La fantas¨ªa fiscal republicana se encuentra con la realidad
Los recortes que propone Donald Trump van a enfadar a los votantes que le auparon a la Casa Blanca
Esta semana, el Gobierno de Donald Trump ha anunciado un proyecto de presupuesto. O, para ser m¨¢s exactos, un proyecto de "presupuesto"; al fin y al cabo, los presupuestos de verdad detallan de d¨®nde viene el dinero y ad¨®nde va; esta proclama solamente abarca alrededor de un tercio del gasto federal, y no dice nada sobre los ingresos ni los d¨¦ficits previstos.
Como ha dicho el experto en fiscalidad Stan Collender, "esto no es un presupuesto. Es una nota de prensa de la campa?a de Trump disfrazada de documento gubernamental".
Entonces, ?qu¨¦ sentido tiene el documento? Parece ser que el Gobierno espera que sirva para desviar la atenci¨®n de los ciudadanos y la prensa de la cat¨¢strofe sanitaria en curso. Pero probablemente no lo consiga. Y, en cualquier caso, este seudopresupuesto encarna la misma combinaci¨®n de esp¨ªritu mezquino y fantas¨ªa fiscal que ha hecho descarrilar el intento republicano de sustituir la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible.
Piensen por un momento en la idea del Gobierno y de sus funciones que la derecha lleva d¨¦cadas tratando de vendernos.
Seg¨²n esa idea, la mayor¨ªa del gasto p¨²blico o incluso todo es un despilfarro absoluto que no beneficia a nadie. Lo mismo es v¨¢lido para las normas gubernamentales. Y, en la medida en que el gasto s¨ª ayuda a alguien, es a Esa Gente, tipos perezosos que no se lo merecen y que casualmente son un poco, bueno, m¨¢s morenos que los Aut¨¦nticos Estadounidenses.
Esta era la clase de pensamiento ¡ªo tal vez "pensamiento"¡ª que se ocultaba tras la promesa del presidente Trump de sustituir la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible por algo "mucho menos caro y mucho mejor". Despu¨¦s de todo, era un programa gubernamental, as¨ª que daba por sentado que deb¨ªa de estar lleno de derroches que un dirigente recio como ¨¦l podr¨ªa suprimir.
Sin embargo, por extra?o que parezca, resulta que los republicanos no tienen ni idea de c¨®mo abaratar el programa, aparte de dejar sin seguro m¨¦dico a 24 millones de personas (y de empeorar la cobertura sanitaria, con un mayor desembolso por parte de quienes sigan asegurados).
Y, en esencia, pasa lo mismo en todos los ¨¢mbitos en general. Piensen en el gasto federal en su conjunto: aparte de la defensa, las partidas m¨¢s grandes corresponden a la seguridad social y a los programas de asistencia Medicare y Medicaid (todos ellos cruciales para decenas de millones de estadounidenses, muchos de los cuales son los votantes blancos de clase trabajadora que constituyen el principal apoyo de Trump). Es m¨¢s, la mayor¨ªa del gasto p¨²blico restante se destina tambi¨¦n a fines que son populares, importantes o (normalmente) ambas cosas.
Teniendo en cuenta este hecho, ?por qu¨¦ hay tanta gente que se opone a un "Gobierno intervencionista"?
Muchos tienen una idea distorsionada de las cifras. Por ejemplo, la gente tiene una imagen tremendamente exagerada de la cantidad que gastamos en ayuda exterior. Muchos son tambi¨¦n incapaces de relacionar su experiencia personal con las pol¨ªticas p¨²blicas: un gran n¨²mero de beneficiarios de la seguridad social y Medicare creen que no utilizan ning¨²n programa social del Gobierno.
Gracias a estas ideas falsas, cuidadosamente alimentadas por los medios de comunicaci¨®n de derechas, los pol¨ªticos suelen apa?¨¢rselas para seguir vendiendo sus promesas de recortes dr¨¢sticos del gasto: muchos votantes, quiz¨¢ la mayor¨ªa, no ven c¨®mo pueden esos recortes afectar a su vida.
Pero ?qu¨¦ pasar¨¢ si los pol¨ªticos contrarios al Gobierno intervencionista se ven en situaci¨®n de poner en pr¨¢ctica su programa? Los votantes aprender¨¢n r¨¢pidamente lo que de verdad significa el recorte del gasto, y no va a gustarles.
Ese es, en definitiva, el muro contra el que ha chocado la revocaci¨®n de la reforma sanitaria. Y lo mismo suceder¨¢ si este lo que sea de Trump se convierte en un presupuesto real.
El propio Trump est¨¢ indicando claramente que no tiene ni idea de lo que hace el Gobierno federal; este documento suyo ligeramente parecido a un presupuesto es poco m¨¢s que una lista de n¨²meros garabateados de cualquier manera, sin ninguna imagen clara de lo que esos n¨²meros significar¨ªan. (Francamente, se podr¨ªa haber dicho lo mismo de los presupuestos presentados por Paul Ryan en el pasado. De hecho, lo dije).
Pero la realidad es que los recortes prepuestarios tendr¨ªan efectos desagradables y muy patentes. La supresi¨®n de los fondos para el desarrollo de comunidades urbanas puede parecer bien si uno no tiene ni idea de su utilidad (y lo m¨¢s seguro es que Trump no la tenga); la desaparici¨®n del servicio de comidas a domicilio para las personas con movilidad reducida (una consecuencia inmediata de lo anterior) ya no suena tan bien. Tampoco a las regiones productoras de carb¨®n ¡ªque votaron mayoritariamente a Trump¡ª les gustar¨¢n las consecuencias si este elimina la Comisi¨®n Regional de los Apalaches.
Pero esperen, hay m¨¢s. El desmantelamiento, a efectos pr¨¢cticos, de la Agencia para la Protecci¨®n del Medio Ambiente (EPA) puede parecer una decisi¨®n inteligente si uno imagina que no es m¨¢s que una panda de bur¨®cratas entrometidos. Pero los ciudadanos quieren una protecci¨®n ambiental m¨¢s estricta, no m¨¢s laxa, y no les gustar¨¢ ver el marcado deterioro de la calidad del aire y del agua.
La cuesti¨®n es que el intento de Trump de desviar la atenci¨®n del embrollo sanitario de su partido no va a funcionar, y no solo porque este mal llamado presupuesto no valga, literalmente, ni lo que el papel en el que est¨¢ escrito. En el fondo, ni siquiera logra que cambiemos de tema.
Las promesas presupuestarias de los republicanos, al igual que sus promesas sanitarias, se basan en una imagen verdaderamente fraudulenta de lo que de verdad est¨¢ ocurriendo. Y ahora esas mentiras les pasan factura.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2017.
Traducci¨®n de News Clips.
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