Obamacare, el ¡®mall¡¯ y Jesucristo
Dos cubanoamericanas de Miami encontraron en las iglesias evang¨¦licas y en las superficies comerciales el gancho para atraer hispanos al nuevo sistema de seguros de salud cuando abri¨® en 2013
¨C?Pero cu¨¢nto dinero han hecho ustedes con esto?
¨CNo me gustar¨ªa dar n¨²meros ¨Cresponde discreta Odalys Ar¨¦valo¨C, pero s¨ª te dir¨ªa que hemos hecho unos cuantos millones de d¨®lares con Obamacare.
Todo empez¨® en 2009, cuando ella y Mercy Cabrera se conocieron trabajando en la aseguradora AIG. Antes Odalys hab¨ªa sido comercial bancaria y Mercy hab¨ªa vendido anuncios en el Miami Herald. Eran dos trabajadoras hispanas de clase media en Miami. Todav¨ªa no empezara la revoluci¨®n sanitaria de Obama, y ellas, charlando sobre el negocio detectaron que entre los hispanos el mercado de los seguros de vida estaba por explotar. Y d¨®nde buscar a los hispanos en una ciudad de Estados Unidos. Primera lecci¨®n: ¡°En las iglesias¡±.
No en las cat¨®licas, por supuesto. En las evang¨¦licas.
¡°Empezamos a hacer marketing en radios cristianas y a ir a iglesias a dar charlas. Los cristianos creen en la familia, y no te imaginas la cantidad de familias que estaban descubiertas ante un infarto o un c¨¢ncer. Nos apasionaba la idea de ayudarlos. Yo me quer¨ªa detener en medio de una autov¨ªa con un cartel y gritarle a los hispanos: ?Existen formas de proteger a vuestras familias!¡±, cuenta Ar¨¦valo.
Quienes m¨¢s se interesaban eran las mujeres. Pero sus trabajos, como cuidar ni?os o limpiar casas, les daban sueldos raqu¨ªticos y no se animaban a contratar seguros de 30 d¨®lares mensuales. ¡°Ten¨¦is el ¨²ltimo tel¨¦fono, ?c¨®mo no vais a poder tener un seguro de vida!¡±, les dec¨ªan desesperadas las vendedoras de seguros. Los hombres eran menos dados a prestarles atenci¨®n. ¡°En especial los cubanos. Son muy machistas. Su idea era que si se mor¨ªan, su mujer se casar¨ªa con otro que se aprovechar¨ªa del seguro. ¡°Yo no le voy a dejar nada al que venga detr¨¢s¡±, te dec¨ªan¡±.
En marzo de 2010, Barack Obama promulg¨® su Ley de Protecci¨®n al Paciente y Cuidado de Salud Asequible u Obamacare. Ar¨¦valo y Cabrera vieron la oportunidad de que ahora s¨ª, persuadidos con subsidios, los hispanos comprasen seguros de salud. Se pasaron un a?o ¡°estudiando las miles de p¨¢ginas de la nueva ley¡±. Nadie entend¨ªa nada, pero insistieron en comprender el nuevo sistema. Empezaron a hacer reuniones de estudio con alg¨²n familiar y un par de agentes. Hab¨ªan dejado AIG para independizarse e ir a por Obamacare. ¡°Tuvimos agallas. Al inicio nadie se atrev¨ªa a tocar Obamacare. Hab¨ªa rumores de que a los comerciales les iban a pagar nada m¨¢s que un d¨®lar por persona asegurada. Ni siquiera las grandes agencias de seguros se atrev¨ªan. Los grandes estaban confundidos. Recuerdo que, cuando se enteraron de que nosotras ten¨ªamos un grupito, se nos acercaban a preguntar si entend¨ªamos en qu¨¦ consist¨ªa aquello¡±.
Mientras tanto segu¨ªan yendo por las iglesias con la buena nueva de Obamacare. Aunque el presidente no estaba atravesando un bueno momento de imagen, y en las congregaciones latinas m¨¢s radicales les reprochaban que una ley de Obama s¨®lo pod¨ªa ser ¡°un producto diab¨®lico¡±. Pero el trabajo de base con cristianos ser¨ªa una clave de su veloz ¨¦xito. El 1 de octubre de 2013 abr¨ªa el primer plazo para inscribirse en Obamacare. Las dos sociales alquilaron un espacio peque?o en el Mall de las Am¨¦ricas, un ins¨ªpido centro comercial con unas dimensiones cicl¨®peas y de clientela hispana. Despu¨¦s de las iglesias, la segunda lecci¨®n: ¡°Los mall¡± ¨Cpronunciado mol, como se llama en EEUU a estos espacios¨C.
Evangelismo y espacios de consumo. C¨®ctel de negocio latino.
Las familias que supieron de ellas en las iglesias acudieron al mall. Y as¨ª sus amigos y el resto de ¡°la comunidad¡±. Cuando se dieron cuenta de que Obamacare no era obra de Sat¨¢n sino una ayuda para que asegurasen su salud, los hispanos de Miami se decidieron a ir a por un seguro y la referencia en el mercado eran Cabrera y Ar¨¦valo. Con una inversi¨®n inicial de 70.000 d¨®lares abrieron oficina en otros dos moles, y en el de las Am¨¦ricas pasaron a alquilar el espacio de una gran superficie que hab¨ªa cerrado: 2.000 metros cuadrados sin ba?o, sin aire acondicionado, con? ventiladores industriales y cientos de sillas plegables: ¡°Era un campo de guerra, dice Ar¨¦valo. Entre los tres sitios atend¨ªan a 1.000 clientes diarios. ¡°Trabaj¨¢bamos 20 horas al d¨ªa¡±. El equipo aument¨® a 75 trabajadores fijos. Las filas duraban horas. Los medios ca¨ªan como moscas sobre el Mall de las Am¨¦ricas. ¡°Calculamos que la cobertura que nos dieron sin pagarles nada equival¨ªa a alrededor de un mill¨®n de d¨®lares en publicidad¡±.
De octubre de 2013 a marzo de 2014, primera temporada de apertura de Obamacare, dieron asesor¨ªa para contratar seguros con compa?¨ªas a m¨¢s 60.000 ciudadanos, pr¨¢cticamente todos latinos. Ar¨¦valo afirma que no se conoce un caso comparable en todo Estados Unidos. Desde entonces, en cuatro a?os del nuevo programa de asistencia sanitaria, han contribuido a asegurar a m¨¢s de 200.000 familias, seg¨²n los datos de Ar¨¦valo y Cabrera, conocidas como Las madrinas de Obamacare. Han llegado incluso a abrir dos oficinas en Utah, la tierra de los mormones. Pero se quedaron con un anhelo por cumplir: "De verdad que llegamos a pensar que iba a pasar", dice Ar¨¦valo; "que el presidente Barack Obama vendr¨ªa a visitarnos a Miami, al Mall de las Am¨¦ricas".
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