Mercado de fichajes
El verano, esa ¨¦poca que transcurre entre temporadas futbol¨ªsticas, es aprovechado por los representantes de los jugadores para hacer su particular agosto
Diario deportivo Ol¨¦. "Representantes". Agencia Young & Rubicam, Argentina.
Aunque parezca incre¨ªble, durante dos meses al a?o no hay f¨²tbol, ni en los estadios ni en las tertulias del coraz¨®n futbol¨ªstico. Salvo competiciones internacionales varias de selecciones, el bal¨®n deja de moverse para dar paso a otro espect¨¢culo diferente, pero relacionado: el mercado de fichajes.
Es la ¨¦poca en que los jugadores dejan de besar una camiseta para besar la del rival alegando que este ¨²ltimo es el equipo de su vida y que siempre han deseado defenderla. Todo esto, contrato millonario mediante. Es el tiempo de fichajes confirmados, posibles, realizables, so?ados y malogrados.
Aqu¨ª es donde entran en escena unos actores que, aunque secundarios durante toda la temporada, cobran un protagonismo estelar en esta parte de la pretemporada: los agentes de los jugadores. Estos se?ores son profesionales contratados por los futbolistas para defender sus derechos econ¨®micos, mediar en la renovaci¨®n de sus contratos o buscarle un destino donde las bondades de su representado sean m¨¢s reconocidas (econ¨®micamente hablando, claro est¨¢).
Y estas personas no trabajan por amor al arte. Se llevan un porcentaje, y no peque?o, de los emolumentos obtenidos por el representado en la negociaci¨®n del contrato con el equipo de destino.
Vamos, que si eres un poco listo y tienes la suerte de representar a alguno de los muchos jugadores de cierto nivel que por el mundo abundan, puedes vivir bien, muy bien del f¨²tbol sin ni siquiera saber dar una patada a un bote.
Para conseguir aumentar el valor de un jugador usan todos los medios que tienen a su alcance. Ya sea filtrando a los medios de comunicaci¨®n que tal club o tal otro est¨¢ interesado en el jugador, aunque no sea verdad; o utilizando las redes sociales del propio jugador para mandar mensajes equ¨ªvocos o fotos ambiguas. Un ejemplo (y perdonen el autobombo).
Situaciones como las que ilustran este post est¨¢n ocurriendo a todas horas estos d¨ªas en diferentes despachos alrededor del mundo. Basta un traje elegante, mucha labia y un poco de don de gentes.
No digo que esto sea lo normal, ni mucho menos, pero que haberlos, haylos. Esto es un negocio y, como en cualquier negocio, y adem¨¢s muy lucrativo, los p¨ªcaros afilan el ingenio.
A esto se le llama dar un pelotazo, aunque no precisamente a un bal¨®n.
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