Obligada transparencia
Los nombres y los flujos de pr¨¦stamo deber¨ªan figurar en una relaci¨®n abierta, como una informaci¨®n m¨¢s a los accionistas
La espectacular crisis del Banco Popular y las presiones sobre la cotizaci¨®n burs¨¢til de Liberbank han hecho emerger a la superficie la pr¨¢ctica de la llamada especu?laci¨®n a la baja o toma de posiciones a corto. Recordemos: una posici¨®n corta significa que el inversor apuesta a que el valor de la acci¨®n de una determinada empresa bajar¨¢ o se hundir¨¢. El procedimiento para instrumentar la apuesta es sencillo: el inversor apostador alquila acciones (hay muchas empresas, bancos de inversi¨®n o sociedades dispuestas al pr¨¦stamo) a cambio de una comisi¨®n o tasa de alquiler; el bajista vende las acciones al precio de hoy y las recompra pasado un plazo a un precio que, si se cumplen sus previsiones, ser¨¢ inferior; la ganancia es la diferencia entre el dinero obtenido por la venta inicial y lo pagado por la recompra m¨¢s el alquiler. Es una operaci¨®n legal, que cumple normalmente una funci¨®n correctora en el mercado, incluso beneficiosa en cuanto que templa los precios en momentos de euforia.
Ahora bien, sus efectos sobre las empresas y entidades financieras que atraviesan por momentos delicados aunque subsanables son los que todo el mundo puede imaginar. Agudizan la ca¨ªda del valor hasta sumirlo en una espiral depresiva que no puede remontarse cruzado un cierto umbral. La explicaci¨®n de que la especulaci¨®n bajista no causa los problemas de las sociedades que la sufren, sino que simplemente los agudiza, es insatisfactoria, porque precisamente esa aceleraci¨®n de la gravedad impide que tales problemas se puedan atajar con tratamientos empresariales establecidos y, por el contrario, sea necesario recurrir a decisiones dr¨¢sticas. En el caso del Popular, la fiebre bajista ha contribuido a precipitar su puesta a cero y venta al Santander.
De forma que el regulador del mercado burs¨¢til (la Comisi¨®n Nacional del Mercado de Valores, CNMV) tiene que ser muy consciente de que las posiciones en corto deben operar en un r¨¦gimen de total transparencia, como mandan los c¨¢nones del mercado de acciones. Todos los agentes, inversores y operadores tienen que saber al mismo tiempo que el regulador qui¨¦n est¨¢ especulando a la baja y qu¨¦ medios est¨¢n utilizando. ?Qui¨¦n se pone en corto en un valor? Pues deber¨ªa saberse como m¨ªnimo a partir del 0,1% del capital, y en casos sensibles, incluso por debajo de ese porcentaje. ?Qui¨¦n presta las acciones? Los nombres y los flujos de pr¨¦stamo deber¨ªan figurar en una relaci¨®n abierta, como una informaci¨®n m¨¢s a los accionistas y, por cierto, tambi¨¦n ¨²til para quienes, por tener sus t¨ªtulos en dep¨®sito, no saben que contribuyen al bajismo. Y, por supuesto, es obligado poner en relaci¨®n las posiciones cortas con los bancos de inversi¨®n que facilitan el alquiler de acciones. Porque hay potenciales conflictos de inter¨¦s que deben salir a la luz y ser sancionados si llega el caso.
Los mercados, en especial los de acciones, se defienden y crecen con la transparencia. Y por esa raz¨®n es decisiva la tarea de los reguladores financieros. No es un secreto que la CNMV carece hoy de la informaci¨®n necesaria para evitar movimientos perjudiciales para el conjunto del mercado. Hasta qu¨¦ punto esta falta de informaci¨®n es debida a la carencia de medios forma parte de una discusi¨®n espesa y probablemente sin soluci¨®n clara. Pero sigue siendo cierto que, como m¨ªnimo, la Comisi¨®n necesita facilidades legislativas para obtener la informaci¨®n necesaria. Los agentes y los inversores de cualquier naturaleza societaria tienen que saber e interiorizar que la informaci¨®n plena, es decir, la transparencia, no es un enemigo de su beneficio, sino que, por el contrario, facilita un flujo continuo de negocio cre¨ªble, funcional y sostenido. Sin transparencia, la desconfianza se adue?a del mercado y el dinero se contiene.
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