de pagos desde abril de aquel ya lejano 2009¡ª recib¨ªa la luz verde judicial para su venta a la italiana Fiat. Los Gobiernos de EE UU y Canad¨¢ controlar¨ªan el 12% de las acciones del grupo resultante, despu¨¦s de que las arcas p¨²blicas estadounidenses desembolsaran 12.500 millones en ayudas de urgencia. El objetivo, como en el caso de General Motors, era evitar una sangr¨ªa de empleo en uno de los sectores m¨¢s intensivos en mano de obra de la econom¨ªa estadounidense: seg¨²n los datos del Center for Automotive Research, sendas ayudas p¨²blicas evitaron que 1,5 millones de trabajadores estadounidenses pasaran a engrosar las listas del paro. ¡°Pedimos ayuda por una ¨²nica raz¨®n: para enfrentar la devastadora recesi¨®n de la industria provocada por el colapso financiero¡±, justificaba el entonces primer ejecutivo de Chrysler, Robert Nardelli.
Hoy, la situaci¨®n luce bien distinta. El sector recuper¨® el pulso, al calor de la mejora econ¨®mica y el repunte del consumo estadounidense. Los n¨²meros rojos desaparecieron de sus cuentas de resultados en 2010 y desde entonces General Motors y Fiat Chrysler no han dejado de ganar dinero cada a?o. La cuna de la industria econ¨®mica estadounidense, Michigan ¡ªcuyos 16 votos electorales reforzaron, por estrecho margen, la victoria de Trump en las pasadas elecciones presidenciales¡ª ha recuperado el vigor perdido durante la crisis econ¨®mica y es uno de los Estados que m¨¢s creci¨® en el primer semestre de 2016:?
Nada parece justificar una nueva l¨ªnea de ayudas, en este caso para reconstruir la parte de su producci¨®n en el pa¨ªs que las propias empresas decidieron trasladar a terceros pa¨ªses por razones puramente econ¨®micas: para poder, en definitiva, competir en igualdad de condiciones con sus competidores asi¨¢ticos. Por su parte, siete a?os y medio despu¨¦s, las arcas p¨²blicas estadounidenses han podido recuperar el 85% del dinero prestado, seg¨²n el ¨²ltimo conteo de Washington. Por el camino han quedado 11.200 millones de d¨®lares, 900 m¨¢s de lo anunciado en diciembre de 2013, cuando el Estado vendi¨® sus ¨²ltimas acciones en General Motors.
Fiat-Chrysler, Ford y la propia General Motors se han convertido en piedra angular del plan de Trump de recuperar buena parte de la producci¨®n externalizada a terceros pa¨ªses, en su mayor¨ªa de veh¨ªculos utilitarios. La consejera delegada de la primera, Mary Barra, es, adem¨¢s de una de las ejecutivas del sector m¨¢s entusiastas del plan de la nueva Administraci¨®n y forma parte del consejo asesor de la Casa Blanca en materia empresarial. De rescatado, en menos de una d¨¦cada ha pasado a erigirse en uno de los sectores centrales en la agenda de la nueva Administraci¨®n estadounidense.
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