El BCE carga contra la desregulaci¨®n financiera internacional que pide Trump
Mario Draghi minimiza el repunte de precios en la UE y se opone a la retirada de est¨ªmulos
Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, est¨¢ en uno de los momentos m¨¢s delicados de su presidencia. Florentino casi siempre y duro, muy duro, con Donald Trump. La econom¨ªa mejora, la inflaci¨®n se recupera y la eurozona vuelve paulatinamente a algo parecido a la normalidad despu¨¦s de siete a?os de vacas flacas, pero los riesgos internos y externos son formidables y el BCE no quiere una sola sorpresa. El jefe del Eurobanco ha minimizado ante el Parlamento Europeo el reciente repunte del IPC y ha redoblado su mensaje acerca de la necesidad de mantener las medidas extraordinarias de pol¨ªtica monetaria, en especial las compras de activos. En plata: no es el momento de iniciar la retirada. En una comparecencia muy pol¨ªtica, Draghi ha reservado una saeta de primera para el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que a las tentaciones proteccionistas acaba de sumar un deseo irrefrenable por desregular un poco m¨¢s el sistema financiero. Trump dise?a la nueva piel del capitalismo al otro lado del Atl¨¢ntico con una combinaci¨®n de nacionalismo econ¨®mico y manga ancha para los bancos. La respuesta de Draghi ha sido un directo al ment¨®n: "Una de las principales razones de la crisis actual es el desmantelamiento de la regulaci¨®n del sector bancario en los a?os previos a la crisis. Lo ¨²ltimo que necesitamos es relajar la regulaci¨®n financiera internacional. Eso ser¨ªa preocupante. Muy preocupante".
La inflaci¨®n dio la sorpresa en enero con un alza fulminante hasta el 1,8%, muy cerca del sacrosanto "por debajo pero cerca del 2%" que est¨¢ escrito con letras de bronce en los cuarteles generales del BCE, en Fr¨¢ncfort. Pero Draghi no parece demasiado preocupado. Ha asegurado que el BCE "no reacciona a los incrementos aislados y pasajeros de la inflaci¨®n", que se explican casi ¨²nicamente por el repunte de los precios de la energ¨ªa. Ha invitado a fijarse en la inflaci¨®n subyacente, que no incluye precios energ¨¦ticos ni de los productos alimentarios y sigue por debajo del 1%. Y ha reiterado que el BCE solo actuar¨¢ cuando la inflaci¨®n se acerque al 2% de forma duradera, autosuficiente --sin las medidas del Eurobanco-- y en toda la eurozona. No parece el momento: Draghi se niega a hablar de retirada y en todo caso menciona que hay opciones de que ocurra lo contrario. "El BCE est¨¢ listo para ampliar el volumen de compras y el horizonte del programa de adquisici¨®n de activos [el QE europeo] si ve riesgos". El euro ha ca¨ªdo con fuerza tras ese discurso.
Draghi est¨¢ en medio de un fuego cruzado. En la periferia de Europa se le acusa de no hacer lo suficiente; en el n¨²cleo de la eurozona, donde las cr¨ªticas suelen ser mucho m¨¢s audibles, el BCE est¨¢ recibiendo de lo lindo por hacer lo que Berl¨ªn juzga demasiado. El ministro de Finanzas alem¨¢n, Wolfgang Sch?uble, ha llegado a acusar a Draghi del ascenso de la ultraderecha en ese pa¨ªs. En las ¨²ltimas horas, le considera tambi¨¦n responsable de mantener un euro infravalorado que hincha el super¨¢vit comercial alem¨¢n y ha desatado las iras de la nueva Administraci¨®n Trump. Draghi tiene revisto reunirse esta semana con la canciller Angela Merkel, pero ha ofrecido en sede parlamentaria un anticipo del discurso que ofrecer¨¢ en la canciller¨ªa. Ni Fr¨¢ncfort ni Berl¨ªn hacen nada por rebajar el valor del euro: "No somos manipuladores de divisas", ha dicho el banquero central europeo. "Alemania tiene un super¨¢vit comercial muy importante con Estados Unidos pero no est¨¢ interviniendo de manera unilateral el tipo de cambio".
Ese es el quid de la cuesti¨®n: el super¨¢vit comercial alem¨¢n, que supera el 8% del PIB y desde hace a?os y es el blanco de las cr¨ªticas de Estados Unidos (con Barack Obama y ahora con Trump), del Fondo Monetario Internacional e incluso, con la boca peque?a, de la Comisi¨®n Europea. Ese super¨¢vit, como antes de la crisis el de China, est¨¢ en el n¨²cleo de los desequilibrios que dificultan la estabilidad de la zona euro. Berl¨ªn dice que eso son pamplinas. Pero la presi¨®n internacional --incluidas las reuniones del G-7 y del G-20-- arrecia, a la vista de que Bruselas no ha sido capaz de convencer a Alemania de que ese super¨¢vit es excesivo y genera debilidades al conjunto del euro.
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