La ¡®regi¨®n del carb¨®n¡¯ es un estado de ¨¢nimo
Es aterrador que el cambio clim¨¢tico pueda acelerarse por lo que algunos votantes creen que son
![Una cinta transportadora mueve carbón a una central térmica en Wyoming (EE UU).](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BYLAFPX3DQK5IU2SGMSKSIHHKY.jpg?auth=27e5ea785e51a33818b2eda9541e593f1dd17f56f4e0cca5f17b4ec7b292e454&width=414)
Virginia Occidental se decant¨® mayoritariamente por Donald Trump en noviembre (de hecho, este consigui¨® casi el triple de votos que Hillary Clinton). Y puede que el motivo parezca evidente: este estado es el coraz¨®n de las cuencas carboneras, y Trump prometi¨® recuperar los puestos de trabajo de este sector eliminando la normativa medioambiental del Gobierno de Barack Obama. De modo que, a simple vista, las elecciones de 2016 parecen un reajuste pol¨ªtico que refleja las diferencias entre los intereses regionales.
Pero esta historia tan sencilla se viene abajo cuando se analiza la realidad de la situaci¨®n (y no solo porque la protecci¨®n medioambiental sea un factor secundario en el declive del carb¨®n). El motivo es que la regi¨®n del carb¨®n ya no es la regi¨®n del carb¨®n, ni lo ha sido desde hace mucho.
?Por qu¨¦ un sector que ya no genera demasiado empleo ni siquiera en Virginia Occidental sigue cautivando tanto a la regi¨®n y empujando a sus habitantes a votar mayoritariamente en contra de sus propios intereses?
El carb¨®n impuls¨® la Revoluci¨®n Industrial y, hace mucho tiempo, s¨ª que daba trabajo a mucha gente. Pero el n¨²mero de mineros empez¨® a caer en picado despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial, y sobre todo a partir de 1980, aunque la producci¨®n de carb¨®n siguiese aumentando. Ello se deb¨ªa principalmente a que las t¨¦cnicas modernas de extracci¨®n ¡ªcomo la voladura de las cimas de las monta?as¡ª requer¨ªan mucha menos mano de obra que la antigua miner¨ªa de pico y pala. El declive se aceler¨® hace aproximadamente una d¨¦cada, cuando el auge de la fracturaci¨®n hidr¨¢ulica volvi¨® m¨¢s competitivo al barato gas natural.
As¨ª que los puestos de trabajo del carb¨®n hace ya mucho que est¨¢n desapareciendo. Incluso en Virginia Occidental, el estado m¨¢s orientado hacia el carb¨®n, ha transcurrido ya un cuarto de siglo desde que dichos puestos representaban el 5% del empleo total.
?A qu¨¦ se dedican entonces los habitantes de este estado para ganarse la vida hoy en d¨ªa? Bueno, muchos de ellos trabajan en la sanidad: casi uno de cada seis trabajadores pertenece a la categor¨ªa laboral de "asistencia sanitaria y social".
Ah, ?y de d¨®nde viene el dinero para esos puestos sanitarios? Lo cierto es que una gran parte procede de Washington.
Virginia Occidental tiene una poblaci¨®n relativamente mayor, de modo que el 22% de sus habitantes est¨¢ cubierto por la asistencia m¨¦dica gratuita a los jubilados (Medicare), frente al 16,7 % de la media nacional. Tambi¨¦n es un estado que se ha beneficiado much¨ªsimo de la reforma sanitaria del presidente Obama (Obamacare), ya que la poblaci¨®n sin seguro m¨¦dico se ha reducido del 14% en 2013 al 6% en 2015; este avance se ha debido sobre todo a la gran ampliaci¨®n de la cobertura m¨¦dica gratuita (Medicaid).
Es cierto que el pa¨ªs en su conjunto financia estos programas sanitarios mediante los impuestos. Pero un estado m¨¢s envejecido y pobre como Virginia Occidental recibe mucho m¨¢s de lo que aporta (y no se habr¨ªa beneficiado de casi ninguna de las rebajas de impuestos que Trumpcare habr¨ªa prodigado a los ricos).
Ahora piensen en lo que el trumpismo supone para un estado as¨ª. La supresi¨®n de la normativa medioambiental podr¨ªa servir para recuperar unos cuantos trabajos en la miner¨ªa, pero no muchos, y en cualquier caso, la miner¨ªa no es primordial para la econom¨ªa. Por otro lado, el Gobierno de Trump y sus aliados acaban de intentar sustituir la Ley de Asistencia Sanitaria Asequible. De haberlo logrado, las consecuencias habr¨ªan sido catastr¨®ficas para Virginia Occidental, por el recorte dr¨¢stico de Medicaid y porque se habr¨ªan disparado las primas de los seguros de las personas m¨¢s mayores y con menos ingresos.
Adem¨¢s, no olviden que Paul Ryan lleva mucho tiempo presionando para que Medicare se convierta en un plan de cupones canjeables infradotado, lo que asestar¨ªa otro golpe a los estados con muchos jubilados.
Y aparte del devastador efecto para la cobertura, piensen en lo que supondr¨ªa el ataque republicano contra Obamacare para ese sector sanitario que da trabajo a tantos habitantes de Virginia Occidental. Casi con seguridad, la p¨¦rdida de empleo causada por la contrarreforma (llam¨¦mosla?Trumpcare)?habr¨ªa superado con creces la posible recuperaci¨®n de puestos en el sector carbonero.
De modo que Virginia Occidental vot¨® mayoritariamente en contra de sus propios intereses. Y no solo porque sus ciudadanos no fuesen conscientes de las cifras, la realidad de los pros y contras para el empleo en la sanidad y en la miner¨ªa.
Lo sorprendente, como he dicho, es que el carb¨®n ni siquiera es el sector m¨¢s importante del estado en la actualidad. Los habitantes de la "regi¨®n del carb¨®n" no votaron para preservar lo que tienen, o tuvieron hasta hace poco; votaron en nombre de una historia que su regi¨®n cuenta sobre s¨ª misma, una historia que ya no es cierta desde hace una generaci¨®n o m¨¢s.
Sus votos a favor de Trump ni siquiera beneficiaban a la regi¨®n; ten¨ªan que ver con el simbolismo cultural.
Ahora bien, el evocar un pasado desaparecido no es ni mucho menos exclusivo de la regi¨®n de los Apalaches; piensen en los tejanos paseando con sombrero y botas de vaquero por centros comerciales con aire acondicionado. ?Y no tiene nada de malo!
Pero cuando hablamos de pol¨ªtica energ¨¦tica y medioambiental, ya no se trata de una simple afectaci¨®n cultural. El retroceso en materia medioambiental enfermar¨¢ y matar¨¢ a miles de personas en un futuro cercano; a largo plazo, es muy plausible que, si no se act¨²a contra el cambio clim¨¢tico, la civilizaci¨®n se derrumbe.
As¨ª que resulta incre¨ªble, y aterrador, pensar que estemos a punto de llegar a todo eso porque Donald Trump haya conseguido alimentar la nostalgia cultural por ese pasado desaparecido en el que los hombres eran hombres y los mineros cavaban hondo.
Paul Krugman es premio Nobel de Econom¨ªa.
? The New York Times Company, 2017.
Traducci¨®n de News Clips.
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