Brechas peligrosas
Incentivar a los directivos es razonable como gesti¨®n del capital humano; pero hacen falta l¨ªmites
La creciente desigualdad en la distribuci¨®n de la renta, tambi¨¦n en la econom¨ªa espa?ola, es una de las amenazas a la sostenibilidad del crecimiento que acaba de recordar el Fondo Monetario Internacional. Es tambi¨¦n una de las causas del debilitamiento de la confianza en las instituciones, del aumento de la desafecci¨®n respecto del propio sistema econ¨®mico y, en definitiva, de la menor estabilidad pol¨ªtica que estamos observando en varios pa¨ªses avanzados, Europa incluida.
Las diferencias en las compensaciones laborales o profesionales son una de las razones de esa creciente desigualdad en la distribuci¨®n de la renta. En algunos pa¨ªses esa brecha es a¨²n m¨¢s importante que la existente entre las rentas del trabajo y las del capital. No es algo nuevo. Antes de la crisis ya se hab¨ªan puesto de manifiesto diferencias sectoriales importantes, con la industria de servicios financieros liderando las mayores retribuciones, especialmente entre sus directivos y administradores, con compensaciones excepcionales, y no siempre racionales. Las diferentes cualificaciones, especialmente la disposici¨®n de habilidades tecnol¨®gicas diferenciales, pueden explicar las diferencias salariales entre empleados en un n¨²mero cada d¨ªa mayor de sectores, pero no en la magnitud que los datos siguen reflejando. Tambi¨¦n en el seno de las mismas empresas. El informe que se difunde en estas p¨¢ginas no invita a la tranquilidad. La desigualdad de remuneraciones dentro de las empresas cotizadas espa?olas es a todas luces excesiva. Y no siempre viene explicada por la contribuci¨®n a la productividad o a la generaci¨®n de excedentes de las empresas, sino por simples arbitrariedades.
Los directivos mejor pagados de las empresas que conforman el Ibex ganaron en promedio 86 veces m¨¢s que sus empleados el pasado ejercicio econ¨®mico, un multiplicador algo inferior al de a?os precedentes pero dif¨ªcil de explicar. Desde luego en compa?¨ªas que no siempre acompa?an esas remuneraciones astron¨®micas con una mejora de los resultados o del ?desempe?o de esos directivos y administradores acorde con esas brechas en la obtenci¨®n de rentas. En algunos sectores o empresas la contradicci¨®n es evidente: coexisten compa?¨ªas en p¨¦rdidas o receptoras de apoyos p¨²blicos, financieros o fiscales, con retribuciones a directivos o administradores demasiado elevadas, injustificadas por la contribuci¨®n del directivo a la salud de la firma. O empresas que han apelado a los inversores, sus accionistas incluidos, para llevar a cabo ampliaciones de capital como recurso al cumplimiento de regulaciones o a la mera supervivencia.
La generaci¨®n de incentivos a directivos y a los empleados de una empresa, en general, constituye una pr¨¢ctica razonable, necesaria, en la gesti¨®n de unos de los principales factores de producci¨®n, el capital humano. Pero su asignaci¨®n ha de satisfacer siempre tres condiciones: una justificaci¨®n objetiva (por ejemplo, su vinculaci¨®n a la productividad generada), transparencia de la decisi¨®n y disposici¨®n del apoyo suficiente de los accionistas de la empresa. Establecer l¨ªmites o restricciones externas a las remuneraciones de directivos o administradores tiene poco sentido, m¨¢s all¨¢ de las empresas receptoras de ayudas p¨²blicas. En el caso de las empresas cotizadas, los supervisores han de velar por la transparencia y el buen hacer de los ¨®rganos de gobierno en este tipo de decisiones. Pero, m¨¢s all¨¢ de esa supervisi¨®n y difusi¨®n de las pr¨¢cticas de compensaci¨®n, han de ser los propios consejos de administraci¨®n y las juntas de accionistas las que han de velar por la justificaci¨®n de las compensaciones y evitar las peligrosas brechas.
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